En su obra Las siete reglas de oro para vivir en pareja, Gottman y Silver señalan lo siguiente: “Si no sabemos valorarnos como personas, estaremos siempre buscando lo que está mal, tanto en nosotros mismos como en nuestra pareja. Esto nos llevará a concentrarnos en aquello de lo que carece nuestra pareja, y pasamos por alto lo que tiene de positivo”.
La falta de estima personal afecta la manera en que valoramos a nuestra pareja. Gottman y Silver lo ilustran con el siguiente caso:
“Aaron no puede apreciar sus propios logros. Cuando tiene algún traspié en su negocio, siente que él mismo no vale nada. Y, cuando su negocio marcha bien, no se permite felicitarse y disfrutarlo. Una voz en su interior le dice permanentemente que él no vale nada como persona. Aaron busca continuamente la aprobación de los demás, pero no puede aceptarla cuando la recibe.
“¿Qué pasa cuando Aaron se casa con Courtney? Le resulta difícil disfrutar de lo positivo de su relación. En lugar de apreciar las cualidades de su mujer, su dulzura y el apoyo emocional que le ofrece cuando tiene algún problema, Aaron se centra en lo que considera sus defectos: que es una persona demasiado emotiva, que no sabe relacionarse, que no es tan limpia y meticulosa en la casa como a él le gustaría”.
Los autores señalan que la historia de Aaron y Courtney se repite en el 85% de los matrimonios infelices. ¡Qué importante es que una pareja sea consciente de cómo está la autoestima de cada uno!
La autoestima se genera a partir de dos fuentes:
lo que nos dicen los demás acerca de nosotros
y lo que nos decimos de nosotros mismos”.
Recordemos que la autoestima se genera, básicamente, a partir de dos fuentes: lo que nos dicen los demás acerca de nosotros y lo que nos decimos de nosotros mismos.
En la primera parte de la vida, es fundamental el mensaje que nos dan las personas que nos cuidan: familia, educadores, otros adultos significativos. Si nos aceptan, nos valoran, reconocen nuestros logros y nos expresan aprecio por lo que somos, más allá de lo que logremos (calificaciones, logros deportivos, características físicas), nuestra autoestima se desarrollará saludablemente.
Pero si tales personas fallan en esa tarea vital, tratándonos negativamente, por ejemplo: sobreexigiéndonos; poniéndonos condiciones para querernos; desvalorizándonos; rechazándonos, etc., entonces nuestra autoestima se lastima. Y así, mal aprendemos nuestro valor, construimos un concepto negativo de nosotros mismos, autodesvalorizándonos.
Al crecer en un ambiente tal, terminamos aplicando ese modelo a nuestros propios diálogos propios, y nos tratamos mal. Por ejemplo, nos insultamos o nos despreciamos cuando nos equivocamos (por ejemplo: decimos “Soy un tonto”, en lugar de “Hice una tontería”); no nos perdonamos cuando cometemos errores; no reconocemos nuestros logros. Y al pasar a la etapa de compartir la vida con la pareja, terminamos proyectando este modelo sobre ella.
Qué importante es revisar si algo de esto nos puede estar pasando. Y entonces, tener en cuenta que para gozar de una saludable autoestima necesitamos aprender a discriminar los mensajes que nos llegan acerca de nuestro valor y colocarlos en el lugar que corresponde: aquello positivo, lo que nos sirve para crecer, guardarlo; y lo tóxico, lo que distorsiona nuestro verdadero valor, descartarlo.
Mensajes para descartar:
Los de personas que maltratan, que tienen problemas con ellas mismas y los proyectan sobre los demás.
Los de la sociedad consumista y light. Por ejemplo: “Si no tienes tal cosa no vales”; “Si no logras tal otra, no eres exitoso ni lindo”. No dejes que los que hacen su negocio con el consumismo y la superficialidad manejen tu vida con sus mentiras.
Los de tus diálogos propios tóxicos: ¿Qué te estás diciendo a ti mismo/a? Cuando te equivocas, ¿cómo te tratas? Si encuentras una persona perfecta, ¡avísame, por favor! Si no, deja de tratarte así.
Mensajes para crecer:
Lo que nos dice la gente que nos quiere bien, que nos valora. No el adulador, a quien simplemente le importa quedar bien, sino aquel que realmente nos aprecia.
El reconocimiento propio por nuestros logros, dando gracias a Dios por ellos.
Y, sobre todo, lo que nuestro Creador y Padre dice acerca de nuestro verdadero valor: 1 Juan 3:1; Isa. 43:4; 49:15-17. (Dios lo dice en serio, ¡no necesita quedar bien contigo!)
El Señor nos dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Si no hemos aprendido a amarnos a nosotros mismos, ¿cómo podríamos saber realmente lo que es amar a otra persona? RA
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