Frecuentemente, escuchamos a los padres de los adolescentes expresar: “Mi hijo no me escucha”; “Me ignora”; “No acepta mis consejos”. Y, por otra parte, escuchamos a los jovencitos decir: “Mis padres me echan en cara todos mis defectos”; “No me dejan crecer”; “No me escuchan”; “No me entienden”.
En muchas ocasiones, la comunicación con los adolescentes puede llegar a convertirse en un monólogo, o bien en un diálogo sordo, en que ni el adulto ni el adolescente se sienten comprendidos. Como padre o madre, si logras una buena comunicación con tu hijo o hija adolescente, será mucho más fácil tocar su corazón y grabar en ellos las enseñanzas de las verdades eternas.
Para el adolescente, suele ser dificultoso manifestar con palabras aquello que piensa y siente, y le resulta más fácil, en muchas ocasiones, expresarse mediante acciones, con determinados gestos y actitudes (por ejemplo, dar un portazo o llegar tarde a casa). Por otro lado, también tiene la necesidad de diferenciarse (principalmente de sus padres) y empezar a construir su propia identidad. Por este motivo, será natural que se muestre reservado, que cuestione, niegue, y que ponga a prueba aquellas cosas que de niño eran incuestionables.
Entonces, ¿cómo lograr una buena comunicación con tu hijo o tu hija adolescente? Compartimos, a continuación, diez sugerencias que pueden ayudarte a contestar esta pregunta.
Trata al adolescente con el mismo grado de respeto con el que esperas que te trate a ti: Nunca lo insultes; nunca lo pongas en ridículo, ni cuando esté solo contigo, ni mucho menos frente a sus amigos o compañeros.
Escucha: Muchos adolescentes sienten que son poco escuchados. Recuerda que es más importante escuchar que hablar. Si escuchas a tu hijo, lograrás conocer mejor sus pensamientos y sus necesidades. A su vez, él también estará más dispuesto a escucharte.
Da mensajes afirmativos: Cada vez que se presente la ocasión, dile lo mucho que lo aprecias y valoras. Felicítalo por llegar a tiempo a casa, y por ser ordenado y responsable con sus tareas. Coméntaselo de tal forma que se sienta valorado.
No pierdas la paciencia y nunca grites: Si empiezas a gritar, la capacidad receptiva del adolescente bajará a cero. Lo único que conseguirás es alejarlo más. Hay momentos en los que todo jovencito siente que los adultos no lo comprenden. Si en algún momento crees que vas a perder la calma, suspende la conversación, para retomarla en un momento en que hayas logrado sobreponerte.
Da el ejemplo: “Haz lo que digo, no lo que hago” no sirve. Si nos empeñamos en que los adolescentes hagan lo contrario de lo que nosotros hacemos, estamos enviándoles mensajes contradictorios. Ser un ejemplo para ellos facilita mucho las cosas.
Evita los “sermones”, o monólogos. Termina tus frases con otra que invite a la comunicación: “¿Qué piensas tú?”; “Parece muy importante para ti, ¿por qué?”; “Buena pregunta, intentaré contestar”; “Me interesa mucho tu opinión”; “¿Comprendes lo que te intento explicar?”; “¿Te gustaría hablar sobre eso?”
Evita decir frases como: “Porque es así”; “Porque lo digo yo”. Explica las razones de lo que estás tratando de enseñar, de manera tranquila. Es importante que el adolescente sepa por qué le aconsejamos o pedimos que haga algo que no quiere hacer, o por qué no promovemos y rechazamos ciertas actitudes.
Brinda respuestas claras: No permitas que tu hijo o tu hija adolescente tenga que buscar fuera de casa las respuestas que necesita; habla de manera clara y de frente. Conversa los diferentes temas de manera abierta, con naturalidad y sin prejuicios; respeta sus tiempos y escucha cada una de sus inquietudes.
Presta atención antes de enfrentar: En ocasiones, podemos vernos tentados a dejarnos llevar por las conductas externas del adolescente (entra sin saludar, se encierra en su cuarto, etc.). Sin embargo, es vital prestar atención a lo que es realmente importante; vigilar los cambios de ánimo, las tristezas ocultas, sus intereses y otros aspectos son más importantes que enfrentar una conducta. Sé capaz de leer el fondo y/o la razón de la actitud, antes de corregirla.
No lo ignores: Si algo no funciona bien con algún adolescente, no lo ignores ni dejes de hablarle. Trata de acercarte a él y háblale en privado para conocer qué le sucede.
Estas ideas seguramente serán de bendición para ti y para tu hijo o tu hija adolescente; Elena de White habla claramente al respecto: “Dios invita a los creyentes a que dejen de buscar faltas y de pronunciar discursos apresurados y poco amables. Padres, sean bondadosas y agradables las palabras que dirijan a sus hijos, para ayudar a los ángeles a traerlos a Cristo. Se necesita una reforma completa en la iglesia del hogar. Debe empezar enseguida. Debe cesar todo rezongo y todo reto. Los que rezongan y retan les cierran la puerta a los ángeles del cielo y se la abren a los ángeles malos” (Elena de White, Cada día con Dios, p. 109).RA
0 comentarios