Si estás la mayor parte del día pendiente de tus redes sociales, te encuentras en un problema. ¿Cómo solucionarlo?
Las redes sociales como Instagram, Facebook, Twitter, WhatsApp, entre otras, nos permiten un acceso a la información y a la comunicación como nunca antes en la historia. Y, si bien esto conlleva ciertos beneficios, no podemos ignorar sus desventajas.
Una de ellas es el llamado síndrome FOMO (Fear of missing out, por sus siglas en inglés), ¿Qué significa? Es el miedo a perderse un acontecimiento emocionante o interesante, y el sentimiento de que los demás tienen una vida más plena y mejor. Esta exposición hace que se idealice una especie de “mundo perfecto”, atractivo e inalcanzable, a raíz de lo que ven en el inicio de sus redes sociales, del que nadie se quiere quedar afuera, lo que produce la necesidad de saber permanentemente lo que están haciendo los demás.
El FOMO trae consecuencias como: constante cuestionamiento de lo que no estás haciendo, compararte permanentemente con el otro, creación de una realidad alternativa que distorsiona lo que realmente sucede, realización de actividades que no te gustan, fingir tu participación en ciertas actividades con el único fin de mostrarlo en tus redes sociales y “no quedarte fuera”; generación de brotes de envidia, hundimiento de la autoestima y generación de una adicción por ansiar pasar más tiempo en las redes sociales.
Pero el FOMO no es algo nuevo. Eva fue incapaz de superar el temor de que se estuviera perdiendo algo; así que, se acercó y sacó la fruta prohibida del árbol. De la misma manera, muchas veces tenemos pánico de que si obedecemos a Dios nos perderemos de algo bueno. A nosotros nos puede suceder lo mismo. A partir de esto, surgen dos preguntas: ¿Cómo saber si padezco de FOMO? y ¿Cómo no ser presa del FOMO?
Para responder la primera, considera estos planteamientos:
¿Miras las actualizaciones de tus redes sociales también en vacaciones? ¿Piensas, cuando estás con amigos, en lo que vas a compartir en tus redes y cómo lo vas a hacer? ¿Te sientes intranquilo o nervioso cuando no sabes lo que están haciendo tus amigos? ¿Sientes tristeza cuando descubres en las redes sociales que tus amigos están haciendo algo sin ti? ¿Compruebas tus actualizaciones también cuando estás con alguien o durante la comida?
Para responder la segunda pregunta, piensa en lo siguiente:
–El FOMO se alimenta de la escasez de tiempo. Piensas que esta vida es tu única oportunidad de ser feliz; y que, si pierdes este momento, nunca habrá otro. Desde luego, esto sería verdad si Jesús no hubiera resucitado, pero la Biblia demuestra que esta vida no es tu única oportunidad de felicidad, ya que nada se compara con la vida eterna. En Dios tienes todo lo bueno. Mientras tengas a Dios, no te perderás nada valioso realmente. Si te falta Dios, te faltará todo.
–Recuerda que la cantidad de información que eres capaz de manejar es limitada. Trata de definir tus valores: ¿qué es lo realmente importante para ti? Luego, establece prioridades convenientemente y concéntrate en lo que verdaderamente te hace dichoso.
–En vez de mirar lo que hacen los demás, y dedicar tu tiempo de ocio a fotografiar, grabar y publicar tus actividades, disfruta de las buenas experiencias y compártelas con los que te importan.
–¿De verdad crees que los que están siempre actualizando su estado y subiendo fotos en las redes lo pasan mejor que tú en la vida?
–Planifica tu ocio, y dedica tiempo a descansar, a estar con tu familia y tus amigos, a practicar tus aficiones, o aprende algo nuevo.
–Limita el tiempo de conexión diaria. Establece un tiempo máximo cada día, diez a treinta minutos, para acceder a las redes y responder las actualizaciones de estado. Si alguien quiere contactar contigo, tiene otras formas de hacerlo.
Concluyo compartiendo lo que dice Proverbios 14:30 (DHH): “La mente tranquila es vida para el cuerpo, pero la envidia corroe hasta los huesos”.
En definitiva, lo único que deberíamos tener miedo de perder es una relación verdadera con Dios.
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