CRIANZA EN TRIBU

06/08/2020

La importancia de los demás para crecer, enriquecernos y aprender.

En 2015, cuando nos mudamos nuevamente al lugar en el que habíamos estudiado, y formado nuestra familia, sentimos como pareja algo de soledad. Vivíamos lejos de nuestros familiares y la mayoría de nuestros amigos había emigrado. Nos encontrábamos sin un grupo de pertenencia. Durante un año experimentamos la misma sensación, hasta que nació nuestra primera hija: Emma. Con su llegada nació la posibilidad de conformar un pequeño grupo de mamás primerizas, con el propósito de orar por los hijos. Con el tiempo, este grupo se ha convertido en nuestro grupo de crianza: un espacio de refugio, apoyo y contención para todos los integrantes de la familia.

Tal vez, como madre o padre, te veas reflejado en esta experiencia. Y es que fuimos creados para vivir en comunidad. Necesitamos del otro para crecer, enriquecernos y aprender. Un proverbio africano alude a que para criar a un niño hace falta una tribu entera. Antiguamente, la humanidad criaba a sus hijos en tribu. Cuando un bebé nacía, la familia recibía apoyo de diferente índole de parte de la comunidad que la rodeaba.

 Actualmente, para muchos esto resulta difícil. La vida en grandes ciudades, el ritmo acelerado de vida, los jóvenes que emigran en búsqueda de estudios o nuevos horizontes laborales y forman sus familias lejos de su lugar de origen, entre otras, son algunas de las posibles razones. A pesar de esto, la necesidad de apoyo y acompañamiento es la misma. Por eso, en algunos espacios dedicados a la crianza se ha resignificado el concepto de “crianza en tribu”. Este concepto se utiliza para hacer referencia a una red de sostén, contención y apoyo a quien está implicado en la crianza, que funciona como un pequeño grupo con el cual se comparten objetivos e ideas de crianza similares. Se presenta como un espacio de construcción con otros para salir fortalecidos y enriquecidos de la experiencia. Dichas tribus se originan en diferentes contextos: on line, cursos de preparto, amigos afines, entre otros.

Encontrar personas que empatizan con las diferentes situaciones que uno está viviendo; recibir consejos y experiencias de otros, que ofrecen alternativas para implementar con los hijos; compartir actividades diversas, son algunos de los beneficios que encuentran quienes optan por criar en tribu.

Al pensar en este concepto, no pudimos evitar encontrar un paralelismo con la vida en comunidad que debería propiciar la iglesia. Precisamente, la iglesia alude al conjunto de personas que se mantienen unidas por la misma fe. En este ámbito se deberían forjar vínculos estrechos de amor cristiano y de ayuda mutua para cada etapa de la vida. Este es el modelo que sugiere la iglesia apostólica: el de una comunidad que comparte y se une en beneficio de todos (Hech. 2:44-47; 4:32-35).

Los padres pueden encontrar en el seno de la iglesia múltiples oportunidades para asociarse con otros. Una actividad que tenemos como iglesia hace mucho tiempo son los Grupos pequeños, que nos han permitido profundizar en este sentido de comunidad. La dinámica de los Grupos pequeños puede adaptarse muy bien a las necesidades de aquellas familias que buscan o necesitan  un grupo de apoyo en la crianza de sus hijos.

¿Cómo podría formar mi Grupo pequeño de apoyo?  Te dejamos algunas ideas:

1. Tomar la iniciativa de armar el grupo, de liderarlo o buscar a quien lo lidere.

2. Hacer una lista de personas con las cuales te gustaría compartir este espacio e invitarlas a participar. Hoy, por medio de la tecnología, podemos ampliar esta propuesta a personas que se encuentran lejos.

3. Proponer un objetivo para el grupo: orar por los hijos, compartir actividades sociales, profundizar en temas de crianza, brindar una influencia positiva a otras mamás, evangelizar, etc.

4. Planificar el primer encuentro y una propuesta de actividades según la finalidad del grupo.

5. Generar un clima de respeto hacia las opiniones de los demás y de confidencialidad (es posible que los participantes expresen temores muy profundos, aspectos muy íntimos y privados).

6. Velar por sostener la iniciativa en el tiempo, lo que requerirá buena disposición, ser flexibles cuando sea necesario, construir la confianza, establecer objetivos en común, generar un sentido de pertenencia al grupo, involucrar a otros en las decisiones y perseverancia. RA

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