Los eventos finales son tiempos especiales. Cualquiera que lea incluso superficialmente el Apocalipsis se dará cuenta de la singularidad del tiempo del fin. Si bien los tiempos nunca han sido fáciles para el pueblo de Dios, en el contexto del desarrollo histórico del gran conflicto entre Cristo y Satanás, esto es todavía más real para el remanente del tiempo del fin, ya que el diablo “anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Ped. 5:8, NTV). Y, en estos últimos tiempos, “el dragón se enfureció contra la mujer y le declaró la guerra al resto [remanente] de sus hijos” (Apoc. 12:17, NTV). Y estos tiempos de guerra, sobre todo los tiempos que definen el desenlace del conflicto cósmico en la historia de este planeta, requieren medidas especiales. La preparación del pueblo de Dios para estos últimos tiempos debe involucrar todas las áreas de la existencia.
En un contexto de guerra espiritual (que para entonces se había vuelto muy material, real y concreta), Daniel y sus amigos entendieron que incluso la dieta que llevaban tenía que ser diferente. Todavía más porque Nabucodonosor, rey de Babilonia (que en este caso personificaba al pueblo enemigo de Dios), había ideado un plan sistemático para borrar la identidad de hijos de Dios de estos jóvenes hebreos. El plan de ataque involucraba un avance sobre sus creencias (colocándolos bajo la enseñanza de “los caldeos”, que eran expertos en ocultismo y adivinación de sueños); un ataque al estilo de vida (al “determinar” la alimentación que estos jóvenes debían tener; verbo que en relación con la alimentación del ser humano tiene un solo sujeto en toda la Biblia: Dios); e incluso un ataque a la designación (nombre), ya que cada nombre de estos jóvenes hebreos hacía referencia a Jehová, el único Dios, y los nuevos nombres hacían referencia a las divinidades babilónicas.
Como acto de resistencia a este ataque del enemigo, Daniel y sus amigos decidieron no correr riesgos, y pidieron “vegetales” (NVI) o “legumbres” (RVR60) para comer. En realidad, el término que se utiliza en Daniel 1:12 es el mismo que utiliza Génesis 1:29, que hace referencia a la dieta que Dios estableció para el ser humano en su diseño original. Esta alimentación, basada en alimentos exclusivamente de origen vegetal, les trajo resultados extraordinarios en los ámbitos físico, mental y espiritual. De hecho, existe una tendencia moderna a copiar esta dieta, incluso entre celebridades.1
Elena de White ya había advertido que, como pueblo de Dios y remanente del tiempo del fin, los adventistas deberían abandonar el consumo de las carnes, para llevar una dieta basada en vegetales: “Se me ha mostrado reiteradamente que Dios está trayendo a su pueblo de vuelta a su plan original, esto es, el de no subsistir sobre la base de carne de animales muertos” (Consejos sobre el régimen alimenticio [CRA], p. 94). En este contexto, ella dio instrucciones precisas de estudiar el tema y preparar bien el plan de transición hacia una alimentación vegetariana (ver CRA, pp. 280, 281).
Ella, incluso, adelantó que llegaría el tiempo en que el remanente debería renunciar a todo producto de origen animal: “Según la luz que me ha sido dada, no pasará mucho tiempo antes de que tengamos que abandonar todo alimento animal. Aun la leche tendrá que ser descartada. La enfermedad se acumula rápidamente. La maldición de Dios está sobre la Tierra, porque el hombre la ha maldecido” (ibíd., p. 396). De hecho, las últimas investigaciones indican que incluso comer solo un poco de carne eleva el riesgo de mortalidad,2 y que la dieta vegana o vegetariana estricta (sin productos de origen animal) presenta los mejores índices de protección contra las enfermedades. Cuanta más carne (o productos de origen animal) incorpora una dieta, peores índices de defensa contra las enfermedades presenta.3
Se acercan tiempos desafiantes para el remanente. Tiempos en que se nos promete también una bendición especial de parte de Dios. La mejor preparación para el tiempo del fin es cultivar ya, ahora, una relación personal con Cristo. Y, si bien “el reino de Dios no se trata de lo que comemos o bebemos” (Rom. 14:17) –es decir, no somos vegetarianos para alcanzar la salvación, que ya fue comprada por Cristo Jesús–, en estos últimos tiempos necesitaremos salud física y mental para predicar el mensaje del tercer ángel, conservar claridad de mente y vigor espiritual. RA
Referencias
1 Consultar el siguiente artículo en Internet: bit.ly/2uTgUX7
3 Ver este estudio de los investigadores de la Universidad de Loma Linda: bit.ly/2I6GksI
Felicitaciones a la Revista Adventista
Agradezco a Dios por permitirme conocer la verdad solo pido en oración ferviente que siga dando sabiduría a la iglesia adventista. Para que todos los miembros entendamos el propósito que Dios tiene para cada uno de sus hijos
Muchas gracias por compartir.