El profundo y alentador significado del sábado en Génesis 2:1-3
Génesis 2:1 al 3 contiene el primer texto bíblico sobre el sábado como día de reposo. Es, además, el primer día completo de la historia humana, ya que viene cronológicamente al final de la creación del hombre. Por lo tanto, este es un texto fundamental para la comprensión histórica y teológica del sábado para la humanidad. A partir del análisis de este primer texto sobre el sábado, podemos identificar las diversas dimensiones de este día.
MÁS QUE SHABAT
La palabra hebrea shabat (“sábado”), que generalmente se usa para designar este día, está ausente en el texto mencionado. Esta ausencia sugiere la intención del autor bíblico de distinguir claramente al sábado de la Creación de las demás “fiestas del Señor” que también son llamadas “sábados”, o días de reposo (Lev. 23:15, 24, 32, 38). Efectivamente, es significativo que, en la lista de las festividades establecidas por el Señor –dada en Levítico 23–, el sábado del séptimo día aparece fuera de las demás fiestas (Lev. 23:3). La mención de la observancia del sábado del séptimo día precede a la lista de las “fiestas establecidas por el Señor”, que son identificadas como tales al principio (Lev. 23:4) y al final (Lev 23:44).
Las celebraciones judías, o “convocaciones santas” (miqrá’), son proclamadas por el mismo pueblo (Lev. 23:2) y su santificación depende de la comunidad nacional judía, mientras que el sábado del séptimo día es proclamado solo por Dios mismo (Lev. 23:3; Gén. 2:3). Mientras los días de fiesta (los otros “sábados”) están relacionados con la vida en la naturaleza y dependen de la astronomía, el sábado como séptimo día de reposo depende exclusivamente de Dios. A partir de esta distinción, Samson Raphael Hirsch –el gran filósofo judío del siglo XIX– concluye que el sábado “es dado como el punto de partida y el clímax de todos los días santos”.1
EL RITMO DE SIETE
El texto de Génesis 2:1 al 3 contiene una triple repetición de la frase “séptimo día” dentro del ritmo de siete palabras en hebreo por cada línea. Esto muestra una construcción literaria por la cual el autor tiene la intención de enfatizar la importancia del “séptimo día”.
Veamos: “Y acabó Dios en el séptimo día la obra que hizo [siete palabras, en hebreo]. Y reposó en el séptimo día de cuanto había hecho [siete palabras, en hebreo]. Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó [siete palabras, en hebreo]”.
No se debe pasar por alto ni subestimar el hincapié en “séptimo”. La llamada de atención a las lecciones teológicas importantes es intencional. Primero, esta es una forma literaria de enfatizar la conexión del sábado con la historia. El sábado no es una verdad espiritual abstracta que se pueda aplicar a cualquier día: es esencialmente el “séptimo día” (Éxo. 20:10). Está situado con precisión en el flujo cronológico del tiempo. La cualificación de “séptimo día” pone a la religión en la carne de la historia. Segundo, el uso del número ordinal “siete” a continuación de los números ordinales precedentes (primero a sexto) refuerza el entendimiento de que los seis días del relato de la Creación son de la misma temporalidad histórica. Esos son todos días solares (de puesta de sol a puesta de sol). Tercero, la expresión “séptimo día” resalta el suceso no accidental. El tiempo especificado como el séptimo día de la Creación no está sometido a los caprichos del azar que son parte del paradigma evolucionista. Cuarto, la especificación “séptimo día” se refiere a la dimensión existencial de la fe en la carne de la existencia humana, en el tiempo. El “séptimo día” se refiere a una verdad que no es solamente una declaración dogmática sobre la cual pensar o para creer de corazón y mente: es una parte real y concreta del ritmo de la vida, marcada precisamente en el “séptimo” día con un punto exacto de principio y fin.
Es más, el énfasis en este día único en vez de en cualquier otro día (otro día o todos los días) señala fuertemente el carácter monoteísta de la religión bíblica. Que Dios haya descansado en el séptimo día expresa la realidad de este Dios particular, el Dios excepcional con quien se supone que consideremos una relación personal y única.
Entre los números hebreos, el siete es probablemente el número usado con mayor frecuencia en conexión con cuestiones sagradas. Es un número que se usa en varios contextos rituales y religiosos. Este número denota algo completo, perfección y consumación. Significa que estamos en un contexto religioso, en un tiempo sagrado, que implica la presencia y la participación de Dios. Significa que la Creación no es el resultado del azar para los seres humanos. Significa adoración y temor reverente. Significa que la Creación de Dios está finalizada, y es perfecta y no necesita progresar.
