Una guía práctica para analizar a quién sigues en tus redes sociales.
Dios nos creó a su imagen. ¿Qué significa esto? Que fuimos hechos para reflejar la gloria de Dios, siendo cada día más parecidos a él en identidad y en propósito. Pero el pecado se interpuso entre nosotros y Dios. Por ende, en lugar de reflejar su imagen de luz, la humanidad se llenó de oscuridad. Por eso, Juan 1:14 dice que cuando Jesús vino, “vimos su gloria llena de gracia y de verdad”. Esto abrió la oportunidad para que la humanidad pudiera volver a ver claramente la imagen de Dios, y su luz volviera a ser reflejada.
Sí. Dios hizo su parte. Pero no puede hacer la tuya. Eres tú quien decide qué imagen mirarás y a quién reflejarás a través de tu vida. Esto depende de a quién estés siguiendo. Si bien la palabra “seguir” aparece frecuentemente en la Biblia, especialmente en los relatos de Jesús, actualmente forma parte de la jerga de las redes sociales. Tú puedes “seguir” a deportistas, artistas, creadores, políticos, pensadores, marcas, ideologías, intereses, etc. Muchas veces no nos damos cuenta del impacto que tiene lo que seguimos en el mundo online en la forma en que pensamos, actuamos y vivimos.
Y para comprender mejor esto, piensa en la palabra “discípulo”, una palabra más bíblica para describir a un seguidor. Un discípulo en la época de Jesús era alguien seguía a un maestro (rabino) a todos lados, escuchaba las enseñanzas de su maestro, hacía lo que su maestro hacía, hablaba de la manera en que su maestro hablaba, y pensaba de la manera en que su rabino pensaba. Es más, su propósito en la vida era llegar a ser como su maestro y reflejar su imagen.
Ahora bien, hoy en día, difícilmente usamos la palabra “discípulo” fuera de la iglesia, y menos en las redes sociales. Pero es una palabra que nos ayuda a darnos cuenta y a aceptar cuánta influencia ejercen las personas que seguimos en nuestras vidas. Piénsalo de esta manera: la persona a la que estás siguiendo te está discipulando porque es la voz que más escuchas, los videos que más consumes, los artículos que más lees y el contenido con el que más interactúas. Esto sucede quieras aceptarlo o no, porque te convertirás en la persona cuya imagen reflejes. Pero muchos no lo vemos así y somos extremamente no intencionales con respecto a quién seguimos. Nuestro máximo filtro a la hora de elegir y darle esa influencia en nuestra vida es: “¿Me gusta o no me gusta?” “¿Me entretiene o me aburre?” “¿Estoy de acuerdo o no?” Cuando en realidad deberíamos preguntarnos: “¿Qué producirá en mi corazón, y sobre todo en mi relación con Dios, el hecho de seguir a esta persona?” “¿A imagen de quién me estoy formando?”
Te invito hoy a realizar una limpieza. Tómate un tiempo, analiza las redes sociales que usas (Facebook, YouTube, Instagram, Twitter, WhatsApp, etc.) y hazte una simple pregunta: “Seguir a esta persona ¿me está guiando a ser más como Jesús?” De esa manera, el tiempo que pasarás en las redes sociales te ayudará a reflejar la imagen conforme a la cual fuiste creado.
“Hablen como Cristo habló. Trabajen como Cristo trabajó. Debemos mirar a Cristo y vivir. Al contemplar su hermosura, desearemos practicar sus virtudes y su justicia. Contemplando a Cristo somos transformados a su imagen, y renunciando a nosotros mismos al dar nuestro corazón completamente a Jesús para que su Espíritu nos refine, ennoblezca y eleve, estaremos en comunión íntima con el mundo futuro, bañados por los rayos brillantes del Sol de justicia. Nos alegramos con gozo inefable y glorioso. Entonces se nos encomienda que vayamos a otras ciudades y pueblos a llevar las buenas nuevas con el corazón encendido del amor divino, aun a los que están lejos, a todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame” (Elena de White, Ser semejante a Jesús, p. 251).
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