¡Qué bueno fue encontrar otra fuente histórica sobre la antigua y apasionante historia del pionero Jorge Riffel y su familia! En este caso, relatada por el Pr. Juan Riffel, en un libro del departamento de Educación de la Asociación General.
Por eso, en este mes y en el próximo (en concordancia con la celebración de los cien años de la División Sudamericana), transcribo este fresco relato que escribiera el mencionado descendiente de Jorge Riffel.
“ ‘¡Allí adelante está el puerto!’, dijo, con una exclamación, David a sus padres mientras ellos, con gran expectativa, miraban fijamente hacia adelante. ‘¿Creen que alguien estará esperándonos?’, les preguntó el joven.
“El Sr. Jorge Riffel y su esposa escudriñaban el rostro de cada uno de los que estaban en el muelle, mientras el buque se acercaba a la orilla. Finalmente, un hombre comenzó a agitar sus brazos frenéticamente y a llamar a sus amigos [se refiere a Reinaldo Hetze, quien, junto con su esposa, María Gerlach, dejó Rusia en 1887 para radicarse en la Argentina].
“ ‘¡Allí está él!’, exclamó el Sr. Riffel. ‘Allí está nuestro antiguo vecino. ¡Qué bueno fue que viniera!’
“En poco tiempo, las cuatro personas estaban juntas en el muelle hablando con gran entusiasmo. ‘¡Es bueno estar de vuelta!’, afirmó el Sr. Riffel. ‘Le estamos trayendo buenas noticias de los Estados Unidos’.
“ ‘Sí’, dijo David. ‘¡Mi padre vino en persona para contestar todas las preguntas de sus cartas!’
“La familia Riffel había estado viviendo en el Estado de Kansas (Estados Unidos) durante los últimos cuatro años. Ahora estaban regresando a la Argentina. Mientras estuvieron viviendo en los Estados Unidos, asistieron a algunas reuniones campestres y llegaron a conocer las verdades del mensaje del tercer ángel. Llenos de alegría por causa de su fe recién descubierta, escribieron y les contaron a sus antiguos amigos que vivían en la Argentina lo que habían aprendido.
“Después de intercambiar cartas durante algún tiempo, Reinaldo Hetze les escribió, y dijo a la familia Riffel que estaba dispuesto a guardar el séptimo día, sábado, si tan solo tuviera alguno que lo observara con él.
“ ‘Eso resuelve el problema’, había dicho Jorge Riffel. ‘Venderemos nuestra granja aquí, en Kansas, y volveremos a Sudamérica. Podemos ayudar a abrir la obra en la vasta expansión de ese gran país’.
“Después de trillar y vender su trigo, Jorge Riffel, su esposa y su hijo David se embarcaron hacia la Argentina. Llegaron a Buenos Aires, y después tomaron un vapor pequeño para realizar el viaje de más de un día por el gran río Paraná, hasta un lugar llamado Puerto Diamante. Allí, un viernes frío y húmedo de agosto de 1890, se encontraron con su viejo amigo, Reinaldo Hetze.*
“Después de cargar el equipaje, los Riffel treparon al carro de Hetze. Aún tenían unos 28 kilómetros para llegar, por caminos campestres de tierra. El Sr. Riffel estaba deseoso de llegar a algún lugar antes de la puesta del sol. Durante el viaje de tres horas, Jorge Riffel contó a Reinaldo muchas cosas de los Estados Unidos. También le dijo cómo había encontrado la verdad del sábado y cómo tuvo un conocimiento de la segunda venida de Cristo.
“ ‘Jorge, estoy convencido de que todo lo que dices es verdad. Prometí que si tuviera alguno que guardara el sábado conmigo yo también lo guardaría. Nunca creí en una doble forma de vida. Ustedes tres han venido. Muy pronto llegará un nuevo sábado; entonces, ¡adoremos juntos!’
“Hasta donde se sepa, ese fue el primer sábado que se observó en Sudamérica”. RA
* La fecha no coincide con lo que se cuenta en otras fuentes respecto de la llegada de los Riffel a Diamante, Entre Ríos, Rep. Argentina, un viernes de febrero de 1890.
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