UN DÍA DE LA CREACIÓN
El séptimo día se refiere explícitamente a la Creación al usar los mismos verbos hebreos técnicos que expresan el acto divino de la Creación (bará’, ‘crear’; ‘asá, ‘hacer’); el mismo objeto de la Creación (shamáim va’árets, ‘cielos y tierra’); y el mismo sujeto de la Creación (’elohim, ‘Dios’).
El número también señala hacia la Creación divina en siete días. De hecho, el séptimo día no se refiere solo a los siete días de la Creación, sino también al ritmo de siete que constituye la textura misma del evento mismo de la Creación, como se ejemplifica en los siguientes casos:
-Siete días: La semana de la Creación tiene siete días.
-Siete palabras: Génesis 1:1 tiene siete palabras en hebreo: (bere’shit bará’ ’Elohim et hashamáim ve’et ha’árets). Asimismo, el segundo versículo está compuestos por catorce (siete por dos) palabras.
-La palabra clave bará’ (‘crear’) aparece siete veces en el relato de la Creación del Génesis.
-Hay siete estribillos: La frase clave vaiar’ ’Elohim […] ki tov (‘vio Dios que […] era bueno’) aparece siete veces.
-La frase clave vaihí jen (‘y así sucedió’) aparece siete veces.
Este eco enfático en el “siete” sugiere una conexión histórica importante entre los dos tiempos de la Creación: el séptimo día y los seis días comparten la misma cualidad histórica y la misma cantidad de tiempo. Tanto el séptimo día como los seis días son históricos; y son días de atardecer a atardecer.
UN DÍA HISTÓRICO
La historicidad del séptimo día en el relato bíblico de la Creación no solo está indicada por medio de su nombre, sino también está expresada por medio de características gramaticales, lingüísticas y estilísticas.
1-El uso del artículo determinado para iom hashishí (‘el sexto día’, Gén. 1:31) y para iom hashevi‘í (‘el séptimo día’, Gén. 2:2) refleja el carácter histórico de estos dos días, los únicos días en que los seres humanos estuvieron presentes. El artículo determinado hebreo tiene una fuerza demostrativa que señala la condición particular que está presente para el narrador. Estos dos días son vividos por los primeros seres humanos como el primer tiempo humano, el principio de la historia humana.
2-La ausencia de la frase regular vaihí ‘érev vaihí bóquer (‘así fue la tarde y la mañana’) en el séptimo día no implica una atemporalidad espiritual de ese día visto como eterno, sino que, por el contrario, expresa y aun resalta la experiencia histórica, presente y concreta de este día, el único día completo en que los humanos están presentes y experimentan esa realidad histórica, y por lo tanto, el único día completo en que la mención de “tarde y mañana” no es necesaria. Es más, debemos notar que el número ordinal “siete” implica que este día sigue cronológicamente a los seis días precedentes e implica que se refiere a la misma unidad de tiempo (de tarde a tarde: 24 horas) que los seis días previos.
3-A la mención del séptimo día en el relato de la Creación en Génesis 1 y 2 le sigue inmediatamente la línea ’ele toledot hashamáim veha’árets behibar’am (“este es el origen [historia] de los cielos y la Tierra cuando fueron creados”, Gén. 2:4). Esta frase define el género o estilo literario de todo el relato de la Creación como una genealogía; que es, de hecho, una forma literaria de ratificar su autenticidad histórica. Al ser el último eslabón de la genealogía, el séptimo día es el producto final de esa genealogía y así es identificado como testigo real, presente e histórico de la realidad histórica del relato de la Creación. Esta intención también es reforzada por su unidad literaria con las otras genealogías de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, que articulan el resto del libro.
A menudo separamos la “Creación” de su contexto histórico, y la consideramos una “doctrina” separada (que por lo general ocurre en debates de la relación entre la ciencia y la religión). Pero esto viola la intención de las historias de la Creación. Nos quieren hablar primariamente de historia. Por consiguiente, el mayor peso se debe dar a la forma de estas historias: son “registros históricos” y, como tales, forman parte de la narración histórica.2
Ignorar el carácter histórico de la genealogía del relato de la Creación o de su último nexo (el séptimo día) equivale a cuestionar el carácter histórico de todas las demás genealogías y de todos sus respectivos nexos finales con Abraham, Isaac, Jacob y José.
