Cómo sacar provecho de las rupturas de la vida.
Ernest Hemingway escribió una vez: “Todos estamos rotos”. ¡Cuánta verdad! No importa nuestra edad, raza, situación socioeconómica, cultural o religiosa. Todos hemos experimentado el dolor de sentirnos quebrados y rotos.
El fuerte dolor de una pérdida de un ser querido nos puede romper. Una enfermedad, la injusticia, los abusos, la ira (propia y ajena), la crueldad y las sombras de la humanidad (lejana o familiar) nos rompen. Asimismo, la mayoría provenimos de vínculos que en algún momento han experimentado algún tipo de ruptura, visible o simbólica que ha dejado marcas.
Cuando un paciente llega a la consulta sufriendo, frecuentemente está atravesando un proceso de quiebre. A veces la intensidad de las emociones dolorosas es tan alta que el individuo siente que nunca podrá volver a ser el mismo, y eso lo angustia. Siente que no podrá recuperarse ni funcionar como una persona sana. Está convencido de que los demás no están así de rotos y, por lo tanto, se percibe a sí mismo en inferioridad de condiciones.
Por otro lado, algunas personas se vuelven expertas en descubrir quiebres en los demás; esto las hace sentir más cómodas. Encuentran seguridad en detectar, describir y comentar las rupturas de los otros, pensando que eso los valida como más aptos.
Otro grupo de personas hace de estas roturas el centro de sus vidas. Las piensan, las discuten, las tienen presente constantemente… Se enojan y se frustran consigo mismas, se rebelan frente a los demás o toman una actitud de víctima, que se transformará indefectiblemente en su zona de confort; a partir de la cual construirán gran parte de su identidad y de su proyecto de vida.
Es interesante que, como casi todo en el universo humano, también existen muchos que han aprendido a negar el hecho de estar rotos. Para estas personas, su visión de sí mismas es incompatible con saberse quebrados. Lo ven como una señal de debilidad o defecto, muy difícil de tolerar. No pueden compatibilizar la idea de bienestar o crecimiento con el tomar conciencia de sus roturas. Para ello, dedican una exponencial cantidad de tiempo y energía maquillándolas, disfrazándolas, o simplemente distrayéndose lo suficiente como para mantenerlas fuera de foco.
Pero la frase de Hemingway es más extensa aún. Al inicio mencioné solo una parte. La cita completa es: “Todos estamos rotos. Así es como entra la luz”.
Hay rupturas que no son necesariamente traumáticas o angustiosas, pero sí implican romper con estructuras previas. Por ejemplo, cuando llega un hijo, para darle una bienvenida fecunda es necesario romper con el estado previo tal como una semilla se rompe para dar lugar a un brote. Hay rupturas amorosas que son imprescindibles para crecer. Cuando un hijo crece, se hace independiente y se va del nido, hay ruptura. Pero también hay luz. También cuando somos capaces de arriesgarnos a un proyecto laboral nuevo o a un sueño lejos de nuestra zona de confort.
Asimismo, son ineludibles y universales aquellas rupturas que conllevan trauma y angustia. Si en esos momentos las personas son capaces de tener conciencia sobre sus aspectos rotos, aceptarlos y entenderlos, en su mente se gestará el terreno fértil para que la luz tome protagonismo.
¡Qué belleza despliegan las mentes que han sido capaces de dejar que la luz inunde sus espacios rotos! Se les nota en la mirada, en la sonrisa, en la paciencia al escuchar y en la sabiduría al hablar. Se saben rotas, pero no temen admitirlo; más bien, lo usan para hacer lo bueno y para sentirse más cercanos a los otros. Así, nuestra experiencia se ilumina, y esto da lugar a una reflexión profunda, que nos hará crecer en sabiduría, al empleo de alguna noble capacidad como la empatía o el perdón que nos hará crecer en bondad y humildad.
Sin sentirnos vulnerables, sin sabernos necesitados, sin la conciencia de rotura, no existe la posibilidad de dejar que la luz de nuestros propios recursos o de quienes nos rodean nos ilumine.
Para los cristianos, esta frase alcanza un significado especial. Cuanto más conscientes seamos de nuestras roturas, más lugar tendrá Jesús para desplegar su luz en nosotros, porque en nuestra debilidad él encuentra las mayores oportunidades, y sabemos que nuestra luz crecerá en tanto estemos dispuestos a compartirla.
¿Estás roto? Recuerda lo que dijo Jesús: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Gracias Doc Pamela TODOS ESTAMOS ROTOS
Perdón Humildad Bondad palabras bellas para crecer y ahí
Jesús Ilumina nuestras vidas para brillar por medio de EL