¡ENCENDIDOS!

18/09/2023

La relación con Dios en tiempos de pantallas.

La llegada de nuevos medios cambia nuestra cosmovisión del mundo. La escritura, la imprenta, la fotografía, el cine, el teléfono, la radio, la televisión y las tecnologías digitales han tenido un gran impacto en la historia de la humanidad. Todo esto influye sobre cómo socializamos, aprendemos y trabajamos. Y también en nuestra relación con Dios.

Actualmente, la digitalización está entre nosotros. La realidad virtual, la realidad aumentada y el metaverso son conceptos que reflejan cómo lo virtual compite con lo real, y ambos terminan fusionándose. El mundo real se percibe como aburrido en comparación con las posibilidades tecnológicas que ofrece el mundo digital; lo que impulsa a la sociedad a buscar constantemente diversión y entretenimiento (por algo pasamos diariamente en nuestros celulares un promedio de entre dos horas y media y cuatro).

Si bien sería injusto no reconocer los aspectos positivos de esta era digital, no podemos mirar hacia el costado y eludir cómo nuestra relación con Dios (tanto de forma interna como externa), se está viendo afectada. Si bien esto sucede de varias formas, quiero destacar dos de ellas:

1-En primer lugar, la cultura de la gratificación instantánea nos ha acostumbrado a buscar respuestas rápidas y soluciones fáciles. En el estudio de la Biblia, esto puede resultar en una falta de paciencia y enfoque, lo que nos impide profundizar y meditar sobre su mensaje, ya que no dedicamos el tiempo y el esfuerzo necesarios para reflexionar.

La constante distracción digital nos aleja de momentos de comunión con Dios, porque nuestras mentes están dispersas y nos cuesta concentrarnos. Por eso, el llamado de Dios en el Salmo 46:10 es a estar quietos y conocer que Dios será exaltado entre las naciones.

Además, la cultura de consumir información de forma rápida y constante puede dificultar la retención de lo que aprendemos, ya que la falta de repaso y reflexión puede llevar a olvidar rápidamente lo que hemos leído, y entonces no podemos llevarlo a la práctica de nuestra vida cotidiana.

Jesús, en Mateo 7:26 y 27, comparó esto con un hombre necio que edificó su casa sobre la arena, la que ante los vientos y las lluvias de la vida se derrumba.

2-En segundo lugar, la disminución en el compromiso y la responsabilidad hacia nuestra comunidad de creyentes en la iglesia local. En vez de asistir físicamente, preferimos quedarnos en casa, a menudo frente a una pantalla, adoptando una participación más pasiva y menos comprometida.

Es esencial recordar que la adoración congregacional es una parte vital de nuestra relación con Dios. Si nos centramos únicamente en el entretenimiento y nos convertimos en meros consumidores de contenido, corremos el riesgo de perder la esencia de una verdadera conexión con Dios y con nuestra comunidad de fe.

Por eso, Hebreos 10:24 y 25 dice: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como algunos acostumbran, sino animémonos unos a otros, y tanto más cuando ustedes ven que el día se acerca”.

Y esto no solo tiene que ver con quedarse en casa. También se refiere a nuestra actitud cuando estamos participando en nuestra iglesia local, donde tu celular no sale de tus manos mientras “escuchas” el sermón; solo vas para subir a tus historias y estados dónde estuviste, o después de la iglesia te la pasas toda la tarde en las redes sociales.

En conclusión, como dice Santiago 1:5, pide sabiduría a Dios y reflexiona sobre tu propia realidad. La era digital nos ofrece innumerables posibilidades, pero también nos desafía a encontrar un equilibrio que nos permita cultivar una conexión verdadera con Dios y con aquellos que comparten nuestra fe. Seamos sabios.

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1 Comentario

  1. Guillermo Calfunao

    Muy interesante, gracias Pastor Brian!!

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