¿ENSEÑA EL APÓSTOL PABLO QUE LA HOMOSEXUALIDAD NO ES PECADO?
El debate que existe en relación con la homosexualidad ha sido planteado desde diversos puntos de vista. Uno de ellos, y que nos atañe directamente, es el que sostiene que las cartas de Pablo no condenan la práctica homosexual. Los que arguyen esto señalan que los tres pasajes en los que Pablo hace referencia al tema (Rom. 1:26, 27; 1 Cor. 6:9, 10; 1 Tim. 1:10) están errónea y tendenciosamente interpretados.
En vista de esto, en el presente artículo se discutirán algunas opiniones que se han vertido sobre el tema, prestando atención al texto bíblico y al contexto en el que está ubicado. Se analizará por separado cada texto paulino en el que se hace referencia al tópico en cuestión, para finalmente entregar una conclusión a la luz de las evidencias que los mismos textos arrojan.
LA EPÍSTOLA DE ROMANOS Y LA HOMOSEXUALIDAD
Para un lector asiduo de Romanos, no es ningún misterio leer que Pablo señale, por un lado, que las mujeres “cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza” (Rom. 1:26), en tanto, por el otro, afirme que los hombres, “dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres” (Rom. 1:27). Para el mismo lector, acostumbrado a interpretar el texto como refiriéndose a la homosexualidad, puede resultarle extraño saber que algunos afirman que el pasaje, en sí, no se estaría refiriendo a la homosexualidad como tal, sino al hecho de que hombres o mujeres que en realidad son heterosexuales cometan solo por placer actos homosexuales. Eso significaría que lo que el apóstol Pablo está indicando, entre líneas, es que Dios no dice nada en contra de aquellos que son “naturalmente” homosexuales; es decir, aquellos que sienten amor y que mantienen una vida sexual activa con otra persona de su mismo sexo.
No obstante, quienes afirman eso cometen algunos errores en la forma de aproximación al texto. Un primer punto para tener en vista es el contexto en el que está situado el pasaje traído a colación. Luego de declarar que “en el evangelio la justicia de Dios es revelada” (Rom. 1:17), Pablo inmediatamente analiza la ira de Dios contra la impiedad y la maldad de aquellos que restringen la verdad (1:18). La intención del apóstol al hacer esto es mostrar que todos, incluyendo a judíos y gentiles por igual, somos culpables y pecadores; y que, por lo tanto, necesitamos la justicia gratuita que ha sido revelada en Jesús (1:17-3:20; comparar con 3:22-24).
Ahora bien, al analizar “la impiedad y la maldad” de la humanidad, el primer grupo al que Pablo hace referencia es al de los gentiles, enfocándose tanto en su idolatría como en su inmoralidad sexual (1:18-27).
Inicialmente, Pablo expresa que los gentiles conocieron las “cualidades invisibles de Dios” a través de la naturaleza, por lo cual no tienen la excusa de decir que porque desconocen a Dios no son pecadores (1:19, 20; 2:14-16). Describe que ellos optaron por no glorificar el nombre de Dios, haciéndose necios y “cambiando” la gloria que Dios merecía por la imagen de los seres que Dios mismo había creado (1:21, 22). Una palabra clave en esta discusión es el verbo “cambiar”.1
Inicialmente, Pablo dice que ellos “cambiaron” la gloria de Dios por las semejanzas de hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles (Rom. 1:23). Luego, afirma que ellos “cambiaron” la verdad de Dios por la mentira, convirtiéndose en adoradores de las criaturas, y no del Creador de ellas (1:25). Finalmente, menciona que las mujeres y los hombres “cambiaron” el uso natural por el que es contra naturaleza, “encendiéndose en su lascivia unos con otros” (1:26, 27). En cada uno de estos “cambios”, Pablo está ilustrando que, al dejar de lado a Dios, él “los dejó a merced” de sus propios caminos (1:24, 26, 28). Por lo cual, por el hecho de ser pecadores, necesitarían un salvador.2
El decir que ellos “cambiaron” lo que Dios había dispuesto desde el principio mostraría que Pablo está haciendo alusión a la creación del mundo y, por ende, a la creación del ser humano.3 De esta manera, Pablo nos estaría recordando que el ser humano fue creado como hombre y como mujer, no como ser homosexual (Gén. 1:26, 27; 2:15-25). Esto explicaría por qué Romanos menciona que las mujeres, y posteriormente que los hombres, “cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza” (1:26, 27). El “uso natural” sería el dispuesto en la creación; esto es, la relación entre un hombre y una mujer. Por otro lado, el uso “contra la naturaleza” sería lo opuesto; es decir, consumar relaciones sexuales con personas del mismo sexo. De esta manera, Pablo no está diciendo que solamente los heterosexuales que cometen actos homosexuales por lujuria o por placer son pecadores, sino también lo son “todos” aquellos que no se ajustan al patrón hombre-mujer en el que las relaciones de pareja deben encuadrarse.
