Cuando estudiamos el tema del Santuario suelen aparecer ciertos interrogantes. Aquí, respondemos algunos de ellos.
¿Es correcta la traducción de Daniel 8:14?
En idioma hebreo, Daniel 8:14 se lee: “El santuario será nitsdaq”. Esta palabra procede de la raíz tsādaq, que significa “justificar” y “hacer correcto algo”. Por eso, algunos afirman que “purificar” no es la mejor traducción, ya que en Levítico 16 la palabra “purificar” es tāher, y no tsādaq.
Sin embargo, muchas traducciones vierten “purificado”, incluso las antiguas como la Septuaginta (traducción del hebreo al griego entre los años 250-150 a.C.) y Teodoción (siglo II d.C.). ¿Por qué? Porque nitsdaq abarca, dentro de su campo semántico, todos los atributos del término purificar. Esto se observa en los paralelismos en que tsādaq se usa como sinónimo de tāher (“purificar”), bōr (“purificar”, “limpiar”) y zākhāh (“ser puro”, “ser limpio”), como en Job 4:17, 15:14; 17:9; y Salmo 18:20.
Por lo tanto, nitsdaq se emplea en Daniel 8:14 porque abarca los significados de “purificación” y “justificación”, porque ambos aspectos se relacionan con la obra de Cristo en el Santuario celestial al final de las 2.300 tardes y mañanas. El Juicio Final, que empezó en 1844, purifica al pueblo de Dios del registro de sus pecados, pero también justifica el carácter de Dios ante el Universo (Apoc. 15:3).
¿Es Azazel un símbolo de Satanás?
Sí. Notemos:
1-Azazel se presenta como un ser personal y antitético frente a Jehová (Lev. 16:8).
2-No puede representar a Cristo, porque este “macho cabrío” no era muerto (16:10, 20-22), pero en el AT y el NT, Cristo siempre es presentado como un cordero sacrificado (Isa. 53:3, 6, 7).
3-El macho cabrío por Azazel tenía parte en el rito recién cuando la expiación había concluido (Lev. 16:20). El macho cabrío por Azazel es enviado “al desierto” (Lev. 16:10).
4-Esto solo puede ser entendido correctamente desde la perspectiva que ve a Azazel como Satanás. Al colocar sobre el macho cabrío por Azazel “las iniquidades de los hijos de Israel” (Lev. 16: 21) y enviarlo hacia “Azazel”, el pecado se elimina y retorna a su autor.
¿Cuándo ingresó Jesús EN EL Lugar Santísimo?
En Hebreos 9:12, la versión Reina-Valera 1995 (RV95) traduce: Jesús, “por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. Sobre esta base se afirma que Jesús no entró en el Lugar Santísimo en 1844, sino cuando ascendió.
La expresión griega que aquí la RV95 ha traducido “Lugar Santísimo” es el plural tà hágia, literalmente “los santos”, para hacer referencia a los dos lugares del Santuario. En Hebreos 9:1 la forma singular hágion, “el santo”, se ha traducido correctamente Santuario, y no una parte de él.
De hecho, tà hágia se usa muchas veces en la Septuginta para designar al Santuario en su totalidad (Lev. 26:2; Exo. 23:38). Por lo tanto, en Hebreos 9:12 la traducción más adecuada de tà hágia es Santuario. Así, al ascender Cristo entró en el Santuario. En Hebreos, el énfasis no es el departamento en el que Cristo intercede, sino el Santuario en el que lo hace; es decir, el celestial (Heb. 8:2; 9:11).
¿Es tan importante esta doctrina?
Sí, porque no es una doctrina entre otras, sino “el fundamento de nuestra fe”. El Santuario “fue la clave que aclaró el misterio de la desilusión de 1844. Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista, y al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo le indicaba cuál era su deber de allí en adelante” (Elena de White, El evangelismo pp. 165, 166).
En el Santuario se puede comprender el problema del pecado, la obra de Cristo con sus ministerios terrenal y celestial, la justificación y la santificación, el Juicio, el estado de los muertos, la vigencia de la Ley y el sábado, la segunda venida de Cristo y el fin del pecado. Pero, no solo eso: en el paradigma del Santuario estas doctrinas están interconectadas unas con otras, para juntas formar el gran sistema de verdades que recibió el pueblo adventista, así como su identidad y su misión. Es nuestro deber atesorar este mensaje distintivo, para proclamar con poder el último gran llamado de misericordia al mundo, antes de que Cristo vuelva (Apoc. 14:6-19).RA
Excelente material.