La oración y la gran crisis final de este mundo.
Este mes, la Iglesia Adventista en Sudamérica se unirá durante diez días en oración: A la manera de Jacob cuando se aferró al Señor en Peniel. A la manera de Moisés, Aarón y Hur cuando debían mantener levantados los brazos del líder para ganar la batalla. A la manera de Ana, cuando derramó su corazón ante Dios pidiendo un hijo. A la manera de Daniel, cuando oró al Señor incluso bajo amenaza de muerte (una oración que lo protegió incluso en medio de leones hambrientos después). A la manera de Elías en el monte Carmelo. A la manera de Jesús en Getsemaní. A la manera de Pablo, al interceder por sus iglesias. A la manera de Juan en la isla de Patmos.
Pero, además, nuestras oraciones también tendrán un contenido específico orientado a nuestro contexto y a nuestra misión en esta época de la historia. Porque estaremos estudiando el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14. Este mensaje agrega contexto a nuestras oraciones, al igual que en cada época crucial para el pueblo de Dios. Apocalipsis 14 nos dice que estamos viviendo en la última etapa del ministerio intercesor de Cristo en el Santuario celestial: “Ha llegado el tiempo en que ocupe su lugar como juez” (Apoc. 14:6, NTV).
Los estudiosos de la profecía saben que esto ocurre después de que se cumplió la última profecía de tiempo de las que se mencionan en la Biblia (los 2.300 años de Daniel 8:14). Y dado que esta obra de Cristo en el Santuario celestial debe tener una contraparte en el pueblo de Dios (en el Día de la Expiación antitípico, el pueblo de Dios afligía su alma, confesaba sus pecados y revisaba su vida, de manera que no hubiese pecado oculto que no haya sido confesado), estos diez días de oración nos brindarán la oportunidad de ponernos en sintonía con el plan de salvación y el ministerio de Cristo en el Santuario celestial.
Por otra parte, el triple mensaje angélico está destinado a alertar al mundo de que el juicio que se está realizando es porque Cristo está pronto a venir y que, dado que su regreso es inminente, debemos estar preparados para recibirlo. Y, para poder estar preparados, el mundo entero debe salir de las garras del enemigo, debe escapar de los engaños de Babilonia. De otra manera, el arrullo de la mentira y la falsa tranquilidad de Babilonia adormecerán las percepciones espirituales de aquellos que se han dejado seducir por los brillos de Babilonia o por las luces de colores de la mundanalidad.
Una pandemia que no da respiro; crisis económicas a punto de generar un gran caos mundial; desastres naturales tan terribles como un volcán que explota en medio del mar en Tonga; todas son señales que nos indican que estamos viviendo al fin de los tiempos. Y esa convicción debe llevarnos a la acción: volver a consagrar nuestra vida, dedicando tiempo a la oración y a la comunión con Dios; pero además, recargar de sentido nuestra misión y nuestra predicación, en el contexto del tiempo del fin.
Por eso, hoy más que nunca, serán tan oportunos estos diez días en los que dedicaremos tiempo a orar y a repasar nuestra misión descrita en los mensajes angélicos de Apocalipsis 14.
Ahora es el momento de orar, reconsagrarnos y cumplir nuestra misión.
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