Una opción creativa para entender mejor el valor que tenemos para Dios.
Una de las cosas que más nos anima es el sabernos queridos y especiales para alguien. No por lo bien que luzcamos o por lo inteligentes que seamos, sino más bien porque –sencillamente– la otra persona eligió amarnos.
Elegir amar, aunque esto pueda parecer un mal chiste. ¿Y eso? Amamos lo que nos gusta, lo que nos sirve, lo que satisface nuestros deseos y lo que nos hace sentirnos importantes. Por supuesto que elegimos estas cosas. Pero ¿elegir amar algo que no sea tan así?
La realidad es que, cuando miramos un poco más adentro, todo lo que nos gusta, todo lo que nos sirve y nos hace sentir más importantes también tiene su lado imperfecto… bastante imperfecto.
¿Te imaginas que, un día, tu amigo descubre alguno de tus defectos y te dice: “¡Ah, no! ¡Ya no somos más amigos!”? Puede pasar. Pero muchas veces, gracias a Dios, nuestros amigos nos siguen queriendo a pesar de nuestros errores y traspiés. Y esto es maravilloso.
En cierto modo, este es un reflejo muy sencillo de algo mucho más profundo, que no siempre interiorizamos bien. La Palabra de Dios nos enseña que todos –absolutamente todos– necesitamos de la gracia y el perdón de Dios.
Todos tenemos la tendencia a alejarnos de Dios para seguir nuestras propias inclinaciones. Todos buscamos lo que nos parece bien a nosotros mismos, a tal punto que se nos aconseja no apoyarnos en nuestro propio entendimiento y no ser sabios en nuestros propios ojos (Prov. 3:5, 7). Absolutamente todos estaríamos destinados a morir por nuestros propios pecados, si no fuera por Jesús.
Aclaro, no es que elijamos practicar aquello que nos separa de Dios; el pecado voluntario es otra historia. Pero la realidad de los hijos de Dios es que, a veces, igual elegimos caminar por nuestros propios caminos.
Sin embargo, a pesar de tanto pecado y tanto error, Jesús nos ama con un amor que las palabras no pueden describir. Somos errores con piernas. Pecadores ambulantes. ¡Pero amados! ¡Y cómo!
“El Señor tu Dios está en medio de ti, guerrero victorioso; se gozará en ti con alegría, en su amor guardará silencio, se regocijará por ti con cantos de júbilo” (Sof. 3:17, LBLA). Esta promesa es el canto y la delicia de nuestro Señor por sus hijos, por aquellos que aceptaron su salvación, por más que continúen siendo erróneos y llenos de defectos.
Sin embargo, no siempre sabemos gestionar esta tensión. Podemos desanimarnos por nuestras flaquezas y dejar de ver el gran valor que Dios nos da. O podemos salir a buscar nuestro valor en lo que hacemos, y terminamos creyendo en nuestros méritos. Y así nos alejamos de la alegría de sabernos totalmente amados por Dios.
Tal vez necesitemos ser creativos para cultivar la idea de que Dios nos ama a pesar de nuestros errores. Con un poco de imaginación, podríamos acercarnos un poco más a la realidad de lo que significamos para nuestro Padre.
Una vez, sin saberlo, una querida amiga me dio una idea. Estaba aprendiendo a tejer crochet y había terminado un muñequito con varios errores. Pero decidió no corregirlo y lo llamó Mistake (Error). Le sacó fotos, lo puso en escena y se le ocurrió hacerle una “ayuda idónea”.
Pero la ayuda idónea salió demasiado grande. Entonces, la llamó Errónea. Mistake y Errónea son una pareja muy despareja, un ejemplo de lo que no hay que hacer y de lo que se puede corregir. Pero también es una pareja querida como pocas, por más que sea de lana y trapo.
¿Y si creáramos algún adefesio, conscientes de que nos va a ayudar a entender que somos especiales para Dios? Lo vamos a apreciar desde el inicio. Probablemente, la promesa de Sofonías 3:17 se hará más real en nuestra mente: Dios es feliz por habernos creados. Seremos erróneos, pero él nos ama como si fuéramos lo más bonito de todo el universo.
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