Por Marcello Niek
Uno de los autores de La clave del cambio (el libro misionero de este año) reflexiona sobre la importancia de un tema que solemos dejar de lado.
Vivimos en un mundo en constante transformación, donde los cambios ocurren a un ritmo sin precedentes. La globalización, las tecnologías digitales, el cambio climático y los conflictos políticos son solo algunas de las fuerzas que moldean nuestro día a día. En este escenario de incertidumbres, la salud emocional surge como un elemento esencial e indispensable para mantener el equilibrio y la armonía, no solo en la vida personal, sino también en la sociedad.
Ahora bien, ¿qué es una enfermedad emocional? Es la pérdida de la capacidad de manejar las emociones de manera equilibrada. Así, empezamos a tomar actitudes y/o tener comportamientos anómalos con intensidades desproporcionadas al evento que los genera. Por ejemplo, una tristeza grande y demasiado duradera, una preocupación excesiva, un miedo exagerado, un desánimo profundo, la pérdida completa de alegría o interés, o incluso la práctica de hábitos nocivos para nosotros y que, aunque queramos, no podemos dejar (adicciones).
Así, estos comportamientos o actitudes terminan traduciéndose en una disfunción emocional, que afecta nuestra vida directamente, trayendo perjuicios para las relaciones interpersonales, para nuestro trabajo o ambiente doméstico y con efectos dañinos sobre nuestra salud física y mental.
Por otro lado, la creciente complejidad de la vida moderna pone presión sobre nuestra capacidad emocional de lidiar con las adversidades. De esta forma, entender la importancia de la salud emocional y discutir herramientas efectivas para promover la resiliencia es fundamental.
Por eso, desarrollaremos seis desafíos importantes en relación a la salud emocional.
1-Un desafío global
Costos económicos
Las enfermedades mentales resultan en una pérdida significativa de productividad y en el aumento de los costos de salud. En Estados Unidos, por ejemplo, se estima que el impacto económico de la depresión cuesta miles de millones de dólares anualmente, reflejándose en pérdida de productividad y costos médicos elevados. Empresas y gobiernos necesitan invertir en programas de salud mental para mitigar estos costos y aumentar el bienestar de los trabajadores.
Impacto intergeneracional
Los problemas de salud mental no tratados afectan a generaciones futuras, perpetuando ciclos de dificultad emocional. Los pibes cuyos padres sufren de depresión, por ejemplo, tienen mayor riesgo de desarrollar problemas emocionales similares. Es esencial que las políticas de salud pública incluyan soporte emocional para familias, creando un ambiente saludable y equilibrado para el desarrollo infantil.
Estigma y discriminación
A pesar de los avances, el estigma alrededor de las enfermedades mentales persiste, dificultando el acceso al tratamiento. Las campañas de concientización son fundamentales para combatir este estigma, promover la aceptación y alentar a aquellos que sufren a buscar ayuda. El aumento de la concientización es esencial para romper barreras sociales y proporcionar un ambiente acogedor y comprensivo.
Comorbilidades
Las enfermedades emocionales frecuentemente coexisten con otras condiciones de salud. La depresión, por ejemplo, es común entre aquellos que sufren de condiciones crónicas como diabetes o enfermedades cardíacas. Esto destaca la necesidad de un abordaje integrado para el tratamiento de salud, donde condiciones físicas y emocionales son tratadas bajo una visión médica integrativa.
Desafíos educativos
Los problemas emocionales impactan en el desempeño escolar, afectando el desarrollo del capital humano. Las instituciones educativas están cada vez más invirtiendo en programas de soporte emocional para estudiantes, reconociendo que el bienestar emocional es fundamental para el éxito académico y futuro profesional de los alumnos.
2-El desafío de los conflictos mundiales
Las crisis en todo el planeta tienen un impacto profundo y multifacético en la salud emocional de las poblaciones afectadas, reverberando más allá de las fronteras e influenciando el bienestar global. En regiones donde la guerra y la inestabilidad son constantes, la exposición continua a noticias de violencia y destrucción crea un estado prolongado de vigilancia y estrés.
