¿Qué efecto produce sobre nuestro cuerpo el enojo crónico?
La ira o enojo, al igual que cualquier otra emoción, es una respuesta natural a ciertos estímulos. Sin embargo, cuando se torna una fuerza dominante en la vida puede tener efectos negativos significativos sobre la salud física y mental. La carga fisiológica y psicológica del enojo crónico puede ser profunda e impactar no solo al individuo que la experimenta sino también a los que lo rodean.
El enojo prolongado afecta negativamente la salud cardiovascular. Cuando lo experimentamos, nuestros cuerpos liberan hormonas del estrés como adrenalina y cortisol, que pueden elevar la presión arterial y acelerar los latidos del corazón. Con el tiempo, la activación crónica del sistema de respuesta al estrés del cuerpo puede llevar a la hipertensión, un mayor riesgo de afecciones cardíacas y aun a accidentes cardiovasculares.
La ira puede debilitar el sistema inmunológico.* El estado constante de agitación asociado con este sentimiento puede suprimir la respuesta inmunológica y tornar más susceptibles a los individuos a las infecciones y enfermedades. Los estudios han mostrado que las personas que luchan con el enojo crónico tienen mayores probabilidades de experimentar resfríos frecuentes, infecciones y otras cuestiones de salud.
En el ámbito de la salud mental, los enojos no resueltos o crónicos pueden contribuir al desarrollo de trastornos del estado de ánimo, como por ejemplo la depresión y la ansiedad. Los pensamientos y emociones negativas persistentes asociadas con la ira pueden erosionar el sentido propio del bienestar y llevar a sentimientos de desesperanza y desesperación. El enojo puede poner presión sobre las relaciones con amigos, familiares y colegas y llevar así al aislamiento y la soledad.
La ira puede nublar el juicio y la capacidad de tomar decisiones. Al verse consumidos por este sentimiento, los individuos pueden actuar de manera impulsiva e irracional, lo cual los puede llevar a consecuencias que más tarde lamentarán. Tanto las relaciones personales como profesionales pueden dañarse, acaso más allá de la posibilidad de reparación.
He aquí cuatro estrategias que lo pueden ayudar a vencer el enojo:
1-Estudio de la Biblia y oración: Leer y profundizar en la Escritura puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestras emociones y a estar mejor equipados para manejarlas. Podemos aprender a reconocer el enojo sin dejarnos consumir por él, para entonces permitir una respuesta más controlada.
2-Expresión saludable: Encuentra canales saludables para expresar el enojo, como por ejemplo hablar con un amigo o terapeuta de confianza, tener un diario personal o hacer actividad física para liberar la energía y tensiones acumuladas.
3-Manejo del estrés: Dado que el enojo se relaciona con el estrés, adoptar técnicas de manejo del estrés puede ser fundamental para reducir su intensidad y frecuencia. Esto puede incluir prácticas tales como hacer ejercicios de respiración profunda o participar de pasatiempos o actividades que promuevan la relajación y el disfrute.
4-Capacidad de resolver conflictos: Aprender a tener una comunicación efectiva y la capacidad de resolver conflictos puede ayudar a impedir que el enojo se transforme en conflictos destructivos. Al escuchar con atención las perspectivas de otras personas, los individuos pueden manejar los desacuerdos en forma constructiva.
Experimentar enojo es una emoción natural e inevitable, pero su expresión crónica y desenfrenada puede tener profundos efectos negativos tanto en la salud física como mental.
Mediante acciones deliberadas y específicas (y por la gracia de Dios, sin duda) los individuos pueden vencer la ira y cultivar mayor bienestar y resiliencia.
Recuerda este texto bíblico: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4:13).
Referencias
*Samuel Brod, Lorenza Rattazzi, Giuseppa Piras y Fulvio D’Acquisto. «As above, so below. Examining the Interplay between Emotion and the Immune System». Immunology, 143, no. 3 (2 de octubre de 2014), pp. 311–318. https://doi.org/10.1111/imm.12341
0 comentarios