Tu interacción con la tecnología es parte de tu relación con Dios.
Imagina conmigo que entras en el mercado de tu barrio. Piensa: ¿Cómo está organizado el lugar? Seguramente podrás ver que por un lado están las verduras; por otro, los lácteos, las galletas y demás productos. No es difícil darse cuenta de que allí todas las góndolas están separadas y no tienen relación una con la otra. No tiene sentido que encuentres un pan en medio de las bebidas o una golosina entre los tomates, ¿no es cierto? ¡Y esto es bueno! Si así no fuese, sería un caos. Tardaríamos más del doble de tiempo para realizar compras. Que las mercaderías estén cada una en su lugar hace que la experiencia de compra sea más ordenada y efectiva.
Lo mismo hacemos nosotros con las diferentes áreas de nuestra vida: tenemos por un lado el trabajo; por otro, la familia, el ocio, la salud; y así vamos separando estas áreas como góndolas del mercado que no se relacionan entre sí. Y, si bien esto es bueno en algunos casos (por ejemplo, no es bueno llevar el trabajo a casa), esto nos ha hecho caer en una trampa mortal: pensar que podemos separar la espiritualidad de todas las demás áreas de nuestra vida.
Así, llegamos el sábado a la iglesia y expresamos lo siguiente como un clamor angustiante: “Quiero pedir por mi vida espiritual”. ¿Alguna vez escuchaste o dijiste esta frase? ¡Creo que todos alguna vez lo dijimos o escuchamos! Y creo que este es un pedido errado (aunque sincero).
Lo que quiero resaltar en esta primera entrega de esta nueva columna lo resumiré en una frase: Cuando le entregas tu vida a Jesús, tu relación con él y el impacto de esta relación en tu vida se expresa en todas sus dimensiones (trabajo, familia, ocio, salud, amigos, etc.), incluyendo la tecnología.
Es así de simple (¡y de complicado!). Por eso, 1 Corintios 10:31 dice que todo lo que hagamos debe ser para la gloria de Dios. Debes recordar esto: tu interacción con la tecnología es parte de tu relación con Dios; tu atención determina la dirección de tu devoción. O, en las palabras de Jesús en Mateo 6:2: donde esté tu tesoro allí estará también tu corazón.
Si bien no encontrarás en la Biblia un listado de qué aplicaciones puedes o no puedes instalar en tu dispositivo electrónico, a qué personas puedes o no puedes seguir, qué dispositivo puedes o no puedes comprarte, o a qué canales puedes o no puedes suscribirte, en Mateo 16:26 Jesús hace una pregunta: “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” En otras palabras, Jesús nos dijo: No te olvides de lo importante: tu identidad y tu propósito.
La identidad te dice quién eres. En 1 Juan 3:1 dice que eres un hijo de Dios. Por otro lado, el propósito te dice hacia dónde vas. Por eso Hebreos 10:35 al 39 te recuerda que estás de paso en esta Tierra, por lo que tu propósito es conocer a tu Padre y pasar la Eternidad a su lado.
Como la tecnología afecta tu relación con Dios (para bien o para mal), debes ser intencional en tu relación con ella y mirar hacia tus hábitos de consumo y reflexionar sobre ellos.
Pero ¿cómo hago esto? Ese será el objetivo de esta columna. Juntos exploraremos la intersección entre la espiritualidad y la tecnología, recordando que: 1- Cuando le entregas tu vida a Jesús, tu relación con él y el impacto de esta en tu vida se expresa en todas sus dimensiones, incluyendo la tecnología; y 2- Tu atención determina la dirección de tu devoción.
Para terminar, voy a dejarte con dos preguntas que solo tú puedes responder. Y, mientras más honesto seas al respecto, más provecho podrás sacar de los próximos artículos: 1- ¿Cómo me acerca a Dios mi relación con la tecnología (tanto los dispositivos como las redes sociales), y cómo me ayuda a crecer en mi relación con él?; y 2- ¿Cómo me aleja de Dios la tecnología y cómo perjudica mi relación con él?
Haz el ejercicio en oración. Cada mes iremos profundizando en estas preguntas juntos. ¡Nos encontramos en febrero!
Brian Chalá es un reconocido influencer en redes sociales y estudiante de Teología en la Universidad Adventista del Plata, en Entre Ríos, Argentina.
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