Impactos directos
La constante exposición a conflictos globales genera un clima de incertidumbre y miedo, resultando en una gama de problemas emocionales, desde la ansiedad hasta el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Las personas directamente involucradas en los conflictos enfrentan pérdidas devastadoras: separación familiar, muerte de seres queridos, destrucción de hogares y comunidades son fuentes directas de trauma emocional. Estas experiencias resultan en cicatrices emocionales profundas que pueden afectar a generaciones futuras.
Consecuencias sociales y económicas
Además de los impactos directos, los conflictos exacerban problemas sociales como la pobreza y la desigualdad, creando un círculo vicioso que agrava aún más la salud mental. Las barreras significativas para acceder a servicios de salud mental en áreas de conflicto dificultan diagnósticos y tratamientos adecuados, perpetuando el sufrimiento emocional.
En un panorama más amplio, la inestabilidad política y económica generada por estos conflictos afecta la salud emocional a nivel global. El aumento de la polarización y de las tensiones sociales son reflejos de esta inestabilidad, destacando la necesidad urgente de soluciones pacíficas y sustentables que promuevan la salud emocional y social.
3-El desafío de la resiliencia
La regulación emocional es la habilidad de cambiar voluntariamente la experiencia emocional y puede ser dirigida para disminuir, aumentar o mantener la estabilidad de una emoción (modulación emocional). Es una habilidad que puede ser aprendida y desarrollada por diferentes herramientas. La modulación emocional desarrolla en nosotros la resiliencia.
La resiliencia está relacionada con la capacidad de alguien de lidiar con las propias emociones, demostrando equilibrio y control sobre sus reacciones emocionales, como por ejemplo bronca, inseguridad y ansiedad, sin presentar cambios bruscos. En tiempos de cambio constante, la resiliencia emocional es una habilidad esencial para navegar por las complejidades de la vida moderna.
Adaptación a cambios tecnológicos
La evolución tecnológica exige adaptación constante. Los programas de entrenamiento en gestión de foco y manejo de estrés se están volviendo comunes en empresas, ayudando a los empleados a lidiar con los cambios. La alfabetización digital es crucial para garantizar que individuos de todas las edades puedan navegar con confianza en las nuevas tecnologías.
Incertidumbre económica
En tiempos de fluctuaciones económicas, la flexibilidad emocional y la capacidad de lidiar con la incertidumbre son vitales. La planificación financiera y el apoyo emocional proporcionan una base sólida durante períodos económicos desafiantes. Educar a las personas sobre gestión financiera puede reducir la ansiedad y promover un bienestar económico.
Crisis globales
Pandemias y cambios climáticos demandan resiliencia para enfrentar desafíos sin precedentes. Las comunidades que promueven el apoyo mutuo y la colaboración tienen mayor probabilidad de prosperar. Las iniciativas comunitarias y políticas gubernamentales que incentiven la solidaridad son fundamentales para fortalecer lazos sociales y emocionales.
Presiones sociales
Las expectativas sociales y la comparación en las redes sociales exigen una base emocional fuerte. Desarrollar autocompasión y límites saludables ayuda a mitigar estos efectos. Prácticas como la oración y la reflexión personal pueden ser poderosas herramientas de resiliencia emocional.
Equilibrio entre el trabajo y la vida
La demanda por productividad y la erosión de las fronteras entre trabajo y vida personal requieren habilidades emocionales para mantener el equilibrio. Políticas de trabajo flexibles y promoción de tiempo para autocuidado son pasos importantes que las empresas pueden adoptar para fomentar un ambiente de trabajo saludable.
4-El desafío del consumo excesivo de redes sociales
Las redes sociales cambiaron la forma en que interactuamos, ofreciendo beneficios de comunicación, pero también costos emocionales significativos.
Comparación social
La exposición a vidas idealizadas lleva a la baja autoestima y a la insatisfacción personal. Estudios muestran que limitar el tiempo en las redes sociales mejora la salud emocional, aumentando la calidad de vida.
