“En un solo día le sobrevendrán sus plagas: pestilencia, aflicción y hambre. Será consumida por el fuego, porque poderoso es el Señor Dios que la juzga” (Apoc. 18:8, NVI).
Si la historia está hecha de tiempo y la profecía bíblica es la historia vista de antemano, resulta imperioso interpretar correctamente las “horas”, los “días”, las “semanas”, los “meses” y los “años” mencionados en los anuncios bíblicos acerca del futuro.
¿Pueden los períodos de tiempo ser literales en un lugar de la Biblia y metafóricos o simbólicos en otro? De ser así, ¿cómo distinguir entre un sentido y otro? Presentamos aquí algunos criterios orientadores.
Cada género literario de la Biblia tiene sus propias características y reglas interpretativas. No es lo mismo el género histórico-narrativo de los capítulos 1 y 3 a 6 del libro de Daniel que el género profético-predictivo de los capítulos 2 y 7 a 12. Una misma palabra puede tener un significado en un género; y otro en un género diferente. Por ejemplo, los siete “años” durante los cuales Nabucodonosor estaría privado de su razón (Dan. 4) no representan la misma cantidad de tiempo que los tres “años” y medio de apogeo persecutorio del poder representado como un cuerno pequeño contra el pueblo de Dios (Dan. 7). Sin embargo, la palabra original es la misma. Si se la interpretara simbólicamente en Daniel 4, significaría que Nabucodonosor estaría insano durante 2.520 años. ¡Imposible!
En Apocalipsis también se mencionan períodos de tiempo: “aproximadamente media hora” (8:1); “una hora” (17:12; 18:10, 17, 19); “un día” (18:8); “tres días y medio” (11:9, 11); “diez días” (2:10); “hora, día, mes y año” (9:15); “mil doscientos sesenta días” (11:3; 12:6); “cinco meses” (9:5, 10); “cuarenta y dos meses” (11:2; 13:5); y “mil años” (20:2, 3, 4, 5, 6, 7). ¿Cómo saber si deben ser interpretados literal, metafórica o simbólicamente?
A diferencia del libro de Daniel, compuesto de dos géneros literarios, uno histórico-narrativo y otro profético-predictivo, el último libro del canon bíblico es predominantemente simbólico, sobre todo a partir del capítulo 4.
He aquí otra clave. Al leer Apocalipsis, se evidencia que Juan se valió del Antiguo Testamento para dar forma literaria, bajo inspiración, a los cuadros visionarios que le fueron mostrados. Por ejemplo, la primera mitad de Apocalipsis 13 evoca inconfundiblemente la visión de las fieras simbólicas de Daniel 7 y el cuerno inicialmente pequeño en particular. El mismo período simbólico representado en Daniel 7:25 como “tres años y medio” (NVI) es igual en extensión a los “cuarenta y dos meses” y a los “mil doscientos sesenta días” de Apocalipsis 11:2 y 3; 12:6; y 13:5. La porción del Antiguo Testamento evocada en Apocalipsis es aquí, pues, la evidencia de que ese período no es literal sino simbólico.
Por su parte, en Apocalipsis 18 se anuncia que la Babilonia simbólica representada como una ciudad y como una mujer inmoral será destruida “en un solo día” (vers. 8) y “en una hora” (vers. 17, 19). Si ese “día” y esa “hora” fueran tan simbólicos como el resto del cuadro, debería interpretárselos como un lapso de un año y de quince días respectivamente, de acuerdo con el principio día-año; lo que implica una destrucción prolongada de esa entidad simbólica.
Pero esto contradiría la clara intención del autor de representar dicha destrucción como repentina e inesperada, en armonía con el contexto veterotestamentario aludido en el capítulo (Dan. 5:30). La caída de Babilonia en manos del imperio Medo-Persa no duró un año ni quince días, sino apenas unas horas la noche del 14 de octubre del año 539 a.C. Por lo tanto, el hecho de que una expresión de tiempo ocurra en el contexto predominantemente simbólico del Apocalipsis no significa de por sí que sea simbólica. Puede tratarse, como en este caso, de una simple alocución metafórica expresada de dos maneras. Este recurso literario consistente en representar un mismo hecho o realidad de diferentes formas se conoce como endiadis (del griego “uno por medio de dos”) y es frecuente en el Apocalipsis.
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