Una práctica valiosa para mejorar la calidad de vida y la satisfacción personal.
Frecuentemente salgo a caminar a un parque cercano en las primeras horas del día. Es un momento maravilloso. Ver el cielo tenue, ligero y transparente. Sentir el aire fresco, observar los colores brillantes de las hojas de los árboles y las perlas rutilantes que exuda la vegetación que conserva el rocío de la noche. Por lo general, un silencio flota en el ambiente, que a veces es suspendido por los sonidos de algún pájaro que celebra el nuevo día. El camino va zigzagueando por regiones donde el follaje se hace tupido e intenso, donde la savia rebosante de las venas ocultas de la naturaleza produce un fuerte perfume vegetal.
Estar inmersos en la belleza de la naturaleza nos hace sentir bien y nos recuerda a Dios, el gran Creador de todo. Es una experiencia excelsa de disfrute, igual que escuchar una pieza musical clásica extraordinaria interpretada con talento u observar obras de arte pictóricas, escultóricas o arquitectónicas. También puede aplicarse a admirar las habilidades de algún deportista o una persona destacada en alguna actividad.
El disfrutar de la belleza es una virtud del carácter. Es admirar o asombrarse por la perfección y la grandeza del arte, sentirse elevado por las bondades de la excelencia.
Las investigaciones han demostrado que esa fortaleza del carácter se relaciona con conductas saludables, actitudes prosociales y altruistas. Proporciona bienestar emocional y espiritual, y nos brinda motivación, creatividad y un sentimiento de gratitud, al reconocer la presencia de Dios en tantas cosas hermosas que ha creado. También nos da equilibrio, ya que nos recuerda que la vida tiene aspectos positivos y momentos de alegría que pueden contrarrestar, balancear, las dificultades y los malestares.
En resumen, disfrutar de la belleza enriquece la vida, mejora la salud emocional y mental, nos ayuda a encontrar significado y propósito en el mundo que nos rodea. Ahora, pues, considerando que la apreciación de la belleza es una práctica valiosa para mejorar la calidad de vida y la satisfacción personal, ¿por qué no fomentarla y ejercitarla todo lo posible?
Cada mes proponemos desarrollar alguna virtud del carácter. Entonces, ¿cómo cultivar la apreciación de la belleza? Podemos hacerlo dedicando tiempo cada día a observar algunas de las manifestaciones de la belleza en la naturaleza, el arte o la bondad moral de otros. Por ejemplo, pueden realizarse “caminatas de belleza”, apreciando las manifestaciones extraordinarias de la Creación de Dios y agradeciendo por ello.
Un buen ejercicio es percibir las emociones que se experimentan ante algo realmente bonito, como pueden ser paz, energía, asombro, motivación, elevación u algún otro sentimiento. Disfruta de estas escenas de la naturaleza. Aprecia lo bien que te sientes. ¡Ojalá que este ejercicio constituya una experiencia enriquecedora y potenciadora en tu vida!
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