Síndrome FOMO (Fear of Missing Out)
Por sus siglas en inglés, esta sigla significa “miedo a quedarse afuera”. Esto genera ansiedad y una preocupación común en las generaciones más jóvenes. Practicar la desconexión digital intencional reduce esta ansiedad, promoviendo una mentalidad de presencia y gratitud.
Cyberbullying
El acoso online tiene efectos devastadores, especialmente entre jóvenes. Campañas de concientización y soporte escolar son esenciales para reducir estos efectos, creando ambientes más seguros para todos.
Distorsión de la realidad
El direccionamiento de contenido por los algoritmos de las redes sociales crea percepciones distorsionadas, influenciando nuestras creencias y actitudes. Educar sobre el consumo crítico de medios digitales promueve un combate eficaz contra la manipulación de información.
Adicción a la dopamina
Las redes sociales pueden crear patrones de uso adictivos, afectando nuestro bienestar mental. Establecer límites de uso y buscar actividades alternativas ayuda a equilibrar el uso, promoviendo un estilo de vida más saludable.
Polarización y conflictos
Las burbujas de filtro exacerban divisiones sociales y políticas, aumentando la polarización. Incentivar el diálogo abierto y la exposición a perspectivas diversas promueve un entendimiento más amplio y cohesivo.
Reducción de la interacción cara a cara
La sustitución de interacciones presenciales por conexiones virtuales puede llevar al aislamiento y a la soledad. Promover encuentros presenciales e interacciones reales es vital para la salud emocional, reforzando lazos interpersonales.
5-El desafío de una visión general
La salud emocional no es solo la ausencia de trastornos, sino un estado de bienestar completo. Es la capacidad de lidiar con los estreses normales de la vida, trabajar productivamente y contribuir a la comunidad. La presencia de enfermedades emocionales se manifiesta por la incapacidad de lidiar con las emociones de forma equilibrada, manifestándose en comportamientos como tristeza prolongada, preocupación excesiva, o pérdida de interés.
Regulación emocional
Desarrollar la capacidad de modulación emocional es fundamental para el bienestar. Técnicas como la reflexión personal y la práctica regular de ejercicios físicos han mostrado beneficios significativos, promoviendo un equilibrio entre mente y cuerpo.
Factores contribuyentes
Diversos factores contribuyen a la salud emocional, incluyendo genética, ambiente social, experiencias de vida y elecciones personales. Al comprender estos factores, podemos desarrollar estrategias eficaces de enfrentamiento y prevención.
6-Últimos desafíos emocionales de la humanidad
Estrés
El estrés es una sobrecarga física y mental. Un estado de fatiga crónica, donde el exceso de actividades lleva a un agotamiento. No es como una actividad laboral o deportiva donde quedamos extremadamente cansados: es una disfunción emocional en la cual los sistemas de control orgánico entran en colapso por sobrecarga continua.
Es causado por un círculo vicioso de demandas emocionales, en el cual la mente no soporta la presión a partir de un determinado límite. Además, hay una sobrecarga física, frecuentemente asociada a la privación crónica de sueño, que debilita el sistema inmunológico y causa un agotamiento limitante. De esta forma, se llega a un estadio en el cual el umbral de paciencia está en el menor nivel posible, mientras que los gatillos de irritabilidad están en la sensibilidad máxima.
Así, habrá situaciones que explotarán en una ola imprevisible de emociones y actitudes. En esas ocasiones, es muy común que se ponga “todo para afuera”, vomitando la basura emocional que está acumulada. También puede haber ofensas verbales, o incluso físicas, al blanco de la descarga emocional y no es inusual que sea alguien querido o cercano.
Ira
La ira es una deuda que se atribuye a los otros y por medio de ella se justifica el comportamiento enojado. En resumen, cuando alguien hace algo que trae ofensa, amenaza o perjuicio, provoca la inmediata reacción de reparación: si algo pasó, hubo perjuicio y alguien es culpable por eso, esa persona necesita ser castigada.
