ACTIVIDAD FÍSICA: MUCHO MÁS QUE DEPORTE

24/08/2020

Que el estilo de vida cómodo y sedentario actual no nos haga perder los beneficios de mantenernos en movimiento.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día se ha caracterizado por sus principios de salud, y es conocida mundialmente por la promoción de una alimentación saludable; los cientos de hospitales, centros de salud y geriátricos diseminados en todo el mundo; y el reconocido “Plan de 5 días para dejar de fumar”, desarrollado por los médicos adventistas Elmer Folkenberg y J. Wayne McFarland, en 1960. Además, gracias a los ocho remedios naturales que Dios le reveló a Elena de White, los adventistas y todo el que desee practicarlos pueden tener un mejor estilo de vida. 

La actividad física, como remedio natural, es una de las más importantes y con mayores beneficios para nuestra salud física y mental. Muchas personas se confunden, y creen que la única actividad física que es válida para nuestra salud es la que se realiza en ejercicios como caminar, correr o hacer algún deporte. Toda actividad que produzca un consumo de energía producido por el movimiento de los músculos es actividad física y es beneficioso para nuestra salud. Elena de White escribió:

“En general podemos decir que el ejercicio más beneficioso para la juventud es el trabajo útil. El niño halla en el juego a la vez diversión y desarrollo, y sus deportes deben ser de tal naturaleza que promuevan no solo su crecimiento físico, sino también el mental y el espiritual. Cuando aumentan su fuerza y su inteligencia, su mejor recreación la encontrarán en algún esfuerzo útil. Lo que educa la mano para la labor útil, y enseña al joven a asumir las responsabilidades de la vida, es sumamente eficaz para promover el desarrollo de la mente y el carácter” (La educación p. 194).

La autora insiste también en los muchos beneficios de trabajar en una huerta. Analizando esta modalidad de actividad física, encontramos ventajas múltiples que están relacionadas con la formación de nuestro carácter, ya que cultivamos la paciencia, la perseverancia y la dedicación. La ciencia ha demostrado que el contacto con la naturaleza en forma activa (trabajando con la tierra y las plantas) tiene un efecto positivo sobre nuestra salud física y mental mayor que solo hacer ejercicio.

Se recomienda que los niños desde los 5 hasta los 17 años realicen 60 minutos o más de actividad física diaria. En las personas mayores de 18 años, se aconseja practicar al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, o al menos 75 minutos semanales de actividad física intensa, o una combinación equivalente entre actividad moderada e intensa. A fin de obtener mayores beneficios para la salud, los adultos deben llegar a 300 minutos semanales de actividad física moderada, o su equivalente. Conviene realizar las actividades de fortalecimiento muscular 2 o más días a la semana y de tal manera que se ejerciten grandes conjuntos musculares.

La Organización Mundial de la Salud sostiene que la inactividad física es uno de los principales factores de riesgo de mortalidad en todo el planeta. Hoy se sabe que cuanto más tiempo estamos sentados atraemos más enfermedades. Se calcula que hay más de 30 enfermedades crónicas relacionadas con el sedentarismo.

“Dios ha dado un cerebro a cada ser humano. Desea que sea usado para su gloria. Mediante él, el hombre queda capacitado para cooperar con Dios en los esfuerzos para salvar a los prójimos que perecen. No tenemos demasiado poder mental ni demasiada facultad para razonar. Hemos de educar y desarrollar cada facultad mental y física, el mecanismo humano que ha comprado Cristo, a fin de que podamos usarlo de la mejor manera posible. Hemos de hacer todo lo que podamos para fortalecer esas facultades, pues a Dios le agrada que cada vez lleguemos a ser colaboradores más y más eficientes con él” (Elena de White, Mensajes selectos, t. 1, p. 117).

Activemos nuestro cuerpo para crecer como siervos de Dios. RA

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