Los contenidos cortos y su influencia en nuestra relación con Dios.
La vida moderna, cada vez más acelerada, ha llevado a una brecha en la atención de las personas. Esto ha impulsado la creación y el consumo de contenidos cortos a fin de que sean más atractivos para los consumidores, que buscan información rápida, fácil de digerir y simple de compartir.
Así, tenemos reels en Facebook e Instagram, tiktoks en la plataforma homónima, shorts en YouTube, y videos breves en Twitter. Incluso, grandes del comercio electrónico, como Amazon y Mercado Libre, han sacado su propia versión de este contenido corto. En ella, las personas pueden visualizar videos que les permiten evaluar, de una forma más cercana, lo que están comprando.
Lo breve ya no es una excepción, sino la norma. Billones de visualizaciones y dólares se mueven alrededor del mundo a través de este formato que no hace más que crecer en estos últimos años. Este cambio progresivo en nuestros hábitos de consumo se fue dando porque anteriormente formábamos comunidad alrededor de una persona que seguíamos, pero ahora lo hacemos alrededor de un interés que tenemos (por eso, por ejemplo, es normal que te sepas muy pocos nombres de “tiktokers”, y que solo los identifiques por lo que hacen, a diferencia de lo que pasaba anteriormente con los “youtubers”).
Ahora, ¿por qué te conté todo lo anterior? Porque esos patrones de pensamiento están moldeando nuestro comportamiento. Entonces, cuando buscamos a Dios, queremos que funcione de la misma manera: queremos información rápida, fácil de digerir y simple de compartir. Ya no se trata de hacer comunidad alrededor de quién es él (su naturaleza, su carácter y su voluntad), sino de nuestros intereses y de lo que él puede darme. Y si no me puede dar lo que yo quiero, cuándo, cómo y dónde yo lo quiero, lo admitamos o no, terminamos adorando otro “dios” que promete cumplir con ese deseo. Contrario a esto, la Biblia dice: “Dichoso el hombre que no anda en el consejo de los malos ni se detiene en el camino de los pecadores […] Antes en la ley del Señor se deleita, y en su ley medita de día y de noche” (Sal. 1:1, 2).
Actualmente, cuando usamos el término “meditar”, vienen un montón de imágenes diferentes a nuestra cabeza, que nada tienen que ver con lo que Dios, por medio del salmista, intenta transmitir aquí. ¿Acaso “meditar” no es algo que proviene del misticismo oriental? ¿Qué tiene eso que ver con la Biblia? ¿Tengo que sentarme con las piernas cruzadas y tararear mientras trato de vaciar mi mente? No, nada eso.
La mejor forma de explicar lo que significa “meditar”, es pensar en una vaca en el campo. Déjame explicártelo. Una vaca tiene cuatro estómagos que colaboran en el procesamiento de la hierba que come. Cuando una vaca come hierba, la ingiere hasta el primer estómago, donde se digiere parcialmente. Luego, la vaca regurgita la hierba parcialmente digerida, la mastica un poco más y se la traga hasta el segundo estómago, y así sucesivamente hasta que la hierba esté completamente digerida. Este es el mejor ejemplo de lo que significa meditar en la Palabra de Dios. Meditar es recordar, pensar y reflexionar sobre las verdades de la Palabra de Dios de forma continua. ¿Por qué esto es importante? Porque cuando contemplamos la grandeza y la gloria de Dios, y nuestra propia pequeñez y pecaminosidad, solo hay una respuesta natural a eso: adoración.
Reflexiona sobre tu relación con Dios: ¿Cómo está actualmente? ¿Se parece más a una serie de videos cortos en tus redes sociales y comercios electrónicos, o realmente meditas en su Palabra? ¿Buscas información rápida, fácil de digerir y simple de compartir, formando comunidad alrededor de tus intereses, o estás interesado en descubrir la naturaleza de Dios, su carácter y su voluntad para tu vida?
Seamos sinceros con nosotros mismos. No hay necesidad de mentirnos, porque la promesa para ti y para mí, en el Salmo 1:3, es que seremos como árboles plantados junto a corrientes de aguas, que dan su fruto en su tiempo, y sus hojas no caen; y todo lo que hacen, prosperará.
Al parecer somos cristianos futboleros, solo nos ponemos la camiseta para ir a la iglesia, para orar un ratito por la mañana y el resto del tiempo nos sacamos la camiseta y sacamos a Dios de nuestras vidas.
Me fue de muchísima utilidad este escrito. Muy agradecido.