Como Adventistas comúnmente usamos la consigna “estamos viviendo a las puertas de la segunda venida de Jesús”. En vista de ello, creemos que el libro que debemos estudiar en este tiempo es el Apocalipsis, reconociendo la importante labor del Espíritu Santo en el cumplimiento de la misión. Por medio del presente estudio examinaremos el rol del Espíritu Santo en el libro de Apocalipsis.
Las menciones del Espíritu Santo en el libro de Apocalipsis
La palabra “espíritu” (pneuma) ocurre 25 veces en Apocalipsis. En algunos casos aparece como aliento de vida (Apoc. 11:11; 13:15), como espíritu maligno (Apoc. 13:15; 16:13-14; 18:2), trabajando con el profeta (Apoc. 1:10; 4:2; 17:3; 21:10; 22:6; 19:10), como la plenitud del Espíritu (Apoc. 1:4; 4:5; 5:6), haciendo promesas (Apoc. 14:13; 22:17) y finalmente como una persona presente en las iglesias (Apoc. 2:7, 11, 17, 25; 3:1, 6, 13, 22). La mayoría de las menciones del Espíritu Santo que hace Apocalipsis tiene que ver con su rol en la tierra, ya sea trabajando con el profeta o en las iglesias.
El Espíritu Santo y las iglesias
Juan nombra a la esposa (la iglesia) junto con el Espíritu (Apoc. 22:17), mostrando un estrecho vínculo entre ambos. Lo anterior es claro debido al mayoritario uso de la palabra “Espíritu” y su relación con la iglesia. Juan usa el símbolo de los “siete candelabros de oro” (Apoc. 1:12, 20) para referirse a las iglesias. Esta imagen nos recuerda la menorá. la cual era un candelabro de siete brazos que proporcionaba luz en el Santuario y que era un símbolo del Espíritu Santo. Por ello, Apocalipsis relaciona a las iglesias con candelabros, ya que estas son las encargadas de proporcionar la luz del evangelio a un mundo en tinieblas (Mat. 5:14-16).
El derramamiento del Espíritu Santo en Apocalipsis
Como ya se ha mencionado, parece ser que en Apocalipsis el Espíritu Santo focaliza su trabajo en la tierra, ya sea con los profetas o con la iglesia. Esta relación se estrecha cuando leemos en ocasión de la entronización de Cristo lo que sigue: “Entonces, en medio del trono, de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos, vi de pie a un Cordero como si hubiera sido inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra” (Apoc. 5:6). Este pasaje menciona que la plenitud del Espíritu Santo es enviada a la tierra, en ocasión de la glorificación de Cristo (Juan 7:39). Pedro explica este hecho mientras contempla la manifestación del Espíritu Santo “Así exaltado hasta la diestra de Dios, [Jesús] recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, y ha derramado esto que ahora vosotros veis y oís” (Hech. 2:33). Esto es lo que se conoce como la “lluvia temprana”.
La lluvia tardía en el libro de Apocalipsis
La primera precipitación en Israel, la cual se conoce como “lluvia temprana”, caía desde mediados de octubre hasta principios de noviembre. Tenía por objetivo ablandar el terreno, de manera que facilitaba la germinación de la semilla, y así daba paso al crecimiento de los cultivos. Por otra parte, la lluvia tardía caía antes de la cosecha, desde comienzos de marzo hasta abril, lo cual contribuía a madurar el fruto. En vista de lo anterior, la lluvia era extremadamente importante para la vida en Israel y se la consideraba un don de Dios (Deut. 11:14; Jer. 5:24; Mat. 5:45). La falta de lluvia a menudo era considerada una expresión de desaprobación divina, un resultado de los pecados y la rebelión del pueblo (Jer. 3:3).
La lluvia tardía no se presenta de manera explícita en el libro de Apocalipsis, pero se la puede apreciar al estudiar la tentativa de la bestia terrestre (o falso profeta) de querer unificar al mundo a través de milagros (Apoc. 13:13). Si pensamos que el deseo de Satanás ha sido siempre querer imitar a Dios y su gobierno, no es de extrañar que el falso profeta tenga un mensaje para unir a los suyos.[1] Solo que en este caso se trata de un mensaje espurio a través de demonios (Apoc. 14:6-11; cf. 16:13-14). Un hecho similar se presenta en la lluvia temprana, momento en donde el Espíritu Santo hizo descender lenguas de fuego (Hech. 2:2-3). En este caso, la unidad antecede al milagro (Hech. 2:1, 2-4). En el siguiente cuadro se aprecia esta idea:
Acontecimiento | Apocalipsis, falso profeta |
Hechos, Espíritu Santo |
Milagro | Fuego del cielo | Unidad |
Resultado | Unidad | Fuego del Cielo |
El cuadro presenta la idea de una falsa lluvia tardía, o como menciona Elena de White, “un falso reavivamiento”.[2] Por lo tanto, si hay una “falsa lluvia tardía” (o falso reavivamiento), es de esperar que exista una verdadera. Por otra parte, hay un marcado contraste entre el verdadero reavivamiento y el falso, ya que en este último el milagro es el fuego del cielo. Sin embargo, en el verdadero reavivamiento lo milagroso se haya en la unidad de la iglesia, que da como consecuencia la manifestación del Espíritu por medio de fuego.
