Ten cuidado con estos cinco engaños populares en las redes sociales.
Las narrativas que aceptamos como verdaderas moldean nuestra manera de pensar, sentir y vivir. En un mundo donde cada publicación en redes sociales, películas, series, pódcasts y música promueve diferentes “verdades”, es esencial ser intencionales con lo que aceptamos como verdadero.
Por eso, exploraremos cinco narrativas falsas promocionadas por la cultura actual que, erróneamente, se han intentado armonizar con la Biblia. No obstante, son contrarias a la Palabra de Dios.
1-Tú eres suficiente. Esta es una de las afirmaciones que más se repite. Sostiene que dentro de ti está todo lo que necesitas para resolver tus problemas. Aunque esta autosuficiencia pueda sonar atractiva, se torna una carga abrumadora, ya que es una responsabilidad que nunca fue tuya en primer lugar. Esto se transforma en un gran engaño y es contrario a lo que afirma la Biblia.
Jesús fue claro al sostener que “separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Solo en él podemos estar satisfechos. Eres suficiente solamente en él.
2-Tú determinas tu verdad. Es muy común leer este tipo de frases. Para la mayoría de la sociedad de hoy, la verdad ya no es fija ni absoluta. La verdad cambia según las circunstancias, emociones o preferencias individuales. En contraste, Jesús afirmó en Juan 14:6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
Entonces, la verdad no es algo por determinar, es alguien para conocer: Jesús. Él es quien determina qué es verdad y qué no. Por eso, en Juan 8:32 dice: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
3-Tú eres perfecto/a y no necesitas cambiar nada en ti. Esto implica que naturalmente eres bueno y puro, como un diamante sin pulir, que –al desprenderse de las capas de normas impuestas por la sociedad y expectativas limitantes– revelará su verdadera esencia. Esto nos lleva a aceptar partes de nosotros que en realidad deberíamos rechazar o a crear excusas en lugar de arrepentirnos. La Biblia, contrariamente a esto, dice que “no hay justo ni aun uno” (Rom. 3:10), que todos estamos “destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23), que somos como “suciedad” y nuestros intentos de cambiarlo son como “trapo de inmundicia” (Isa. 64:6). Y eso nos hace “miserables” (Rom. 7:24). No hay nada bueno en nosotros, solo podemos ser perfectos a través de la justicia de Cristo.
4-Tú mereces lo que quieras. Desde las redes sociales nos impulsan estas ideas que sostienen que tienes derecho a tu sueño y, si luchas lo suficiente, puedes obtenerlo con los pensamientos y las acciones correctos. Pero, aunque tener metas y aspiraciones no es malo, la idea de que tenemos un “derecho” a ellas puede generar frustración y alejarnos de la voluntad de Dios. El sabio Salomón dice, en Proverbios 16:9: “El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos”.
Dios no nos promete que todos nuestros sueños se harán realidad, pero sí nos llama a someternos a su voluntad y soñar sus sueños para nosotros a través de la obediencia a su Palabra (Rom. 12:2).
5-Tú debes amarte a ti mismo. Este eslogan está basado en la creencia de que la solución para nuestra autoestima está en el amor propio. Pero la Biblia no nos llama a amarnos egoístamente. Al contrario, esa es la tendencia pecaminosa natural del ser humano de ponernos en primer lugar (Mat. 22:37-39). Lo que sí dice la Escritura es que debemos “negarnos a nosotros mismos” (Luc. 9:23), “morir a nosotros mismos” (Gál. 2:20) “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:3-8).
A diferencia de lo que nos quiere inculcar la cultura popular, la Biblia señala que no encontramos valor en nosotros mismos, sino en entender que “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). Es ese amor el que nos hace valiosos, y el que nos permite amar al prójimo (1 Juan 4:19-21).
Seamos intencionales en cómo ocupamos nuestro tiempo y a qué le dedicamos nuestra atención. Y, por sobre todo, estudiemos con oración la Biblia a fin de no ser confundidos o engañados por las modas pasajeras de esta época tan complicada.
Porque, al final, las narrativas que aceptamos como verdaderas moldean nuestra manera de pensar, sentir y vivir.
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