PRIMERA DE CORINTIOS Y LA HOMOSEXUALIDAD
La carta de Pablo a los miembros de la iglesia de Corintio pareciera ser bastante clara con relación a lo que Dios determina respecto de la homosexualidad. En la traducción provista en la versión Reina-Valera de 1960, el apóstol afirma que no heredarán el Reino de Dios “los que se echan con varones” (1 Cor. 6:9, 10). La palabra griega que esta versión traduce como “echarse con varones” es arsenokoitai [ἀρσενοκοῖται], que a su vez está precedida por otra, malakoi [μαλακοί], que es traducida en la misma versión como “afeminados”. Para algunos, sin embargo, considerando el análisis lingüístico de ambos vocablos, lo que estaría condenando el texto sería a los prostitutos que “se echan con varones” o a los pedófilos, que se aprovechan de los niños “afeminados” (malakoi). Por lo tanto, dicen ellos, el apóstol no estaría refiriéndose a aquellos homosexuales que “nacieron así” y que mantienen una relación consentida con otros adultos del mismo género, sino a los que “pervierten la realidad homosexual”.
Para cerciorarse de que este análisis sea correcto, lo primero es centrarse en el texto mismo. El pasaje asegura que los injustos no heredarán el Reino de Dios (1 Cor. 6:9, 10). Pablo emplea la palabra “injusto” con el fin de referirse a un gran número de personajes: los fornicarios, los idólatras, los adúlteros, los afeminados (malakoi), “los que se echan con varones” (arsenokoitai), los ladrones, los avaros, los borrachos, los maldicientes y los estafadores (6:9, 10). Una primera lectura del texto nos permite afirmar que el pasaje no solo está condenando a quienes se “echan con varones”, sino también deplora otros actos reprobables que impedirían heredar el Reino de Dios. ¿De dónde tomó Pablo esta lista de actos pecaminosos? Probablemente estaba pensando en el “Código de Santidad” de Levítico 18 al 20.4 En el Nuevo Testamento, es común encontrar referencias a estos capítulos de Levítico. Jesús mismo los usó, por ejemplo, cuando afirmó que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mar. 12:31; cf. Lev. 19:18).
Ahora bien, al considerar la lista que Pablo nos brinda, podemos darnos cuenta de que solamente la referencia a “los borrachos” no está presente en este “Código de Santidad” (Lev. 18:22; 19:4, 9, 11-13, 14; 20:10, 13), por lo cual es altamente probable que Pablo haya hecho referencia a estos capítulos cuando mencionó a los que “se echan con varones”.
“…SOMOS CULPABLES Y PECADORES; Y… POR LO TANTO, NECESITAMOS LA JUSTICIA GRATUITA QUE HA SIDO REVELADA EN JESÚS…”
Es en este “Código de Santidad”, específicamente en Levítico 18:22 y 20:13, donde Dios amonesta a los varones a no dormir con hombres como si fuera con mujeres. Lo interesante es que la traducción griega del Antiguo Testamento conocida como Septuaginta (LXX) utiliza dos palabras para describir esta orden: ársen [ἄρσεν], que significa “hombre”, y koite [κοίτη], que se traduce como “relación sexual”, de la cual proviene la palabra “coito”. De esta manera, lo que Pablo está haciendo en 1 Corintios es unir estos dos términos, arsen y koite, en un solo vocablo, quedando así la palabra arsenokoitai. Por lo cual la palabra no se podría traducir como “prostituto”, sino como “homosexual”; es decir, aquel que se “echa con varones”.5
Establecer esta conexión es muy importante, porque los que arguyen que la palabra arsenokoitai debería traducirse como “prostituto” afirman que no existen registros del término en otros escritores de la época de Pablo; es decir, esta sería la primera vez que la palabra aparece. En este punto, debemos reconocer que están correctos. No existen evidencias de que la palabra haya existido, al menos en registros escritos, antes de que Pablo la mencionara aquí. Sin embargo, si se presta atención al hecho de que Pablo tiene en mente el “Código de Santidad” de Levítico (Lev. 18:22; 20:13), no habría problemas en señalar que está acuñando una nueva palabra. Lo cual no sería nada extraño en Pablo. Por ejemplo, en la primera carta que escribe a Timoteo, él usa dos veces el término heterodidaskaleo [ἑτεροδιδασκαλέω], que significa que “no enseñen diferente doctrina” (1 Tim 1:3; 6:13). Lo interesante es que este es un término exclusivamente paulino, que no aparece ni antes ni en tiempos de Pablo. Por lo tanto, cuando Pablo usa la palabra arsenokoitai no se estaría refiriendo a “prostitutos” homosexuales, sino a una palabra que él mismo acuñó para aludir a los homosexuales a secas; es decir, a aquellos varones que, como dice Levítico, “se acuestan con hombres como si fueran mujeres”.6
