JESÚS ES TU HISTORIA

La ruta de la felicidad está claramente indicada.

Moisés estaba dando sus últimas palabras al pueblo que había liderado –y con el que había lidiado– desde que salieran de Egipto. Como un padre, había tratado de inculcar en ellos el respeto y el amor hacia Dios. Con ellos se había enojado. Por ellos había intercedido. Y aquí estaba, al final de su vida, resumiendo lo que nunca debían olvidar para que les fuera bien: “Al cielo y a la tierra llamo por testigos hoy contra ustedes, de que les he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que vivas tú y tus descendientes. Ama al Señor tu Dios, atiende su voz y únete a él. Porque él es tu vida y la prolongación de tus días” (Deut. 30:19, 20).

La ruta de la felicidad estaba claramente indicada. Aquella donde la felicidad era parte del camino y no solo el objetivo final. “Elige la vida”, les dice. Y les explica claramente lo que eso significa: “Ama al Señor tu Dios, dedica tiempo cada día para escuchar su voz leyendo su Palabra, y que nada te distraiga al punto de no poder cultivar una relación con él como lo haces con tu mejor amigo”.

Porque él es tu vida.

Para muchos, la vida es un corto e insípido interludio entre el nacer y el morir. Para otros, una estrella fugaz. Sienten que la vida es una mera serie de estímulos, de acciones y reacciones a las circunstancias que nos tocan atravesar.

Pero, para los hijos de Dios, la vida es mucho más que esto. Incluye el propósito divino para cada uno de nosotros. Activando los talentos que nos dio, Dios nos va guiando para desarrollar en nosotros el potencial para el que fuimos creados. Hace todo para que cada uno de sus hijos deje una huella en este mundo. Para que nuestro carácter y nuestras posibilidades se conviertan en una influencia concreta para el bien.

Allí donde nos encontramos, con los recursos que tengamos a disposición, el Señor viene a hacer equipo con nosotros. Junto a él, la vida toma dimensiones que nunca lograríamos si estuviéramos solos. Al responder al amor de Jesús, día a día, él abre ante nosotros un camino de logros que nos llenan de satisfacción. “Todo aquel que oye estas palabras, y las practica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Y descendió lluvia, vinieron torrentes y soplaron vientos, y dieron contra esa casa. Y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mat. 7:24, 25).

Maravillosa promesa es saber que en este mundo condenado a la destrucción podemos construir sobre una roca segura; que las crisis de la vida y hasta incluso la muerte no tendrán nunca la última palabra para los hijos de Dios; que, aun en medio del dolor, la presencia de Dios en nuestra vida es lo que nos permite mantener la cabeza erguida, los pensamientos claros, y el corazón esperanzado y sereno.

Por eso, yo también te invito. Busca a Jesús, cada día. Tómate el tiempo para descubrir cómo actuó en la vida de los personajes de las historias de la Biblia. Ponte en sus zapatos. Imagínate lo que Jesús te diría si fueras tú el protagonista de una de esas historias. Únete de esa manera a Jesús. Que él se convierta en el personaje más importante de tu propia historia.

Que, al terminar este año, las últimas palabras de Moisés encuentren un lugar en tu corazón. Y que puedas recordar que la promesa de Jesús de darle vida a tu vida, de ayudarte a construir sobre la Roca, es el secreto de tu felicidad y tu serenidad, cualesquiera que sean las circunstancias que estés viviendo. Todo, absolutamente todo, vale la pena con Jesús.

¡Bendecido año nuevo!

  • Lorena Finis de Mayer

    Lorena Finis de Mayer es argentina y escribe desde Berna, Suiza. Desde hace varios años es columnista en la Revista Adventista y sus artículos son muy valorados por la exacta combinación de sencillez y profundidad.

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