El nombre de uno de los amigos de Daniel nos habla sobre la misericordia y la bondad de Dios.
Ya hablamos de Daniel y lo que significa su nombre. Ahora, hablemos sobre uno de sus tres amigos: Ananías. Su nombre tiene un significado muy hermoso y anhelado. De la misma manera que el nombre de Daniel, Ananías es también un nombre teofórico. En el hebreo, Ananías se lee hananyah, y es un nombre compuesto por dos palabras. La primera es el verbo hanan, que significa “mostrar favor o gracia”. La segunda es yah, una abreviatura del nombre propio de Dios (Yahveh), que aparece como parte de varios nombres de personajes bíblicos (Abías, Jedidías, Nehemías, etc.). Así, el nombre de Ananías significa “Yahveh ha sido favorable”.
La gracia de Dios es un tema muy extenso en las Escrituras y también está presente en el libro de Daniel. Desde el inicio de los eventos narrados en este fascinante libro, se describe que Daniel encontró “gracia” y “buena voluntad” para con el jefe de los eunucos (Dan. 1:9). En este pasaje, aunque no se usa el verbo hanan, se hace uso de dos sustantivos importantes que evidencian lo que Dios hace en favor de Daniel y, por consiguiente, de los jóvenes hebreos.
El primer sustantivo es hesed, que significa “bondad”, o “misericordia”; y el segundo es rahamim, que significa “compasión”. En ambos casos, tanto la bondad como la compasión son puestas por Dios en favor de sus hijos.
En el capítulo 9 de Daniel se vuelve a hacer uso de la misma palabra que se usa en el capítulo 1, hesed. Considerando que Israel fue llevado cautivo a causa de sus pecados, el profeta declara lo siguiente: “Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia [hesed] con los que te aman y guardan tus mandamientos” (Dan. 9:4). La misericordia de Dios se manifiesta sobre aquellos que lo aman y guardan sus mandamientos.
Es decir, hay una actitud sincera que se refleja en una vida constante de obediencia a los preceptos dados por Dios. Es interesante que la misericordia divina suceda en el contexto del Pacto, tal como el pasaje anterior lo evidencia. Dios es fiel a su Pacto, y por eso el Señor está dispuesto a mostrar su gracia en favor de aquellos que forman parte de la comunidad del Pacto. Esto es justamente lo que sucede en el capítulo 1 de Daniel; Dios mostró su bondad debido a que los jóvenes hebreos fueron fieles al Pacto, siendo obedientes al Señor en medio de las circunstancias que les tocó vivir al llegar a Babilonia.
Además de la misericordia o bondad (hesed) de Dios mostrada a los jóvenes hebreos, Daniel 1 hace uso de una segunda palabra, rahamim, que indica el hecho de mostrar compasión a los jóvenes hebreos. Esta palabra se usa dos veces más en el libro de Daniel: aparece en el capítulo 9, versículos 9 y 18. En ambos casos, se solicita la compasión en el contexto de la necesidad del perdón. El versículo 4 de Daniel 9 dice que Daniel habló de la bondad (hesed) de Dios cuando hizo confesión por los pecados de Israel, el pueblo del Pacto.
Esta misma idea aparece en Daniel 9:9, donde se declara que el Dios del pueblo del Pacto es el que perdona y muestra compasión (rahamim). Asimismo, Daniel sostiene que las súplicas de perdón se basan en la compasión que solo viene de Dios, y no por los méritos del ser humano (Dan. 9:18).
A la luz de estos pasajes, se entiende que Dios se manifiesta en favor de los que viven en el contexto del Pacto en una vida de obediencia. Al mismo tiempo, el favor de Dios está también disponible para aquellos que requieren de su perdón por su desobediencia y negligencia al Pacto. La condición para que esto suceda es el arrepentimiento de su pecado demostrado por la búsqueda de la misericordia (hesed) y la compasión (rahamim) de Dios.
Ananías nos recuerda que Yahveh ha sido favorable, mostrándonos su bondad y su compasión al hacernos parte del pueblo del Pacto hasta el día en que Jesús retorne para poner fin al cautiverio del pecado.
¡Maranatha!
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