Entonces, ¿qué decir de aquellos que postulan que el texto se refiere a pedófilos que abusan de los niños? Como se estableció anteriormente, el texto, en su relación con Levítico, está subrayando la homosexualidad. Si Pablo hubiese querido expresar su condenación de la pedofilia, habría usado el término griego paiderastés [παιδεραστής], que implica una inclinación sexual hacia los niños; pero no lo hizo. Lo cual no excluye que quienes actúan de esa forma no sean, con todas las letras, también pecadores y deban ser condenados. Sin embargo, si bien Pablo no dijo que fueran “pedofilos”, sí, en cambio, nombró a los malakoi; es decir, a los “afeminados”. En términos estrictamente lingüísticos, si bien la palabra malakoi podría traducirse como “afeminado”, también hace alusión a la pareja sexual que en la relación homosexual desempeña el rol de mujer.7 Desde esta perspectiva, el hecho de que Pablo haya nombrado ambos términos señalaría que su significado debe entenderse en conjunto, lo que determinaría que tanto los agentes pasivos como los activos en la relación homosexual no heredarán el Reino de Dios.8
PRIMERA DE TIMOTEO Y LA HOMOSEXUALIDAD
En la primera carta que Pablo escribió a Timoteo aparece el último texto que comúnmente interpretamos como que reprueba la homosexualidad (1 Tim 1:10). Aquí, nuevamente, el apóstol usa la palabra arsenokoitai; que, sin embargo, algunos han interpretado como referida nuevamente a la prostitución o a la pedofilia. En términos cronológicos, esta carta fue escrita varios años después de aquella que Pablo escribiera a los corintios, por lo cual, el hecho de que él mencione nuevamente la palabra arsenokoitai, que la Reina-Valera traduce como “sodomitas” (1:10), nos permite establecer que el significado de este término ya era conocido por Timoteo. Sin embargo, el vocablo “sodomitas” puede resultar no tan claro para algunos, y quizás hasta pueda hacer perder de vista la esencia del significado que comprende la palabra arsenokoitai. En vista de lo anterior, primero analizaremos lo que podría implicar el término “sodomita” para algunos, para luego centrarnos brevemente en el contexto en que Pablo menciona la homosexualidad en 1 Timoteo.
Sin duda, en la mente de muchos, la palabra “sodomita” hace referencia al acto homosexual llevado a cabo exclusivamente entre hombres. Concepto que es tomado, correctamente, del relato en que los habitantes masculinos de Sodoma querían, como traduce la Nueva Versión Internacional, “acostarse” con los visitantes celestiales que estaban hospedados en la casa de Lot (Gén. 19:4, 5).
LA MISIÓN QUE COMO CUERPO ECLESIÁSTICO TENEMOS ES DENUNCIAR EL PECADO PERO AMAR AL PECADOR, CREYENDO EN LA CONVERSIÓN DE TODOS.
Sin embargo, los mismos que cuestionan los textos previamente analizados en este artículo señalan que en esta historia no se está describiendo negativamente a la homosexualidad, sino simplemente haciendo alusión al hecho de que algunos pervertidos querían agredir sexualmente a estos huéspedes de Lot. De esta manera, la palabra “sodomita” implicaría que Pablo estaría aludiendo a “violadores”; lo cual, obviamente, debe ser siempre condenado.
No obstante, aquellos que definen el vocablo a partir del hecho de que estos hombres querían abusar sexualmente de los visitantes de Lot olvidan que, aun así, estos tenían intenciones homosexuales; dejando de lado, además, el hecho de que en la Epístola de Judas se menciona que las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron castigadas por su “inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza” (Jud. 7). Por lo cual, quizás una mejor traducción para este texto, que podría evitar malentendidos, sería aquella provista por la Nueva Versión Internacional y La Biblia de las Américas, las cuales traducen el texto simplemente como “homosexual”.
