¿DE QUÉ LADO ESTÁS?

Un año nuevo implica nuevas resoluciones.

De generación en generación, ha habido una creciente falta de respeto y desprecio por la Ley de Jehová. Y, cuando llegamos a nuestro tiempo, a medida que nos acercamos al final de la historia de este mundo, existe una depravación en todas partes que revela el hecho de que la Ley de Dios es anulada, y que no hay en la mente y el corazón de las personas un deseo anhelante de que Dios se revele. “Es tiempo de que actúes, Señor, porque han invalidado tu ley” (Sal. 119:126).

¿Cuál debe ser la actitud del pueblo de Dios en el tiempo presente? Vemos este creciente desprecio por la Ley de Dios revelado por todas partes; y la perspectiva para el futuro es peligrosa para aquellos que aman esa Ley, porque contrastan marcadamente con aquellos que la están despreciando tanto. El mundo secular y el cristiano parecen haberse unido en este asunto, y todos están pisoteando la Ley de Jehová. ¿Por qué hoy, cuando miramos a nuestro alrededor, vemos tan pocos jóvenes cuyas sensibilidades morales puedan despertarse?

Dios fue, en el principio, deshonrado por la santa pareja en el Edén, porque apreciaron la palabra de Satanás por encima de la palabra de Dios. Esta es la dificultad con la gente de hoy. Si aceptaran la Palabra de Dios tal como se lee, y la reverenciaran, y recibieran los sagrados oráculos de Dios como su voz, habría una creciente consideración por la Ley de Jehová.

A Juan se le mostró la última obra para este tiempo (Apoc. 14:9-12), y vio un pueblo, “los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Juan nos cuenta lo que le fue revelado en visión: “Entonces fue abierto el santuario de Dios que está en el cielo, y quedó a la vista el arca de su pacto en su santuario” (Apoc. 11:19). Esta visión representa a un pueblo cuya atención fue llamada al Santuario en el Cielo. Allí vio Juan el Arca de Dios, que contenía las tablas de piedra sobre las cuales estaba grabada la Ley de Dios; y estas personas han estado buscando estar en armonía con el Cielo guardando todos los mandamientos de Dios. Ha habido gran oposición porque se ha respetado el sábado del cuarto Mandamiento, que ha sido ignorado por el mundo secular y religioso.

Ahora Dios nos habla desde el Monte Sinaí: “Acuérdate del día sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra; pero el séptimo día es el día de reposo del Señor tu Dios” (Éxo. 20:8-10). Es el único Mandamiento que está precedido por un “recuerda”, como si Dios hubiera dicho: “No lo olvides”. Ha dado al hombre el sábado como memorial de la Creación. El hombre debe obedecer su mandato y, al observar este memorial, la mente se dirigirá al Dios viviente, que creó los Cielos y la Tierra.

Si el hombre siempre hubiera recordado santificar el sábado, nunca habría habido un ateo o un incrédulo en nuestro mundo; pero Satanás ha hecho un esfuerzo para mantener a Dios fuera de la mente, y ha elaborado sus planes para lograr esto. Y, habiendo desterrado a Dios de la memoria de los hombres, se pone, si es posible, en el lugar de Dios, y llega incluso a exaltarse sobre Dios, compeliendo las conciencias de los hombres, algo que Dios nunca ha hecho.

La profecía nos dice que el hombre de pecado, el Papado, iba a cambiar los tiempos y la ley; y debido a que no estamos, con todo el mundo, aceptando un sábado espurio por el genuino, la persecución se derramará sobre nosotros. Y está llegando rápidamente a ese punto cuando veremos el poder de la mano opresora contra nuestra libertad religiosa, y se disputará nuestro derecho a guardar el día que Dios ha bendecido y dado al mundo como un memorial de su obra creadora.

¿Honraremos, pues, un día que no tiene fundamento en la Palabra de Dios, una institución del Papado, y pisotearemos el día santo que Jehová ha bendecido y apartado para el hombre? Juan, mirando hacia el final de la historia de este mundo, vio una clase que guardaba los mandamientos de Dios y tenía la fe de Jesús. Quiero estar entre ese número; quiero estar del lado de Dios.


Texto extraído de la Review and Herald, 18 de diciembre de 1888.

  • Mensajera del Señor, escritora y predicadora, Elena de White (1827-1915) fue una de las organizadoras de la Iglesia Adventista. Entre sus muchos escritos se encuentran cientos de valiosas cartas.

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