Descubre en cuál de las seis etapas del pecado puedes estar.
¿Alguna vez analizaste tu vida y notaste lo lejos que estabas de Dios? ¿Alguna vez añoraste lo cerca que habías estado de él? ¿Alguna vez pensaste: ¿Cómo llegue hasta aquí? Y te sucedió que –para cuando lo notaste– estabas tan lejos que no sabías cómo volver.
El pecado es un estado al que llegamos, y las consecuencias de este desagradable viaje implica la separación de Dios. Esto, desde luego, impacta en nuestra relación con él, con nosotros mismos y con nuestro prójimo porque distorsiona la forma en que pensamos, sentimos y actuamos. ¿Cómo sucede esta separación?
Se trata de un proceso gradual, donde nuestra forma de ver el pecado (y actuar acorde a esa visión) va cambiando etapa tras etapa. No pasa de la misma forma con todas las personas y, muchas veces, las transiciones entre etapas son fluidas o pueden superponerse. Pero no llegamos a esa separación de la noche a la mañana. Y la tecnología a la que estamos expuestos constantemente es una gran herramienta de Satanás para hacer esto posible. ¿Cómo?
Podríamos sistematizar las diferentes etapas de forma que podamos entenderlas más claramente. Veamos.
1-Inconcebible: En esta etapa inicial, la persona puede crecer en un entorno cultural o religioso donde ciertas conductas o acciones se consideran claramente pecaminosas según las creencias o las enseñanzas establecidas. Estas ideas están arraigadas en su identidad moral y son vistas como inmutables o incuestionables.
2-Radical: Con el tiempo, la persona podría encontrarse expuesta a ideas o perspectivas (en redes sociales, películas y series, pódcast, etc.) que desafían las normas o las creencias tradicionales sobre el pecado. Estas nuevas perspectivas pueden parecer radicales o extremas en comparación con lo que la persona ha sido enseñada, lo que genera conflicto interno o dudas sobre sus creencias previas (mucho más si no tiene una fuerte base para ellas).
3-Polémico: La persona comienza a cuestionar activamente sus concepciones previas sobre el pecado. Puede entrar en debates o discusiones con otras personas que tienen diferentes puntos de vista sobre lo que constituye el pecado. Todo esto se va naturalizando a través del contenido que consume. Así, empieza a considerar ciertas acciones o comportamientos que antes veía como pecaminosos como temas polémicos que merecen una evaluación más profunda.
4-Sensato: Durante esta etapa, la persona comienza a encontrar argumentos o razones que desafían sus creencias previas sobre el pecado, ya que el algoritmo de las diferentes plataformas que consume busca afirmar estas nuevas creencias, encontrando un sinfín de recursos que, sin un análisis crítico, terminan influyendo en su pensamiento. Así, empieza a ver ciertos comportamientos desde una perspectiva diferente de la que siempre lo hizo, porque su forma de entender el mundo está cambiando.
5-Popular: La persona se encuentra cada vez más expuesta a opiniones o actitudes más tolerantes hacia lo que antes se consideraba pecado. Puede encontrarse rodeada de amigos, familiares o figuras públicas que tienen opiniones diferentes sobre la voluntad de Dios. La aceptación social de ciertos comportamientos o actitudes puede influir en la percepción de la persona sobre lo que es aceptable o no, y esta aceptación es exponencial en redes sociales.
6-Correcto: Finalmente, la persona llega a un punto en el que las viejas concepciones sobre el pecado ya no tienen el mismo peso para ella. Su forma de ver el mundo ha sido moldeada por otras creencias, lo que la lleva a un cambio en su comportamiento, donde la persona ya no considera ciertas acciones como pecaminosas o se siente menos culpable por participar en ellas.
¿Logras ver el proceso?
Qué importante es que hagamos un uso responsable e intencional de la tecnología. O, en palabras de Jesús: “Velen y oren, para que no entren en tentación” (Mat. 26:41).
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