Al igual que en los últimos años, en este mes de febrero y bajo el lema “Primero Dios”, la Iglesia Adventista en Sudamérica se dispone a buscar al Señor de manera especial a través del programa 10 días de oración y 10 horas de ayuno. Sin duda, es una excelente oportunidad para reconsagrar nuestra vida a Dios y reavivar nuestra comunión diaria con él.
Recuerdo un diálogo que tuve hace un par de años, al aproximarse este mismo evento, con un conocido. Él expresó: “¿Por qué es necesario ayunar? ¿Acaso no es suficiente orar? Al final, al ayunar, uno termina pensando más en el hambre que tiene que en la comunión con Dios”. Se trata de una observación válida, que incluso pudo haber pasado más de una vez por tu mente. Sin embargo, este razonamiento pasa por alto el verdadero propósito del ayuno. Es fundamental entender ese propósito, y practicar el ayuno debidamente, a fin de que sea una bendición y no una carga.
Elena de White expresó al respecto: “El ayuno verdadero, recomendable para todos, es abstinencia de todo alimento estimulante y el debido consumo de alimentos sencillos que Dios ha provisto en abundancia. Los hombres deben pensar menos en lo que beberán y comerán de alimento temporal, y dar más importancia al alimento del Cielo, que los tonificará y vitalizará en toda su experiencia religiosa” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 210).
Este mes, la Revista Adventista tiene el agrado de compartir un excelente artículo, escrito por el pastor y Doctor Eduardo Franco Silva, de la Universidad Adventista de Chile, que nos ayudará a descubrir y aplicar el verdadero ayuno.
Que en estos 10 días de oración y 10 horas de ayuno podamos seguir el consejo inspirado: “El espíritu del ayuno y la oración verdaderos es el espíritu que entrega la mente, el corazón y la voluntad a Dios” (Elena de White, Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 211). RA
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