Las conexiones entre Daniel 2 y Daniel 7.
El libro de Daniel presenta una escena de juicio muy conocida e importante en el contexto de las profecías del tiempo del fin. Daniel 7 describe el panorama histórico de los eventos que sucederían desde los días del profeta hasta la culminación de este mundo y el establecimiento del Reino de Dios. Este mes, describiremos los elementos fundamentales del Juicio en el contexto del tiempo en que sucede, y el mes próximo desarrollaremos lo que sucederá en dicho Juicio.
A fin de tener claro el contexto, debemos recordar que Daniel 7 describe la aparición y la caída de imperios en paralelo a los profetizados en Daniel 2: Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma. Al final de estos imperios, Daniel 2 salta al establecimiento del Reino de Dios (Dan. 2:44). Sin embargo, Daniel 7, antes de saltar a la descripción del establecimiento del Reino eterno (Dan. 7:13, 14), habla sobre un problema durante el cuarto imperio (Dan. 7:8, 20, 21) y la escena del Juicio (Dan. 7:9, 10, 22). Podemos ver este paralelo en el siguiente cuadro:
Daniel 2 | Daniel 7 |
Cabeza de oro | León alado |
Pecho y brazos de plata | Oso con tres costillas |
Vientre y muslos de bronce | Leopardo con cuatro cabezas y cuatro alas |
Piernas de hierro, y pies de hierro y barro cocido | Bestia indescriptible/ Cuerno pequeño/ Juicio |
Piedra que golpea la estatua y se establece el Reino de Dios | El Reino es entregado a los santos del Altísimo |
Este cuadro permite notar que la aparición del cuerno pequeño y la descripción del Juicio suceden en algún momento del cuarto imperio mundial, a saber, Roma. Mientras Daniel 2 se enfoca básicamente en aspectos políticos, Daniel 7 considera elementos religiosos en medio del desarrollo histórico-político. En otras palabras, el Juicio no se aboca a los asuntos políticos, sino a causa de las obras del cuerno pequeño, un poder eminentemente religioso.
Esto se puede notar cuando el cuerno pequeño aparece en el escenario, en un contexto político, pero luego se describen sus acciones con un lenguaje religioso. El texto declara: “Este cuerno tenía ojos como de hombre y una boca que hablaba con gran insolencia” (Dan. 7:8, RVR 95).
Y la explicación de este poder aparece unos versículos más adelante: “Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos y los vencía […]. Hablará palabras contra el Altísimo, a los santos del Altísimo quebrantará y pensará en cambiar los tiempos y la Ley; y serán entregados en sus manos hasta tiempo, tiempos y medio tiempo” (7:21, 25, RVR 95).
Como puede verse en estos pasajes, hay un cambio de orientación en la descripción de eventos: mientras se describen cambios políticos, este poder con una función religiosa aparece para oponerse al pueblo de Dios.
Las obras del cuerno pequeño han sido analizadas por teólogos adventistas en varios libros y artículos académicos a lo largo de los años, a saber, la persecución del pueblo de Dios en manos del poder romano papal de la Edad Media, desde el año 538 hasta el año 1798 d.C., cumpliéndose así los 1.260 años, o “tiempo, tiempos y medio tiempo” de Daniel 7:25. Este poder se opone no solo al pueblo de Dios, sino también a la Ley de Dios y, por lo tanto, a Dios mismo.
Es en ese contexto que se anuncia el Juicio, que tiene por objetivo poner fin a los poderes de este mundo, y rescatar al pueblo del Altísimo y entregarle el Reino eterno. Tal como el texto declara: “Hasta que vino el Anciano de días, y se hizo justicia a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino” (7:22, RVR 95).
El Juicio no sucede en un momento específico, sino que tiene un período de duración: inicia luego de los 1.260 días y, según Daniel 7:11 y 12, el dominio de los poderes de este mundo se mantiene por un tiempo hasta que finalmente aparece el Hijo del Hombre y recibe todo el “domino, gloria y reino” (Dan. 7:14). A la luz de estos pasajes, el Juicio empezó una vez culminado el período profético de Daniel 7:25 (año 1798 d.C.).
Pronto el Rey vendrá, y culminarán los afanes de este mundo y serviremos y obedeceremos al Dios Altísimo.
¡Maranatha!
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