¿Qué harías si tu mundo cambiara en un instante?
La vida que Daniel, Misael, Ananías y Azarías tenían en Jerusalén fue transformada de un momento a otro. Estos jóvenes (según Dan. 1:3, 4) eran del linaje de los príncipes, sabios en ciencia y de buen entendimiento. Su futuro era prometedor, pero fueron exiliados a Babilonia.
En palabras de Walter Brueggemann,1 nosotros también vivimos en un “exilio”; es decir, una experiencia de ser extranjeros en un entorno hostil donde los valores predominantes van en contra de los propios. Pasamos de la mayoría a la minoría, del honor a la vergüenza y de la tolerancia a la hostilidad.2
Según la organización Barna, la cultura digital actual es una “Babilonia digital”, donde el cambio de valores es tan palpable como lo fue en la antigua Babilonia. En la era previa a lo digital, para sentir el exilio, tenías que mudarte a una ciudad lejana o secular (ya sea para trabajar o estudiar). Hoy ya no hace falta: solo necesitas un celular y conexión a Internet. Todos vivimos en Babilonia.
El término “Babilonia” deriva de una palabra hebrea que significa “confusión”. Esta palabra refleja el desafío de vivir en el exilio. Por lo que la pregunta es: ¿Cómo evitar perdernos en esa confusión?
En la historia de Daniel y sus amigos encontramos tres formas en las que Babilonia nos confunde y cómo podemos resistir a esas confusiones:
1-Babilonia intenta cambiar la mentalidad de los exiliados sustituyendo sus valores (Dan. 1:5-7). Así, se introduce una nueva cultura, nuevos ídolos y un sistema de creencias para reemplazar los antiguos. Nabucodonosor separa a los jóvenes de sus familias, priva su conexión con su tradición y su cultura de origen, haciéndolos más vulnerables a la influencia babilónica. Si tú controlas la siguiente generación, controlas la cultura; y si controlas la cultura, controlas el futuro. Lo mismo sucede en la cultura actual, donde la tecnología y los medios nos exponen a una constante reprogramación de nuestros valores.
2-Babilonia ejerce una fuerte presión social para que los exiliados se conformen a su sistema (Dan. 3). La burla, el rechazo y el miedo al aislamiento son usados para forzar su obediencia. Todos se inclinan ante la estatua de oro, creando una presión social para que ellos también lo hagan. Hoy vivimos en una sociedad donde las ideologías dominantes nos presionan a seguir la corriente, y aquellos que se oponen pueden enfrentar la marginación en sus estudios académicos, ambiente laboral, e incluso en su propia familia.
3-Babilonia presenta una seducción con poder e influencia (Dan. 6). El rey Darío emite un edicto en el que prohíbe orar a cualquier dios o humano, salvo al rey. Daniel enfrenta el riesgo de perder su puesto de poder y ser arrojado a la fosa de los leones por desobedecer. En nuestra sociedad digital, el deseo de influencia y reconocimiento a menudo nos lleva a comprometer nuestras creencias para mantener el poder o no dejar de pertenecer.
La “Babilonia digital” en la que vivimos, en donde pasamos más de 35 horas semanales utilizando el celular (esto equivale a aproximadamente 76 días completos al año), sustituye nuestros valores, ejerce presión social y nos seduce con poder e influencia. Pero, al igual que Daniel, Ananías, Misael y Azarías, debemos recordar que “el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17).
¿Qué hicieron estos jóvenes? Ante la mesa, no se contaminaron; ante la estatua, no se postraron; y ante el edicto, no idolatraron. Su lealtad a Dios fue más fuerte que la influencia de Babilonia. Siguiendo su ejemplo, necesitamos pasar tiempo en la Palabra de Dios, alejarnos de las distracciones de nuestra “Babilonia digital” y permanecer fieles al único reino que no será destruido. Como dice Filipenses 3:20: Nuestra ciudadanía está en los cielos.
Referencias
1 Walter Brueggemann, Cadences of Home: Preaching Among Exiles, p. 115.
2 John Mark Comer, Vivir sin mentiras, pp. 16-19.
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