Durante los últimos dos años, hemos tenido la alegría y el privilegio de compartir temáticas e inquietudes comunes a la mayoría de los matrimonios y las familias. Es posible que, ante las dificultades que suelen presentarse, más de uno llegue a pensar que es demasiado tarde, por ejemplo, para salvar su matrimonio; o que sus hijos ya han ido demasiado lejos y es tarde para corregir los errores cometidos en su educación y crianza. Sin embargo, como cristianos, tenemos la certeza de que nunca es demasiado tarde, porque nada es imposible para Dios.
Si sientes que estás al final del camino y te ves tentado a desistir, recuerda que tu verdadero enemigo no es tu cónyuge, tus hijos o tu mal genio; hay una fuerza mayor, Satanás, que trata de destruir lo que Dios ha formado. Sin embargo, no debemos desanimarnos, Dios está de nuestro lado. Cuando Elías y su criado se vieron rodeados por un gran ejército, el profeta expresó: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2 Rey. 6:16). Dios está de tu parte; acude a él cuando te sientas abrumado y necesites una victoria. Permanece firme en su Palabra, y cree que él está contigo, deseoso de intervenir en tu favor. Es cierto que no puedes obligar a tu cónyuge a cambiar, ni tampoco a tus hijos u otro familiar. Pero puedes orar, y creer que él o ella sentirán la necesidad de cambiar. Esta no es una estrategia débil, ni tampoco se trata de una forma de resignación; al contrario, la oración y la intercesión tienen poder, porque Dios es todopoderoso. Cree en el Dios de lo imposible.
En Génesis 18, Sara se rió cuando oyó a escondidas que finalmente tendría un bebé. Sara era anciana, y tanto ella como Abraham, su esposo, pensaban que era imposible tener un hijo. La respuesta del Señor a Abraham fue: “¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo” (Gén. 18:14, NVI).
Jeremías 32:17 nos recuerda: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti”. Estas palabras fueron repetidas cuando el ángel le anunció a María que tendría un hijo por obra del Espíritu Santo: “Porque nada hay imposible para Dios (Luc. 1:37). Jesús declaró: “Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mat. 17:20). Elena de White nos recuerda que “Jesús ve el fin desde el principio. En toda dificultad tiene su camino preparado para traer alivio. Nuestro Padre celestial tiene, para proveernos de lo que necesitamos, mil maneras de las cuales no sabemos nada” (El Deseado de todas las gentes, 297); y en otro lugar añade: “Por sus fervientes oraciones de fe, pueden mover el brazo que mueve el mundo” (El hogar cristiano, 227).
¿Crees en el Dios de lo imposible? ¿Le permitirás que haga un milagro en tu corazón? ¿Clamarás a él por tu hogar, tu matrimonio y tus hijos? Si Dios no es lo suficientemente poderoso para hacer lo que promete, ¿quién lo es? Si Dios no puede cambiar los corazones, sanar las heridas y restaurar los hogares y las familias, ¿quién podrá? Por eso, la próxima vez que sientas que el enemigo está atacando tu hogar, o te sientas abatido, desanimado o sin esperanza, recuerda que todas las cosas son posibles para Dios. Las transformaciones y los milagros que ha obrado en la vida de otros los puede hacer por ti también. Pon tu esperanza en Dios.
Ha sido un privilegio acompañarlos durante estos últimos dos años a través de esta columna de la Revista Adventista. Continuarán con este desafío, a partir de enero de 2020, los esposos Karl y Valeria Boskamp.
Lindísimo artículo digno de compartirse. Bendiciones.
El Dios de los imposibles, son grandiosas las reflexiones que se realizan, son de mucha ayuda.