¿Qué queremos para el nuevo año que está por comenzar?
Si te pidieran que completaras la oración: “Lo que deseo para el año nuevo es…”, ¿qué desearías? ¿Ser saludable, ser rico, ser feliz, ir al Cielo? Piensa y escribe:
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En la Biblia, Pablo expresó su deseo: “Lo único que deseo es conocer a Cristo; es decir, sentir el poder de su resurrección, sufrir como él sufrió, y aun morir como él murió” (Fil. 3:10, TLA).
Analicemos lo que el apóstol anhelaba:
1-Conocer a Cristo
¿Acaso Pablo no conocía a Cristo? Por supuesto. Pero el conocimiento de Cristo es la obra de toda una vida. A tal efecto, afirma: “Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Fil. 3:8, TLA). Y tú, ¿quieres conocer a Cristo? ¿Cómo puedes hacer para lograrlo? ¿Cómo desarrollar una amistad más cercana con él?
Dios se revela a través de Cristo, a través de su Palabra, a través de la naturaleza, a través de la oración, a través de las profecías y a través de los ángeles. Necesitamos estar atentos con el fin de que, de manera deliberada e interesada, podamos encontrarlo y tener una relación personal y diaria con él. Como dice el título del libro del pastor Bullón: “Conocer a Jesús es todo”.
2-Conocer el poder de la resurrección de Cristo
¿Quién no quiere vivir para siempre? Pablo anhelaba que el poder de la resurrección obrara en él. Para obtener esto, tendría que entregar su vida en las manos de Cristo, vencer el pecado y vivir una vida como la del Señor. Mientras que algunos creen que todo termina con la muerte, otros creemos que tenemos una vida después de la muerte. Pero la Palabra de Dios nos asegura que la inmortalidad no se otorga cuando una persona muere, sino cuando Jesús regrese por segunda vez y los justos resuciten y sean transformados y elevados hacia el Cielo.
Por lo tanto, Pablo deseaba el poder de la resurrección, aferrándose por la fe a la promesa de la vida eterna.
3-Sufrir como Cristo sufrió
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Luc. 9:23). Pablo sabía por experiencia que seguir a Jesús significaba tener que pagar un alto precio, negándose a sí mismo para llevar la Cruz de Cristo.
Pablo fue arrestado 7 veces. Sufrió 39 latigazos 5 veces. Los azotes, las palizas y las lapidaciones pusieron en peligro su vida. Naufragó 3 veces, y su supervivencia fue un milagro. Los peligros a los que se enfrentaba eran reales y verdaderos. Experimentó hambre y sed constantes; sintió frío, soledad y persecución. Gracias a los sufrimientos de vivir el ministerio y cumplir la misión, Pablo alcanzó un grado superlativo de comunión con el Señor.
Como bien lo expresó Tertuliano: “Aunque el cuerpo esté aprisionado y la carne en prisión, el tobillo no siente la cadena cuando la mente está en el Cielo”.
4-Morir como él murió
Pablo tomó su cruz diariamente, murió a sí mismo y vivió para Cristo. El resultado de esa muerte fue una resurrección espiritual, para caminar en novedad de vida. Pablo declaró: “Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20).
¿Cuál será nuestra decisión con relación a nuestros deseos? Pablo nos desafía: “Despojémonos de lo que estorba y del pecado […] y corramos con perseverancia la carrera que nos es propuesta, fijos los ojos en Jesús” (Heb. 12:1, 2).
En el libro Mensajera del Señor (p. 72), encontramos un resumen de lo que Elena de White tenía en su lista de deseos: “Quiero ser como Jesús. Deseo practicar sus virtudes. Deseo estar entre aquellos que tendrán sus nombres escritos en el Libro, que serán rescatados. Quiero la recompensa del vencedor […]. Deseo tener un hogar con los bienaventurados, y quiero que tú tengas un hogar allí”.
Este es también mi deseo para ti y para mí.
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