EL CELULAR Y LAS VACACIONES

07/03/2025

Los beneficios de la desconexión.

María terminó de hacer las maletas de sus hijos, Carlos (de once años) y Juan (de ocho). Su marido metió sus cosas en el maletero del automóvil. Serían seiscientos kilómetros de carretera y quería salir pronto para no quedarse atascado en el tráfico.

Hacía mucho tiempo que no iban a aquel hotel alejado de la ciudad, que era muy bonito. Juan estaba muy ilusionado. Las últimas vacaciones de la familia en ese lugar habían sido hacía cuatro años, y las había disfrutado mucho porque su padre lo había llevado por unos senderos cercanos a aquel hotel rural.

Sin embargo, Carlos pensaba que este paseo no sería bueno porque no habría mucha señal de Internet, y últimamente estaba más pendiente del teléfono que de hacer otras cosas. Por esta razón, su madre se quejaba mucho de que ya no hablaba con la familia y él se enfadaba porque su padre (paradójicamente) estaba todo el tiempo pendiente de su celular. La incoherencia era visible y estaba a la orden del día. La explicación “Lo que pasa es que tu papá usa su teléfono para trabajar” no lo convencía en absoluto y todos los sabían.

Esa noche, antes de que su marido se fuera a la cama, la esposa le habló del tema: “Amor, por favor, en estas vacaciones, vamos a intentar que nadie esté pendiente del celular; hay que desconectarse en algún momento… yo sé que tú puedes hacerlo”. Su marido la miró y estuvo de acuerdo en que era importante, y se fue a dormir.

Los dos primeros días de esa semana fueron un reto complicado. Dejar el celular apagado siempre traía algún conflicto, e incluso hubo momentos en los que María tuvo que controlar los ánimos de todos. Más allá de esto, al tercer día sin celular, las cosas empezaron a calmarse. Carlos empezó a hablar más con sus padres y a jugar más con su hermano. Parecía que se habían eliminado las barreras a la comunicación familiar y que todos empezaron a disfrutar más.

Lo más interesante de las vacaciones fue el comentario de Carlos: “Papá, hacía mucho que no tenía esta sensación; que el tiempo pasa despacio… parece que el día no se acaba nunca, ¡me gusta!”

En mis vacaciones familiares, tengo una práctica que me ha ayudado mucho, y cualquiera que me conozca sabe lo mucho que hablo de ella. Suelo dejar el teléfono en la caja fuerte de la habitación del hotel, y solo lo enciendo por la noche para tranquilizar al resto de la familia y que sepan que estamos vivos y disfrutando. Mi mujer toma las fotos con su celular, pero incluso hay días en los que yo también tomo su teléfono y lo meto en la caja fuerte. Realmente notamos la diferencia cada vez que ponemos esto en práctica, y también vemos cuánto tiempo nos consume cuando –por alguna razón– no dejamos el aparato en la caja fuerte.

Estamos perdiendo la costumbre de mirarnos a los ojos, de prestar atención al paisaje, y de absorber y disfrutar del momento que estamos viviendo en vacaciones. El tiempo pasa a un ritmo muy diferente cuando nuestra mente está pegada al celular, y la industria sabe lo mucho que nos absorbe. Así, nuestras vacaciones pasan de largo, y nuestra mente no disfruta ni descansa realmente.

Estar desconectados del teléfono nos ayudará a centrarnos en lo más importante del momento. Nos ayudará a conectar con nuestra familia de otra manera e incluso a conectar con Dios de otra manera.

Además, cada semana tenemos el sábado, un día de reposo que Dios nos ha regalado para que podamos volver a conectar con él, hablar con él, aprender de él y disfrutar del día con él. El reto de dejar el celular es semanal. ¿Lo conseguiremos tú y yo?

Artículos relacionados

¿TRANSPARENTE, ESMERILADO U OSCURO?

¿TRANSPARENTE, ESMERILADO U OSCURO?

Todo depende del cristal con que lo mires. Ana entró en su casa preocupada por una conversación que había tenido con su jefe al regresar del trabajo. No solo estuvo pensativa todo el camino. También estuvo enfadada, ansiosa, decepcionada y asustada. Nunca había tenido...

EXPECTATIVAS DE AÑO NUEVO

EXPECTATIVAS DE AÑO NUEVO

 ¿Va a llover? ¡No lo creo! Por Pablo D. Canalis Marcos y su hermano Claudio, de diez y ocho años respectivamente, se levantaron temprano para disfrutar del primer día de vacaciones. Sus padres aún estaban cansados del viaje del día anterior ya que habían tenido...

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *