Desde el 11 de septiembre de 2001, los musulmanes y la religión islámica en general han incrementado exponencialmente su protagonismo en el escenario geopolítico mundial. Hay quienes ven en este protagonismo el cumplimiento de ciertas profecías bíblicas, especialmente las de Daniel 11:40-45. Por ejemplo, algunos ven en el rey del sur de este pasaje una referencia al Islam, y predicen una “guerra santa”, bajo el liderazgo del Papado (rey del norte). Otros, identifican al rey del norte mencionado en este pasaje con el Imperio Otomano y/o con Turquía, cuyo poder podría resurgir con apoyo del resto del mundo musulmán.
Algunas porciones del capítulo 11 de Daniel siempre han resultado un desafío para los intérpretes y los teólogos de la Iglesia Adventista, que han expuesto más de una interpretación posible para algunos pasajes. En este sentido, si bien es importante tratar de identificar los poderes mencionados en la última parte de Daniel 11 (el rey del norte y el rey del sur), no debemos olvidar que “al presentar profecías no cumplidas, donde la historia no está escrita, el estudiante debiera presentar su exposición sin demasiado dogmatismo, para que no se encuentre extraviado en el terreno de la fantasía” (J. White, citado en Comentario bíblico adventista, t. 4, p. 902).
Con esto en mente, se proponen a continuación cuatro principios importantes, que nos pueden orientar sobre los aspectos históricos de la profecía de Daniel 11, y de la profecía apocalíptica en general. Pero también para resaltar el sentido y el propósito más amplio de esta profecía, que sin duda va más allá de acontecimientos históricos y poderes humanos específicos.
Veamos:
1. Las profecías en Daniel son presentadas según el principio de repetición y ampliación: Esto se puede ver claramente en las cuatro profecías principales del libro (Dan. 2, 7, 8-9, 10-12), que comienzan en la época del autor y terminan con la Segunda Venida. Así, por ejemplo, Daniel 11:31 y 12:11 son paralelos a 8:11 al 13 y 9:27; Daniel 11:36 es paralelo a Daniel 8:25 y 7:25, entre otros. Esto permite identificar al rey del norte de Daniel 11:30 al 45 con el cuerno pequeño de Daniel 7 y 8, interpretado tradicionalmente por la Iglesia Adventista como la Roma papal.
2. El simbolismo del rey del sur: Daniel se refiere al rey del sur como Egipto, una tierra cuyo rey no respeta al Señor y, de hecho, lo desafía abiertamente (Éxo. 5:2). Representa el orgullo humano sin Dios, en el que reinan el secularismo y el ateísmo. Según la profecía bíblica, en el conflicto final el rey del sur terminará sucumbiendo bajo el estandarte del rey del norte, en su oposición al Señor.
3. Paralelismo entre Daniel y Apocalipsis: El rey del norte tiene notables paralelismos con la bestia del mar (Apoc. 13) y Babilonia (Apoc. 17; 18). Ambos intentan ocupar el lugar de Dios (Dan. 11:36; Apoc. 13:6). Ambos intentan exterminar al pueblo de Dios (Dan. 11:28, 33, 35, 41, 44; Apoc. 13:7; 16:13, 14; 17:6; 18:24). Algunos no son “conquistados” por el rey del norte, al igual que aquellos que escuchan el llamado a salir de Babilonia (Dan. 11:41; Apoc. 18:4). En la guerra de exterminación, el pueblo de Dios encuentra refugio en el Monte de Sion (Apoc. 14:1). Babilonia reúne a sus aliados para la batalla (Dan. 11:45; Apoc. 16:16); pero el ataque fracasa porque Dios libera a su pueblo (Dan. 11:45; 12:1; Apoc. 16:19; 17:14; 18:2, 6, 8).
4. El tema principal de Daniel 11: Si bien son importantes el aspecto histórico y los protagonistas humanos delineados claramente en Daniel 11, el propósito más amplio de esta profecía es ayudarnos a entender mejor el conflicto cósmico entre Cristo y Satanás (ver Dan. 10:12-14; 12:1-3). Los conflictos reales entre el rey del norte y el rey del sur son utilizados para ilustrar también la naturaleza real y universal del conflicto entre Dios, el verdadero Rey del norte, y Satanás, el falso, autoproclamado rey del norte. Daniel 11 presenta un resumen del mensaje del resto del libro, con énfasis en la victoria final del reino universal de Dios, que pondrá fin a todos los reinos terrenales. Este capítulo cambia su enfoque, gradualmente, de lo claramente literal y geográfico (Medo-Persia y Grecia) a lo universal (Roma pagana y papal, y el Reino de Dios); de lo político/secular a lo religioso/espiritual.RA
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