Ahora bien, en relación con el pasaje de Timoteo, el contexto de la Epístola nos indica que Pablo, luego de afirmar que “la ley no fue dada para el justo”, pasa a enumerar a aquellos que se oponen a esta definición (1 Tim. 1:9). Entre aquellos que son mencionados en su larga lista de contrarios a la Ley de Dios, figuran los “sodomitas” de la versión Reina-Valera. Lo que debe ser resaltado, en este caso, es que Pablo coloca en un mismo plano a los “sodomitas” y a los fornicarios (1 Tim. 1:10), subrayando así que a los ojos de Dios la pecaminosidad del comportamiento homosexual es tan condenable como la inmoralidad sexual que podría existir entre los heterosexuales. Es decir, los fornicarios son tan pecadores como los homosexuales, y viceversa; y ambos necesitan de igual modo la gracia y el perdón divinos.
CONCLUSIÓN
A la luz de lo antes expuesto, no nos cabe más que afirmar que Dios condena la homosexualidad como un pecado. Esto implica que en ningún momento Pablo testifica que los homosexuales son pecadores solo porque sean pedófilos o por trabajar como prostitutos, excluyendo, así, a los que sincera y “naturalmente” lo son. Pablo no hace esa distinción. Para Dios, quien inspiró al apóstol, los homosexuales son pecadores y pecadoras que necesitan la Redención.
No obstante, en ningún momento él enseña que debamos odiarlos o impedir que ellos, o ellas, puedan aceptarlo como su Salvador. La misión que como cuerpo eclesiástico tenemos es denunciar el pecado pero amar al pecador, creyendo en la conversión de todos aquellos que están lejos de Cristo. Pues ¿no es acaso Pablo quien, luego de señalar que los homosexuales no heredarán el Reino de Dios, dice: “Y esto erais algunos” (1 Cor. 6:11)?
Qué increíble es notar que Pablo está hablando en tiempo pasado. Es decir, Pablo está afirmando que “estos miembros” habían sido homosexuales activos, pero ya no lo son más: Dios había obrado la obra misteriosa del arrepentimiento en sus corazones; la misma que él puede efectuar en todos aquellos que se acercan a él con el deseo de caminar en sus pasos.RA
Referencias:
1 Richard B. Hays, “Relations Natural and Unnatural: A Response to J. Boswell’s Exegesis of Rom 1”, The Journal of Religious Ethics 14 (1986), p. 192.
2 David E. Malick, “The Condemnation of Homosexuality in Romans 1:26-27”, Bibliotheca Sacra 150 (1993), p. 333.
3 Thomas R. Schreiner, “A New Testament Perspective on Homosexuality”, Themelios 31 (2006), p. 66.
4 James De Young, “The Source and NT Meanings of Arsenokoitai, whit Implications for Christian Ethics and Ministry”, The Master’s Seminary Journal 3 (1992), p. 212.
5 David F. Wright, “Homosexuals or Prostitutes: The Meaning of Arsenokoitai (1 Cor 6:9; 1 Tim 1:10)”, Vigiliae Christianae 38 (1984), pp. 125-153; David F. Wright, “Translating Arsenokoitai (1 Cor 6:9, 1 Tim 1:10)”, Vigiliae Christianae 41 (1987), pp. 396-398.
6 De Young, pp. 211-214.
7 A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (BAGD), p. 613.
8 David E. Malick, pp. 479-492.
La explicación sobre la.palabra arsenokotai es pobre, no toma en cuenta otros textos griegos de la época en donde tanto la palabra arsenokotai como malokoi nunca son usados con este sentido. Es más, la misma palabra malokos es utilizada en.los.evangélicos con una traducción totalmente diferente. No es un análisis sin prejuicios y honesto, buscando al interpretar el texto concluir lo que el autor.piensa de antemano sobre el tema. Sería interesante también.contrastar estos.textos con otras historias bíblicas como 1 y 2 de Samuel, la.historia del siervo del centurión y el uso del término eunucos en los tiempos del Evangelio.
Existe un movimiento mundial que todos conocemos y que tarde o temprano nos colocara de un lado o del otro en cuanto a las posiciones tomadas incluso nos señalaran de ir contra los derechos humanos y las libertades y es exactamente por esa razón que muchos que se han apartado siguiendo doctrinas de demonios quieren y esperan que al pecado lo llamemos bueno … ni los hechiceros idolatras afeminados y todo el que ama la mentira… Dios en su plan original creo a un hombre y a una mujer tambien bendijo y santifico el dia de reposo sabado y justamente ambas instituciones establecidas por Dios en la Creacion del mundo son atacadas y el Diablo quiere destruir …¿de que lado estas tu?