Un mensaje que provoca unidad
Hasta ahora, hemos visto que la lluvia temprana en el Pentecostés fue resultado de la unidad, mientras que la falsa lluvia tardía en Apocalipsis provoca unidad. Dado lo importante de la unidad para ambas lluvias, la pregunta lógica sería: ¿qué provoca en Apocalipsis dicha unidad? A priori se podría señalar que en Hechos la oración juega un rol fundamental para la unidad (Hech. 1:14). Sin embargo, en Apocalipsis se le ordena a Juan: “Es necesario que profetices otra vez” (Apoc. 10:11), lo cual creemos como iglesia que es nuestro desafío de predicar el triple mensaje angélico. Por ello, pareciera ser que el encargo es claro: si queremos unidad debemos presentar el mensaje esbozado en Apocalipsis 14. Cuando perdemos de vista nuestro mensaje, estamos próximos a perder nuestra unidad. Lo que nos da sentido como adventistas del séptimo día es nuestra comisión.
La idea de que el “mensaje” provoca unidad se fortalece al examinar Apocalipsis 16. Allí el mensaje de los demonios (provenientes de la boca del dragón, la bestia y el falso profeta) provoca la unidad del pueblo de Satanás (Apoc. 16:14, 15). Eso quiere decir que para estimular la unidad del pueblo de Dios también se requiere un mensaje. Para conocer cuál es el mensaje necesitamos entender que este debe contener al menos tres elementos presentes en el falso mensaje: (1) debe dar como consecuencia una predicación mundial que lleve hasta la segunda venida de Cristo; (2) según el paralelo del pseudomensaje, este debe provocar unidad; y (3) debe ser un triple mensaje, ya que el falso mensaje es presentado por tres espíritus de demonios. En el libro de Apocalipsis, dichos elementos se cumplen en la gran comisión que tenemos como iglesia, presente en Apocalipsis 14. El siguiente cuadro presenta esta realidad:
Características | Falso mensaje | Verdadero mensaje |
Lleva a la segunda venida de Cristo | Apoc. 16:15 | Apoc. 14:14 |
Provoca unidad | Apoc. 16:14-16 | Apoc. 14:6-11[3] |
Mensaje triple | Apoc. 16:13 | Apoc. 14:6, 8, 9 |
Elena de White dice: “Si los adventistas, luego del gran chasco de 1844, se hubiesen aferrado a su fe e ido unidos en pos de la providencia de Dios que abría el camino, y si hubiesen recibido el mensaje del tercer ángel y lo hubieran proclamado al mundo con el poder del Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios, el Señor habría obrado con poder mediante sus esfuerzos, la obra se habría terminado y Cristo habría venido para recibir a su pueblo y darle su recompensa. […] No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo”.[4]
Conclusión
En el libro de Apocalipsis, el Espíritu Santo se presenta trabajando principalmente con el ser humano, ya sea a través del profeta o con las iglesias. De esta forma se muestra que su labor está asociada fundamentalmente a la obra que Jesús comenzó (Juan 14:16, 26). Apocalipsis no habla de manera explícita acerca de la lluvia tardía, pero por medio de lo que Elena de White llama “falso reavivamiento” podemos encontrar evidencias de este. Si el falso reavivamiento tiene como propósito la unidad, la cual se da por medio de un falso mensaje, es de esperar que el verdadero reavivamiento se dé también por medio de la unidad (elemento indispensable en Pentecostés), y que se tenga como protagonista un mensaje. De acuerdo a la evidencia bíblica, este es el mensaje del tercer ángel. Esta comisión provocará la unidad necesaria para el derramamiento del Espíritu Santo, lo que conducirá inevitablemente a la venida de Jesús (Mat. 24:14).RA
Referencias:
[1] Ángel M. Rodríguez, Future Glory: The 8 Greatest End-Time Prophecies in the Bible (Hagerstown, Maryland: Review and Herald, 2002), pp. 106, 107.
[2] Elena de White, Eventos de los últimos días, capítulo 11.
[3] Por su naturaleza, el mensaje de los tres ángeles debe provocar unidad, ya que al apelar a adorar al Creador (1.er ángel), denunciar la caída de Babilonia (2.º ángel) y finalmente exhortar a no adorar a la bestia y su imagen sino a Dios (3.er ángel) provoca separación. Por un lado están aquellos que se unen en torno al falso mensaje y, por el otro, los que aceptan y se adhieren al verdadero mensaje.
[4] Elena de White, El evangelismo, pp. 696, 697; énfasis añadido.
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