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El pasado 10 de abril, el mundo entero se conmovió con la primera imagen de un agujero negro, que comprobó así la teoría que Einstein había formulado al respecto hace unos cien años. Ya se había especulado que existían datos suficientes como para presentar en sociedad la primera imagen de una maravilla estelar, que dará origen a múltiples investigaciones.
Fue Katie Bouman, una científica de tan solo 29 años, quien ayudó a crear el algoritmo con el que se creó la imagen, que en su totalidad pesó cinco mil billones de bytes, que equivalen a varios gigabytes de información, ya que se debieron alinear telescopios en distintas partes del planeta para poder obtener la imagen del agujero negro en una galaxia lejana. Lo que pudimos ver ya había sido imaginado y de manera muy cercana en la película Interestelar, cuyo director primero se asesoró por científicos para presentar lo que podría ser un agujero negro real. Por lo que se ha señalado en los medios, su imagen está muy cercana a la realidad de lo que ahora podemos observar todos en la fotografía presentada a la prensa en conferencia mundial.
Existe una pregunta que asocia a los cristianos directamente con el espacio exterior, ya que creemos que el Universo no se gobierna solo, sino que existe un Creador y Sustentador de todo, incluyendo el agujero negro que nos fue presentado. ¿Cómo podemos visualizar a Dios? ¿Por qué los telescopios aún no dan cuenta del cielo o del Trono de Dios? La respuesta no es sencilla, ya que no contamos con dichas imágenes, ni de Dios, ni de su Trono. Pero, al observar y ser testigos de lo que se nos presentó recientemente, podemos reflexionar en lo eterno y sublime, que sí son características de Dios.
El agujero negro tiene tres millones de veces el tamaño de la Tierra, y la distancia entre la Tierra y el agujero negro es de 55 millones de años luz. Es decir, si enviamos una sonda espacial, y esta hipotéticamente viajara a la velocidad de la luz, tardaría 55 millones de años en llegar allí. Dicho tiempo no “existe” para nosotros. Ni siquiera desde la mirada de un evolucionista tendría lógica, porque nos enfrentamos con lo eterno, y lo eterno aún no lo podemos comprender, por nuestra limitación.
La Biblia nos presenta a un Dios sublime y eterno, incomprensible desde nuestra finitud. El Universo nos habla de lo sublime y eterno, y de lo incomprensible por los miles de millones de estrellas que existen en el Universo, y que parecen interminables. A ello podemos agregar la perfección en cada región del Universo. Por ello es que los cielos hablan de la gloria de Dios (Sal. 19:1). Al observar la imagen del agujero negro, no podemos dejar de asombrarnos por lo pequeños e indefensos que somos ante lo sublime de la grandeza y la vastedad del Universo.
La Biblia también nos dice que ese Dios, Creador y Sustentador de todo el Universo, un día bajó a este planeta y se humanó. Humanarse es el acto de amor más grande que Dios podría haber realizado, ya que se minimizó a tal nivel que se hizo igual a nosotros, y así enfrentó desventajas similares a las que nosotros experimentamos diariamente (Heb. 4:15).
Mientras caminaba por Galilea y Judea, manifestó su amor y su ternura por la debilidad humana que estaba contaminada por el pecado. Aunque dicha contaminación no lo alcanzó a él, sí experimentaba el dolor por los demás. Un día sanó a una mujer encorvada, que en su miseria había tenido que experimentar durante 18 años esta mutilación física y psicológica (Luc. 13:10-17). Jesús la libertó de esta enfermedad, porque él la había creado y le había dado vida; porque tenía el poder de restaurar, de sanar, de darle una nueva vida; era Dios, el Creador, el Dios que gobierna todo el Universo.
Otro día, Jesús calmó la tempestad que arreciaba y amenazaba con tumbar la vida de los discípulos. Pero el Señor levantó sus manos, y el viento y el mar le obedecieron, con lo que les trajo a sus discípulos la tan ansiada calma que necesitaban (Mat. 8:23-27).
Cuando pensamos en lo sublime y eterno, no podemos dejar de pensar en el Dios que todo lo sustenta, y eso incluye nuestra vida. De pronto podemos olvidar que Dios está en el control a causa de situaciones que nos aquejan, algunas de ellas producto de nuestras malas decisiones, y otras que suceden sin que las busquemos. Tal vez, como los discípulos, acudimos con miedo y aterrorizados a despertar al Señor porque parece que se ha dormido. Sin embargo, eso no es cierto; él no duerme, él está atento y dispuesto. El Dios que sustenta el Universo también es nuestro Dios; es cercano y nos atiende de manera personal.
¿Cómo lo hace? Aunque de manera finita podamos observar la infinitud en la imagen de un agujero negro, nos es imposible comprender desde nuestra imperfecta humanidad cómo Dios puede atender de manera especial a cada hijo suyo.
Como reflexión final sobre esta imagen, quiero invitarte a mirar lo excelso y magno que es el Universo, y a buscar con fe al Creador de todas las cosas, quien también es el Salvador, porque murió por nosotros para que así un día podamos conocer lo eterno. No importa el valle de sombras que transitemos; sea lo que sea, Dios está en el control, y eso nos pone muy felices.RA
Que Maravilla que Dios nos allá creado, siempre me ha fascinado la ciencia Física, sus leyes exactas demuestran un diseñador.
Gracias a Dios por su Misericordia y Su Amor
Qué bello es saber que siempre hay y habrá ese mismo Dios el que creo al universo entero al que los angeles le dan reverencia siempre,como criaturas suyas alabarle y agradecerle por su amor infinito a el sea la gloria por los siglos de los siglos