Definiendo los roles que cada uno ocupa al estudiar las profecías.
Hace algún tiempo, descubrí que un amigo había aparecido “por casualidad” en una película que tuvo cierta repercusión mundial. Y lo descubrí solamente porque él me lo contó. No vi esa película, pero aun viéndola es muy probable que tampoco lo hubiese notado. Es que aparece como “extra” circunstancial: justo pasaba por allí mientras estaban filmando, y quedó grabado en la toma. Claro, eso no lo hace actor, ni mucho menos famoso.
En la actuación, hay diferentes clases de papeles. Está el actor protagonista, que se destaca por sobre todos debido al rol que representa. Están los actores secundarios, quienes desempeñan un papel importante, pero siempre subordinado al del protagonista. Su historia está en función de la historia del protagonista. Y después, recién aparecen los actores de reparto. Solo aparecen en un diálogo o dos, y pocas veces son recordados a posteridad por ese papel.
En el despliegue histórico de las profecías, también podríamos decir que existen diferentes actores dentro de este drama del Conflicto Cósmico. Nadie que lea con detenimiento la Biblia podría dejar de notar que Cristo es el centro de su trama, junto con Dios el Padre y el Espíritu Santo. Sí, Cristo es el protagonista.
Claro, además, en esta trama, Satanás es el antagonista. Él intenta “robarse” el papel principal, incluso desde los primeros capítulos del Génesis. Pero, los últimos capítulos del Apocalipsis mencionan su final estrepitoso en el lago de fuego y azufre.
Este antagonista tiene sus secuaces, personajes secundarios que tienen sus “minutos de fama”. Entre ellos, podríamos mencionar el cuerno pequeño, que aparece en varias profecías (ver Daniel 7, 8 y Apocalipsis 12 y 13, por ejemplo) como uno de los instrumentos que utiliza Satanás para perseguir al pueblo de Dios.
Y, en tercer lugar, están los actores de reparto. Aparecen en un diálogo o dos, más allá de que puedan desempeñar una parte importante en la trama profética. Aquí podríamos mencionar a ciertos reyes, como los generales de Alejandro Magno, que se dividieron su imperio y son mencionados como de paso en las profecías de Daniel.
Para tener una visión saludable de las profecías, entonces, deberíamos recordar estas categorías de actores dentro del Gran Conflicto. Si hacemos de cualquier otro el protagonista que no sea Cristo, entonces no solo estamos desviando el foco de la historia profética, sino también perderemos nuestra propia vida espiritual. Solo en Cristo hay salvación (Hech. 4:12). Él es el “Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin” (Apoc. 22:13). También letal para nuestra vida espiritual es confundir el antagonista por el protagonista. Satanás ya fue derrotado en la Cruz; sabe que le queda poco tiempo, y muy pronto será destruido.
Pero, hay un error más. Se trata de darles a los actores de reparto una importancia que no les pertenece dentro de la trama profética. Los actores de reparto están allí para completar el cuadro, para mostrar que hay más personajes que participan de la historia, pero ni siquiera ocupan un rol secundario; su participación es menor.
He visto a estudiosos de las profecías cometer este error una y otra vez. Tienen una visión excéntrica, lo que implica correr el centro, hacer de lo accesorio algo principal. Pongo un ejemplo a modo ilustrativo. Los jesuitas no aparecen mencionados explícitamente en las profecías bíblicas; y hay una sola mención a ellos en el libro El conflicto de los siglos. Pero, hay ciertas personas que están obsesionadas con este grupo que, si bien tiene su papel, es meramente accesorio cuando uno mira el cuadro completo. Algo similar sucede con la masonería, o ciertos grupos económicos y políticos detrás del Nuevo Orden Mundial. No está de más satisfacer la curiosidad y poder ver qué papel cumplen. Pero, no nos confundamos: el foco de la profecía es otro.
El consejo de Elena de White es claro: “Dejen que hablen Daniel y el Apocalipsis, y que ellos digan cuál es la verdad. Pero sea cual fuere el aspecto del tema que se presente, ensalcen a Jesús como el centro de toda esperanza, ‘la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana’ (Apoc. 22:16)” (El evangelismo, p. 198). RA
¡Lo bueno, si breve, dos veces bueno!
Excelente reflexión