UN DÍA DIFERENTE
El séptimo día es fundamentalmente diferente de los otros días. Esto provocó que los eruditos medievales colocaran el punto divisor entre los capítulos 1 y 2 precisamente en este versículo. Los latiguillos regulares que aparecen en los otros días (“dijo Dios”, “así fue la tarde y la mañana” y “era bueno”) están ausentes. Hasta la Creación es diferente. El séptimo día no tiene un día correspondiente en las secciones previas de la Creación, como es el caso de los demás días, donde los días 1, 2 y 3 corresponden a los días 4, 5 y 6. Entonces, el séptimo día queda fuera del patrón 3-3 de la semana de la Creación (donde el día 1 se equivale con el 4; el 2 con el 5 y el 3 con el 6).
Esto no significa que el séptimo día pertenezca a otro contexto literario que estaría fuera de la Creación, insinuando otro orden de tiempo y espacio. El sábado como día de reposo también es parte de la Creación de Dios. Así, el origen del sábado no es humano o de la cultura hebrea/judía.
EL SÁBADO ES UN DÍA DE DELEITE
La aparición del sábado viene inmediatamente después de la evaluación divina de Génesis 1:31: Todo lo que Dios había hecho “era bueno en gran manera”. Hasta ahora, la declaración cualificativa que marcaba la obra divina diaria de Creación solo era la de “era bueno”, que aparece seis veces (Gén. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25). El hecho de que la expresión “bueno en gran manera” sea la séptima en aparecer, sugiere su asociación con el séptimo día. La adición de me’od (‘en gran manera’) implica la idea de totalidad, porque kol (‘todo’) está incluido ahora y, por lo tanto, incumbe al sábado, que es precisamente el día que incumbe el “todo”, y que es el “séptimo día”, lo que implica algo completo.
EL SÁBADO ES UN DÍA ESCATOLÓGICO
El sábado es un día de esperanza porque es un tiempo que promete el fin del mal y porque es un tiempo que evoca el jardín perdido del Edén.
“EL SÁBADO ES UN DÍA DE ESPERANZA PORQUE ES UN TIEMPO QUE PROMETE EL FIN DEL MAL Y PORQUE ES UN TIEMPO QUE EVOCA EL JARDÍN PERDIDO DEL EDÉN”.
La cualidad escatológica del sábado es transmitida por medio de la repetición enfática del verbo kalá (‘acabar’, Gén. 2:1, 2), que implica el epílogo total del sufrimiento, cuando “Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Y no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4; Isa. 25:8). Desde el punto de vista del día de semana, el tiempo del sábado es un tiempo que anhela la Creación de Dios: “Sabemos que hasta el presente todas las criaturas gimen a una, y a una sufren dolores como de parto” (Rom. 8:22).
El sábado también es un tiempo que señala de vuelta al pasado antiguo. Contiene el recuerdo del primer sábado, cuando los seres humanos estaban totalmente felices en el jardín perfecto del Edén con el Árbol de la vida, y cuando Dios estaba presente en persona. De hecho, esta idea está insinuada en el cuarto mandamiento del Decálogo, cuando nos insta a acordarnos del día de reposo (Éxo. 20:8). El llamado a recordar no concierne meramente al cuarto Mandamiento; también es más directamente una referencia al primer día de la historia humana: el séptimo día de la Creación en Génesis 2:1 al 3.
“EL SÁBADO ES EL PRIMER DÍA EN QUE ADÁN Y EVA ESTÁN PRESENTES. ES LA BISAGRA ENTRE EL EVENTO PASADO DE LA CREACIÓN Y LA INMINENTE HISTORIA HUMANA, Y PERTENECE A AMBAS PARTES DE LA HISTORIA”.
El sábado también nos recuerda que el proceso de salvación requiere el evento cósmico de la creación de un Cielo nuevo y una Tierra nueva, que –necesariamente– implica el fin de esta (Isa. 65:17; Apoc. 21:1). Cabe destacar que la referencia a “acabar” (como la de Gén. 2:1), que da conclusión a la Creación e inicia al sábado, se la encuentra otra vez al final de las siete etapas de la construcción del Santuario en el desierto (Éxo. 40:33) y al final de los siete años de construcción del Templo de Salomón (1 Rey. 6:38; 7:51). Así, el Santuario/Templo es identificado con la creación divina del mundo (Sal. 78:69). Se presenta la construcción del Templo como un paralelo de la construcción del mundo; una pista importante del proceso cósmico de salvación.
