Actualmente el tiempo nos tiene apresados con tantas tareas a realizar, y detenerse en ese sin fin de actividades y meditar en las experiencias bíblicas podría ayudarnos a mirar al pasado el cual nos ayuda a vivir el hoy y mejorar el futuro.
La historia de Esther descripta en la Palabra de Dios, no se relaciona usualmente con el cuidado de nuestra salud, y sin embargo tiene mucho más para enseñarnos de lo que podemos imaginarnos. Esta excepcional mujer, vivió experiencias muy fuertes donde se debatió entre la vida y la muerte, y al enfrentarse al problema más grande de su vida, creyó y se apoyó totalmente en su Creador, el Dios a quien ella había aprendido a amar desde niña. En ese momento crucial entendió que la entrega debía ser total, no existía una zona gris o una entrega parcial a la voluntad de Dios.
Los seres humanos tendemos a entregar en las manos de Dios parte de nuestras experiencias o vivencias, y quizá no todos los aspectos de nuestra vida. ¿Te ha pasado? ¿Puede ser que en este momento hay algún área de tu vida que deseas permanezca de la misma manera sin entregarlo a la voluntad de Dios para ser cambiado por El?
¿Te preguntas por qué haces lo que haces en cada aspecto de tu vida?
Los estudiosos del funcionamiento cerebral y sistema nervioso, los neurocientíficos, recomiendan tener en cuenta los aspectos físicos y morales, e inclusive espirituales para prevenir el deterioro cerebral. A la luz del desarrollo científico plantean tener en cuenta ciertos hábitos del estilo de vida los cuales son: sentirse bien con uno mismo, fomentar la espiritualidad y el altruismo, realizar actividad física, un descanso suficiente y una alimentación correcta.
A medida que la investigación científica descubre más y más sobre el funcionamiento del cuerpo creado por Dios, se torna más difícil negar el concepto de un ser humano indivisible. Por lo tanto, sin duda, si dedicamos nuestra vida a Dios debemos entregarle todo, porque cada parte de nuestro ser se relacionan y conectan entre si. “No podemos amar al Señor con todo el corazón, la mente, el alma y las fuerzas mientras amemos nuestros apetitos y nuestros gustos mucho más de lo que amamos al Señor”. (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág. 51)
Comencemos este proceso lo antes posible, inclusive hoy mismo, para experimentar las incontables victorias junto a Dios, en cada aspecto de nuestra vida. Un primer paso podría ser realizar una introspección para hallar la razón motivadora de cada acto de nuestra vida, inclusive el acto mismo de comer.
¿Por qué hago lo que hago? ¿Por qué hablo como hablo? ¿Por qué como lo que como? ¿Qué pasaría si cambio mi alimentación?
“Nuestro primer deber hacia Dios y nuestros semejantes es el desarrollo individual. Cada facultad con que el Creador nos ha dotado debe ser cultivada hasta el más alto grado de perfección “(Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág. 15)
La honestidad con nosotros mismos será la clave para este proceso de superación y crecimiento en Dios. ¿Por qué como este alimento? ¿Por qué me gusta y quiero complacer a mi paladar? ; ¿Por qué ademas de complacerme me beneficiará? ; ¿Será que nunca me lo pregunté?
La respuesta a este planteo será el resultado de una charla honesta y personal entre cada uno de nosotros y Dios. Los agentes de salud podemos informar sobre los beneficios de uno u otro alimento, y los riesgos del consumo de algunos otros, pero Dios deberá dirigir nuestras decisiones, como en todo aspecto de nuestra vida espiritual. El proceso de mejora de nuestra alimentación para gozar de buena salud y glorificar a Dios, es personal. Al comprenderlo de esta manera nos beneficiará como hermanos en Cristo, al ser mas tolerantes y respetuosos los unos con los otros en relación a la decisiones alimentarias que cada uno tome.
Estamos viviendo un conflicto entre el bien y el mal, y como nunca antes no hay lugar para grises. En momentos de crisis, así como Dios uso a Esther, Él nos pondrá en el lugar indicado y tendremos que entregarle todo en sus manos, inclusive nuestra salud física y mental.
Porque “El cuerpo es el único medio por el cual la mente y el alma se desarrollan para la edificación del carácter” (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág. 86)
Estudiemos, oremos y pongamos en las manos de Dios nuestra nutrición y alimentación de manera personal y sincera, para ser la mejor versión de nosotros mismos por medio de la guía de nuestro Creador.
Prof. Lic. Marta Ravinovich
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