Un recorrido que muestra cómo la tercera Persona de la Deidad está presente en la vida y el ministerio del profeta Daniel.
En círculos cristianos, se habla del Espíritu como esencial para la vida del creyente; sin embargo, poco se ve de la obra del Espíritu en la vida de los creyentes. Parece que hablar del Espíritu Santo requiere obras sobrenaturales y manifestaciones extraordinarias de parte de aquellos que sostienen tener al Espíritu Santo en su vida. En esta ocasión, demos una mirada a cómo el libro de Daniel describe la manifestación del Espíritu Santo, y establezcamos, a partir del texto bíblico, algunos principios de la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Primero, se puede notar que la manifestación del Espíritu Santo se conecta con la obra de revelación de misterios que solo Dios conoce. El Espíritu Santo aparece en Daniel como aquel que se encarga de revelar asuntos que el ser humano no conoce y que necesita saber para entender cuál es su papel en la historia. Esto se puede notar en la vida de Nabucodonosor, quien declara que Daniel tenía, o estaba lleno, del “espíritu de los dioses santos” (Dan. 4:8, 9, 18). Es evidente que el rey habla en términos de su trasfondo pagano y politeísta; sin embargo, logra percibir la presencia de un Ser superior, sobrenatural, celestial, divino: el Espíritu Santo de Dios.
El rey, al contar su testimonio, reconoce lo que vio en Daniel desde el momento en que lo conoció junto a sus tres amigos y los halló diez veces mejores que el resto de sabios del reino. El rey supo del Dios de Daniel cuando el misterioso sueño le fue no solo interpretado, sino también revelado por el joven hebreo (Dan. 2:47). Así, el rey finalmente testifica sobre la razón por la que necesita la ayuda de Daniel, “porque habita en ti [Daniel] el espíritu de los dioses santos” (Dan. 4:18).
Segundo, la obra del Espíritu Santo no queda en el nivel individual, sino que se hace evidente a través de la vida del creyente. Esto significa que, cuando el Espíritu de Dios obra en un ser humano, se evidencia al punto de ser relacionado con aquel que le permite morar en su vida. Daniel, por lo que vimos anteriormente, tenía la presencia del Espíritu Santo, pero él no fue el encargado de decir: “Miren, yo tengo al Espíritu Santo”.
Al contrario, son otros los que reconocen tal condición, sobre la base del accionar del profeta. Daniel 6:3 dice que “había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino”. Incluso los príncipes del pueblo buscan cómo acusar a Daniel, pero no pueden encontrar nada porque él era fiel en todo (Dan. 6:4). La obra del Espíritu de Dios en el creyente no pasa desapercibida, aunque no todos entiendan la razón para tal diferencia; a saber, el Espíritu Santo.
En tercer lugar, se puede decir también que el efecto de la obra del Espíritu Santo tiene impacto a largo plazo. Todos aquellos que han obrado movidos por el Espíritu de Dios han logrado resultados de largo alcance en el tiempo. Eso significa que la obra del Espíritu divino perdura. En Daniel 5, encontramos que Belsasar mandó llamar a Daniel porque la reina madre le dijo: “En tu reino hay un hombre en el que mora el espíritu de los dioses santos” (Dan. 5:11). Los miembros de la Casa Real sabían muy bien quién era Daniel.
Lo que este joven hebreo hizo en los días de Nabucodonosor fue extraordinario, y fue bien conocido. Ahora, cuando otro rey está en problemas, buscan una vez más a Daniel, pues saben que el Espíritu de Dios está en él y que puede, una vez más, resolver el misterio. El tiempo había pasado, pero la obra del Espíritu de Dios en Daniel perduró y quedó en el recuerdo colectivo.
Hoy, cada uno de nosotros debe permitir que el Espíritu Santo obre. Esto hará posible que se diga del creyente de estos tiempos lo mismo que se decía de Daniel. Así, la obra realizada para la causa de Dios perdurará con efectos eternos. Dios nos llama a buscar al Espíritu Santo y, al hacerlo, otros podrán conocer a Dios por medio de nuestra labor.
¡Maranatha!
Que bueno seria que debido a nuestra entrega el Espritu Santo oueda ser visto en nuestras vidas