EL SÁBADO ES UN DÍA DE ADORACIÓN
El sábado como día de reposo es esencialmente un tiempo y un acto de adoración. Históricamente, porque es el tiempo que respondió al evento de la Creación, como se registra en Génesis 2:1 al 3; y teológicamente, porque el acto de adorar al Creador divino es la respuesta natural y lógica al acto creador de Dios, como se ratifica en la Biblia en general y en los Salmos en particular. En este libro de la Biblia se dice que “él nos hizo, y somos de él” (Sal. 100:2, 3); que es “nuestro Hacedor” (Sal. 95:6) y que fuimos creados y diseñados para la adoración (Sal. 102:18). También se sostiene que Dios creó el Universo (Sal 95:1-5).
CONCLUSIÓN
El sábado como día de reposo no es solo una verdad dogmática que se debe creer y observar. Es más que una cuestión del día correcto para guardar. Como es el séptimo día (y no otro), es un día que está colmado de un significado especial. Este es el día que nos saca de la preocupación de este mundo ocupado y arruinado. Este es el día que nos hace tener esperanza. Es el día que nos da un anticipo del Reino de paz, vida y amor, el Reino de la presencia de Dios. Este es el día de adoración, no como una reafirmación o autopromoción cultural, sino como un paso hacia Dios.
Este es un día de separación, un día diferente. Pero este también es el día que nos conecta con el tiempo, con la historia, con la vida, con la humanidad, con la belleza y el gusto concretos de la Creación divina, y con nuestro Dios personal y único. Es el día de “Dios con nosotros”. Este es el día cuando se proclama y se disfruta la gracia de Dios por medio de sus regalos.
“EL SÁBADO COMO DÍA DE REPOSO NO ES SOLO UNA VERDAD DOGMÁTICA QUE SE DEBE CREER Y OBSERVAR. ES MÁS QUE UNA CUESTIÓN DEL DÍA CORRECTO PARA GUARDAR. ES UN DÍA QUE ESTÁ COLMADO DE SIGNIFICADO ESPECIAL”.
Génesis 2:1 al 3 resalta la conexión histórica entre el sábado como día de reposo y la Creación en seis días. El séptimo día viene cronológicamente después de los seis días y así pertenece al mismo evento del acto divino de Creación en seis días. Este también es el único día del relato de la Creación y el primer día de la historia humana en que los seres humanos están presentes y son testigos de su primer atardecer y de su primer amanecer. Así, el sábado está situado en la bisagra entre el evento pasado de la Creación y la inminente historia humana, y pertenece a ambas partes de la historia. El sábado tiene la función doble de dar testimonio de la historicidad del evento pasado de la Creación y también de dar comienzo a la historia humana. Pertenece a ambas. Por lo tanto, cuestionar la esencia histórica del evento de la Creación en seis días equivaldría a cuestionar la esencia histórica del séptimo día.
De hecho, el sábado es la prueba tangible, real y vivencial de la realidad histórica de los seis días de la Creación. Observar el sábado del séptimo día a la vez que se rechaza la historicidad de la Creación que proclama y a la cual pertenece es, por lo tanto, no solamente desprecio del testimonio bíblico, sino también, desde el punto de vista lógico, evidentemente absurdo.
“EL SÁBADO NOS RECUERDA QUE EL PROCESO DE SALVACIÓN REQUIERE EL EVENTO CÓSMICO DE LA CREACIÓN DE UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA, QUE IMPLICA EL FIN DE ESTA”.
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JACQUES B. DOUKHAN, pastor y Doctor en Teolgía. Se desempeña como profesor emérito de Hebreo y Exégesis del Antiguo Testamento en la Universidad de Andrews, Michigan, Estados Unidos, y es autor de numerosos libros.
Referencias
1 Samson Raphael Hirsch, Shabbos Perspectives [Perspectivas sabáticas] (New York: Feldheim, 2020), p. 64.
2 Bernhard W. Anderson, Creation Versus Chaos: The Reinterpretation of Mythical Symbolism in the Bible [Creación versus caos: La reinterpretación del simbolismo mítico en la Biblia] (Nueva York: Associated Press, 1967), p. 33.
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