Cuando el papa Francisco arribó a los Estados Unidos en septiembre del año pasado, muchos pensaron que finalmente se estaba concretando plenamente la unión de los dos poderes político-religiosos de Apocalipsis 13. Algunos llegaron a señalar que en la reunión entre el papa Francisco y el presidente Obama se acordaría la implementación de la “marca de la bestia”; es decir, la proclamación de la ley dominical, en cumplimiento de las profecías apocalípticas. Desde luego, esa especulación no se cumplió.
Sin duda, por los eventos de estos últimos tiempos, se está preparando rápidamente el escenario para el desenlace de los acontecimientos finales descritos en Apocalipsis. Sin embargo, el estado de alarma y las especulaciones incumplidas pueden ser contraproducentes cuando se basan en una mala comprensión de los detalles proféticos. ¿Qué implica exactamente el recibir la marca de la bestia, y cuál debería ser nuestra actitud frente a estos sucesos?
Elena de White dejó en claro que la marca de la bestia no se recibe solamente por el cese de trabajo en domingo; implica un rechazo y el pisoteo directo y consciente del cuarto Mandamiento: “Cuando los hombres rechacen la institución que Dios declaró ser el signo de su autoridad, y honren en su lugar lo que Roma escogió como signo de su supremacía, ellos aceptarán de hecho el signo de la sumisión a Roma, ‘la marca de la bestia’. Y solo cuando la cuestión haya sido expuesta así a las claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados a escoger entre los Mandamientos de Dios y los mandamientos de los hombres, será cuando los que perseveren en la transgresión recibirán ‘la marca de la bestia’ ” (El conflicto de los siglos, p. 443).
En este sentido, la mensajera del Señor recomienda no tomar una actitud de abierto desafío frente a la promulgación de leyes dominicales sino, más bien, un curso de acción pacífico y sumiso: “Desafiar las leyes dominicales no haría más que fortalecer el espíritu perseguidor de los fanáticos que se esfuerzan por hacerlas ejecutar. No les den ocasión de llamarlos violadores de las leyes […]. No se recibe la marca de la bestia por manifestar prudencia al conservar la paz absteniéndose del trabajo que ofende y […] consagrar el domingo al trabajo misionero” (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 187).
Es fácil encontrarse con mensajes, especialmente por Internet, de carácter alarmista y acusativo sobre los sucesos recientes que atañen al Papado. Si bien es nuestro deber desenmascarar el error y proclamar la verdad bíblica, debemos ser cautos y prudentes en el modo de expresarnos. La recomendación inspirada es que “no debemos decir una palabra, no debemos publicar una frase –a menos que sean completamente esenciales para defender la verdad–, que hayan de incitar a nuestros enemigos contra nosotros” (Obreros evangélicos, p. 342). “Si ven que al hacer ciertas cosas, que tienen perfecto derecho de hacer, estorban el progreso de la obra de Dios, absténganse de hacerlas. No hagan nada que cierre la mente de otros a la verdad” (ibíd., t. 9, p. 172). “La crisis final sobre el sábado aún no ha llegado, y por acciones imprudentes podemos provocar una crisis antes de tiempo” (Ms 22b, 1895).
La mejor manera de desenmascarar el error no es atacarlo directamente, ni a quien lo comete, sino contrastarlo nítidamente con la verdad: “Nuestra obra consiste en magnificar y exaltar la Ley de Dios […]. Con toda modestia, con un espíritu de gracia y el amor de Dios, debemos indicar a los hombres que el Señor Dios es el Creador de los cielos y de la Tierra, y que el séptimo día es reposo de Jehová” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 295). RA
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