“¡JESÚS VIENE, YO VOY!”

05/08/2025

Un llamado a permanecer fieles mientras llevamos esperanza al mundo.

El 62º Congreso de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, bajo el lema “¡Jesús viene, yo voy!”, ya es historia. Durante este encuentro se abordaron asuntos administrativos clave para el desarrollo global de la Iglesia, así como la planificación y la integración de esfuerzos para cumplir la misión de llevar esperanza a todo el mundo.

Reafirmamos nuestro compromiso con las creencias fundamentales adventistas, manteniendo en el centro a Cristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe. Además, se eligió a los nuevos líderes de la iglesia mundial para el próximo quinquenio, hasta 2030. Por primera vez, un sudamericano fue nombrado presidente de la iglesia a nivel global.

En el congreso también se enfatizó la importancia de un avivamiento espiritual, la renovación de la fidelidad, la búsqueda diaria del Espíritu Santo y el compromiso de cada miembro con el cumplimiento de la misión.

Sin embargo, aunque fue gratificante ver a toda la familia mundial de la iglesia representada en el congreso, me quedó un gustito amargo: ¿cuánto faltará para reunirnos en la eternidad? Mientras pensaba en este asunto, vino a mi mente la Epístola de Judas. En apenas 25 versículos, con un poderoso mensaje de advertencia, juicio, gracia y esperanza, nos indica cómo vivir estos días de espera. Nos exhorta a luchar ardiente e intensamente por la fe. Nos advierte contra la incredulidad, la idolatría, la indiferencia y la rebelión, que serán cada vez más comunes a medida que se acerca el fin. Y nos hace un enérgico llamamiento a permanecer fieles y cultivar un espíritu misionero:

  1. “Edifíquense sobre su santísima fe” (vers. 20). En lugar de edificar sobre un sentimiento subjetivo y cambiante, se nos exhorta a edificar sobre la fe, sobre un cuerpo de doctrinas y creencias, pues “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Rom. 10:17, RVR 1960). Nuestra base debe ser un sólido “Escrito está”.
  2. “Oren movidos por el Espíritu Santo” (vers. 20). El Espíritu Santo revela nuestra pecaminosidad y nos conduce al arrepentimiento, a la justicia, a la fidelidad y al testimonio. Guiados por el Espíritu, pedimos adecuadamente y recibimos, porque la verdadera oración no busca que se haga la voluntad del ser humano en el Cielo, sino que se haga la voluntad del Cielo en la Tierra.
  3. “Manténganse en el amor de Dios” (vers. 21). Unidos, apoyándonos mutuamente, estaremos siempre fortalecidos en el amor del Señor.
  4. Esperen “la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna” (vers. 21, RVC). Mientras que los incrédulos y los indiferentes solo pueden esperar el Juicio, los que esperan activamente la misericordia de Dios heredarán la vida eterna.
  5. Cumplan la misión de alcanzar a todos (vers. 22, 23). Se nos insta a afirmar la fe de los que dudan y rescatar a los que están en el fuego de la indiferencia o la rebelión. “En el Cielo no habrá ningún salvado con una corona sin estrellas. Si entran allí, habrá algún alma en las cortes de gloria que ha entrado por intermedio de ustedes” (Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 286).

El libro de Judas termina con una doxología: “A aquel que es poderoso para guardarnos sin caída, y presentarlos sin falta ante su gloria con gran alegría, a Dios, nuestro Salvador, el único sabio, sea la gloria y la majestad, el dominio y la autoridad, ahora y por todos los siglos. Amén” (vers. 24, 25). Muy pronto, Cristo colocará sobre nuestras cabezas la corona de gloria. Mientras tanto, debemos mantenernos fieles y activos.

Doy gracias a Dios y a la Iglesia por el desafío que se me ha confiado de liderar al pueblo de Dios en Sudamérica. Siento la necesidad constante de la guía divina, del derramamiento del Espíritu Santo y del trabajo de todos unidos para cumplir la misión. Cuento con tus oraciones y tu participación activa.

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Revista completa y números anteriores: https://editorialaces.com/bibliotecagratuita

Foto: Anne Seixas

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