EL TRASFONDO DE LA REALIDAD

El libro de Génesis y el Conflicto Cósmico.

El ser humano atraviesa experiencias de todo tipo. Las redes sociales están abarrotadas de mensajes de autosuperación y constantemente se postean momentos de felicidad y placer. Abundan mensajes que buscan, de alguna manera, alejarnos de la realidad en la que vivimos. Es un mundo paralelo que nos introduce (si no tomamos las precauciones del caso) en una realidad ficticia que nos abstrae no solo de la realidad, sino también del verdadero trasfondo en el que vivimos y que nos interpela a responder a preguntas existenciales como: ¿Qué hago aquí? y ¿Por qué me suceden estas cosas?

Para responder estas preguntas, es importante entender el trasfondo de la realidad en que vivimos. Este trasfondo primordial es el gran conflicto que aparece detallado en Génesis 3 y que tiene como contexto introductorio a Génesis 1 y 2. Allí se describe la Creación como una obra divina (Gén. 1:1) que fue realizada en un estado de perfección (Gén. 1:31). Además, se le advierte al ser humano creado que no coma del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gén. 2:16, 17). Este pasaje implica que antes de la creación del ser humano ya existía un conflicto y que este podría también ser parte de la nueva Creación. Es decir, esta lucha entre el bien y el mal comenzó en el cielo antes de la Creación, tal como Apocalipsis 12:7 al 9 relata.

Por lo tanto, el conflicto del que hablamos es el conflicto entre Cristo y Satanás. Adán y Eva fueron expuestos y advertidos de esta realidad que discurre tras los eventos que vivimos y que se evidencia en las decisiones que tomamos. Génesis 3 nos abre el panorama de este conflicto.

Este conflicto se trasladó a la Tierra cuando Adán y Eva decidieron desobedecer el mandato divino de no comer de este único fruto que les fue prohibido (Gén. 3:6). Eso implica que las prohibiciones divinas son para nuestro bienestar. Ahora bien, la desobediencia humana trajo consecuencias que muestran cuán lamentable es vivir ajeno a los requerimientos divinos. Esas consecuencias provocaron una separación entre Dios y la humanidad, e incluso afectó la naturaleza.

Lo primero que provocó el pecado fue la separación entre Dios y los seres humanos. Tras comer del fruto prohibido y oír la voz de Dios, se escondieron de su presencia (Gén. 3:8). No solo eso, sino también, cuando fueron encontrados por el Creador, alegaron que tuvieron miedo de su condición (Gén. 3:10). Así que, la relación de Dios con el ser humano se resquebrajó a causa del pecado.

En segundo lugar, las relaciones interpersonales también resultaron afectadas. Cuando Adán y Eva fueron descubiertos en su nueva y triste condición, Adán culpó a Eva, e indirectamente a Dios, de lo sucedido (Gén. 3:12). Eva, quien para Adán fue poco tiempo antes “hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gén. 2:23), y a quienes Dios declaró “una sola carne” con Adán (Gén.  2:24), ahora era acusada de ser la culpable de todo. Adán rompió la unión perfecta que existía entre Eva y él. Esta situación se trasladó incluso más adelante a todos los habitantes de la Tierra al punto de que el asesinato formó parte de la experiencia humana (Gén. 4:8).

En tercer lugar, la naturaleza sufrió consecuencias a causa del pecado del ser humano. El acto de ir en contra de la dirección divina introdujo el sufrimiento y el dolor en la Tierra. Génesis 3 describe varios aspectos relacionados con la naturaleza creada por Dios y ahora afectada por el pecado. Entre algunos aspectos del sufrimiento humano están el dolor desde el momento de la concepción (Gén. 3:16), la necesidad de cultivar con esfuerzo la tierra, y la aparición de espinos y cardos (Gén. 3:16, 17). Finalmente, la muerte ahora sería parte de la nueva realidad humana (Gén. 3:18).

Así, el pecado que entró en nuestro entorno ha provocado toda clase de situaciones de tristeza y dolor, además de romper las relaciones humanas e incluso deteriorar la relación del ser humano con Dios. Sin embargo, debemos tener en cuenta que todo esto es resultado del Gran Conflicto, que sobrepasa la realidad visible para el ser humano. Génesis 3:1 dice que quien provocó todo esto fue Satanás (Apoc. 12:9; 20:2).

Con base en esto, podemos responder las preguntas iniciales. Estamos aquí como creación divina afectada por el pecado, y lo que sucede no es resultado del azar o del destino. Todo lo que sucede debe ser interpretado a la luz del gran conflicto entre Cristo y Satanás. Por lo tanto, recordemos que cada decisión que tomamos refleja de qué lado del Conflicto nos encontramos. ¡Maranata!

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