ESPERANZA DONDE NO LA ESPERAS

Cuando Dios se manifiesta en
lugares impensados.

Caminaba un día de verano, temprano por la mañana, disfrutando del canto de los pájaros y de las colinas ondulantes que se perdían en el horizonte. De repente, cerca de una casa sombría —casi en ruinas— vi un automóvil también entrado en años. El contraste entre las dos escenas era notable: belleza y paz, por un lado; decadencia y soledad por el otro.

Como un reflejo de ese momento, el contraste que vi en el mensaje escrito sobre el vidrio trasero del viejo auto también era notable. Escrito con torpes letras, decía: “Se puede vivir sin Jesús, pero no se puede morir sin él”.

Mientras me alejaba, pensaba en esas palabras. A mi mente vinieron recuerdos de muchos momentos duros en mi historia que, sin Jesús, no habría podido soportar. Era claro que, sin Jesús, no estaría donde estoy ahora en ninguno de los aspectos de mi vida. Por otro lado, es interesante que, en los evangelios, tenemos historias de personas que no pertenecían a la comunidad de creyentes (los “gentiles”, para el pueblo judío) que se acercaron a Jesús porque reconocieron que en él había un poder especial para solucionar problemas imposibles.

Como la historia de la curación del siervo de un centurión romano en Capernaúm. “Y el siervo de cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Al oír hablar de Jesús, el centurión envió a él unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo” (Luc. 7:2, 3, LBLA). O como la historia de la mujer que vivía en la región de Tiro. “Al oír hablar de él, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies. La mujer era gentil, sirofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio” (Mar. 7:25, 26, LBLA).

Vivían sin Jesús, pero supieron ver que hacer frente a las grandes dificultades de la vida sin una propuesta real no es posible. Mientras todo va bien podemos escribir una historia sin Jesús. Podemos usar nuestros contactos, recursos e ideas para lograr tener una sensación de control. Pero, cuando el fuego arde, entramos en otro nivel de necesidad que solo Jesús puede satisfacer.

Ellos lo entendieron bien.
El viejo auto tenía razón.

Es curioso… lo que más recuerdo de aquella caminata no es tanto la belleza y la paz del paisaje sino más bien el mensaje que encontré en medio de la decadencia y la soledad. No es el canto de los pájaros y las verdes colinas lo que destaca en mi mente, sino aquel auto destartalado frente a una sombría y vieja casa, con aquel sabio mensaje.

De la misma manera, me interpela de una forma muy especial la experiencia de estos hombres y mujeres no creyentes que supieron reconocer a Jesús en su momento de mayor necesidad. Encuentro en sus historias una semilla de fe; latente pero poderosa, que hasta maravilló al propio Jesús. “Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande” (Luc. 7:9, LBLA), dijo del centurión.

Podemos encontrar esperanza allí donde menos la esperamos; en las historias de aquellos que parecen estar lejos de Dios, pero que cuando llegan las crisis se dejan tocar por su Espíritu. Puede parecernos disruptivo y contraintuitivo, como lo fue para los discípulos, pero cuando nos deshacemos del peso de nuestros prejuicios vemos el poder de Dios haciendo añicos el poder del enemigo.

Podemos aprender lecciones muy alentadoras de las situaciones más duras que nos tocan vivir porque allí podemos ver cuán cerca está Dios de nosotros. También esto es contraintuitivo. ¿Hay algo positivo que puede salir de una gran crisis? Sí —y mucho. Podemos aprender cosas que nunca aprenderíamos si todo estuviera bien en nuestra vida.

Si en algún momento nos vamos solos por nuestros propios caminos, o si tenemos que atravesar situaciones muy dolorosas, Jesús usará nuestras circunstancias para recordarnos que en él — y solo en él— tenemos esperanza.

  • Lorena Finis de Mayer

    Lorena Finis de Mayer es argentina y escribe desde Berna, Suiza. Desde hace varios años es columnista en la Revista Adventista y sus artículos son muy valorados por la exacta combinación de sencillez y profundidad.

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