Algunos afirman que los primeros cristianos no guardaron el sábado, sino el domingo, en honor a la resurrección de Jesús. Sostienen que en nueve pasajes del Nuevo Testamento existe evidencia para respetar el domingo en lugar del sábado. Veamos cuáles son.
En los evangelios
En esta porción del Nuevo Testamento, el primer día de la semana aparece seis veces (Mat. 28:1; Mar. 16:2, 9; Luc. 24:1; Juan 20:1, 19). En los cinco primeros textos hay información respecto de las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús el primer día, pero no existe ninguna evidencia de cambio en el día de reposo por causa de la resurrección.
En Juan 20:19, Jesús se presenta ante sus discípulos el primer día de la semana. Algunos dicen que esta reunión es el inicio de una observancia dominical. Sin embargo, el mismo texto afirma que los apóstoles estaban reunidos “por miedo a los judíos”, y no celebrando la resurrección, pues para ese momento ellos mismos no creían que Cristo había resucitado (Luc. 24:34-37).
En relación con Pablo
1. Reunión en domingo. “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo que tenía que salir al día siguiente, les enseñaba, y alargó el discurso hasta la medianoche” (Hech. 20:7). Para los defensores del domingo, esto es prueba de que los primeros cristianos ya lo consideraban como día especial de adoración. Pero, en el texto no hay indicación de esto. La reunión se dio porque Pablo tenía que “salir al día siguiente”. Es decir, no estaban guardando el domingo, sino que Pablo se estaba despidiendo de los hermanos de Troas.
La reunión fue nocturna, y puesto que judíos y cristianos usaban la puesta del sol para medir los días, es probable que la reunión haya sido en lo que hoy llamamos sábado de noche. Eso confirma que no estaban celebrando el domingo de resurrección; era una reunión de despedida. “Partir el pan” no vuelve santo a algún día y se hacía continuamente (Hech. 2:46). Se debe aclarar que “partir el pan” puede ser una cena cualquiera (Luc. 24:30), o la Cena del Señor (Mat. 26:26). ¿Qué se celebró ese día? No estamos seguros, pero aun si fuera la Cena del Señor, esta no hizo santo al domingo, ya que la Comunión podía celebrarse en cualquier día (1 Cor. 11:26).
2. Se recogen ofrendas en domingo. “En cuanto a la ofrenda para los santos […] cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas” (1 Cor. 16:2).
Se ha dicho que esto es un culto dominical en el que se estaban recogiendo ofrendas. Pero ¿dice este texto que el domingo es el día de reposo? No. Tampoco se trata de un culto dominical, pues el texto en griego usa una expresión que significa “en su casa”. Al empezar la semana (“cada primer día”), antes de gastar el dinero, los creyentes debían separar recursos para los hermanos de Jerusalén que estaban en necesidad (1 Cor. 16:3; Rom. 15:25-27; Hech. 11:28-30).
El “día del Señor”
En Apocalipsis 1:10, la expresión griega kyriaké hemera (“día del Señor”) se ha interpretado como una referencia al domingo, debido a que es así como se usó a partir del siglo ii, y es así como se usa en el griego moderno.
Sin embargo, es incorrecto explicar la frase según un significado tardío y no como se la entendía en los días de Juan. En el siglo i, el domingo siempre era llamado “primer día de la semana” y no “día del Señor”. El único “día del Señor” que Juan conocía era el sábado. En el Decálogo, el sábado era “para Jehová tu Dios” (Éxo. 20:10), y Dios mismo lo llamó “mi día santo” (Isa. 58:13).
Finalmente, Cristo afirmó ser el “Señor del sábado” (Mar. 2:28). Por tanto, si Cristo es “el Señor del sábado”, por lógica, el sábado es el día del Señor. Así, las pruebas muestran que en Apocalipsis 1:10 Juan habló del sábado y no del domingo.
Conclusión
No hay base para la observancia del domingo. En la Biblia, el único día de reposo es el sábado. Esta es una cuestión de autoridad y obediencia.
Guardar el domingo es reconocer la tradición por encima de la Biblia, pero guardar el sábado es reconocer la autoridad de Dios por encima de todo (Éxo. 20:8-11; Apoc. 14:7, 12).
¡Que Dios nos ayude a ser fieles a su Palabra! RA
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