En otras palabras, cuando algo provoca una reacción de enojo, la mente entiende que hay el derecho de actuar así porque de alguna forma hubo un perjuicio: el comportamiento enojado es un acto inconsciente de reparación del daño y garantía de derecho. Por eso, en la bronca se actúa de manera inesperada y desequilibrada, agrediendo y contraatacando de diferentes formas. La ira puede ser tan tempestuosa que afecta y hiere incluso a las personas amadas.
Es muy común que, después de un ataque de ira, la persona se arrepienta de lo que hizo y considere que fue una reacción legítima porque estaba “fuera de sí”, sin control. Sin embargo, aunque la reacción de bronca suele pasar rápidamente, sus consecuencias pueden ser bastante dañinas y duraderas. Aprender a lidiar con los enojos es una necesidad fundamental para convivir socialmente y evitar muchos problemas en la vida.
Adicciones
Las adicciones son una fuga de algo que no se quiere enfrentar o una forma de regular deseos reprimidos. Es un hábito extremo que se volvió disfuncional y es muy difícil de romper. Es la autoflagelación con la culpa de algo conocido para huir de lo desconocido. En otras palabras, la persona causa un problema para sí misma de forma de tener una razón para explicar sus miedos y frustraciones.
Cuando algo no está bien resuelto en la vida y el costo emocional de resolver esa cuestión es muy alto, de manera consciente o inconsciente, se crean mecanismos de fuga de ese problema para no tener que enfrentarlo y uno de ellos es la adicción. Cuando se entra en el mundo de la adicción se está, en realidad sin saber, creando un problema conocido para uno mismo, a cambio de migajas de placer, para huir del enfrentamiento principal que se quiere evitar o que se cree que no tiene solución. Así, las frustraciones, el fracaso y la infelicidad pueden ser explicados por algo palpable: la adicción.
Culpa
Es una deuda que nos atribuimos a nosotros mismos, la cual no podemos pagar. Es un castigo que nuestra conciencia nos impone a partir de nuestra referencia moral o del sentimiento de pérdida por un acto cometido, incluso si no hay perjuicio real sentido por otra persona. O sea, es una transgresión de nuestras propias reglas interiores de comportamiento o valores íntimos.
La culpa no es necesariamente mala, pues puede ser un poderoso mecanismo de autorreflexión para la toma de actitudes posteriores, sea para cambiar la forma de actuar, para reparar un error o para ejecutar una compensación para alguien. O sea, el problema no es la culpa en sí, sino el sentimiento de culpa como un estado crónico que nos paraliza y destruye en lugar de promover el cambio.
Si actuamos de manera errónea o que trajo perjuicio para alguien es natural que nos sintamos culpables. Cuando ese sentimiento natural se transforma en una disfunción emocional crónica, que llamamos “sentimiento de culpa”, nos hace orbitar indefinidamente sobre un centro de negatividad, produciendo efectos deletéreos sobre nuestra salud emocional. Este mecanismo nos aprisiona y nos impide aceptar pensamientos positivos sobre nosotros, creando un círculo vicioso de autodepreciación, autodestrucción y más culpa.
La culpa alimenta la vergüenza, la baja autoestima y la sensación de vulnerabilidad, que son incapacitantes e impiden que la persona siga con su vida adelante. Las personas pueden pasar años e incluso décadas aprisionadas en este círculo.
Depresión
La depresión es una tristeza incapacitante, que promueve un estado de desánimo constante, desproporcionado a los hechos y por encima de la capacidad emocional de lidiar. Roba la esencia de la naturaleza humana, aprisionando la mente en la celda de la tristeza y transforma el mundo en un silencioso escenario gris, de penumbra, sin colores, sin luces y sin sonidos.
La tristeza depresiva puede manifestarse tanto por la incapacidad de alegrarse como por la falta de interés por la vida, por las cosas y por las personas. Es un sentimiento de total desesperanza, que reseca la alegría de vivir y quita el sabor de la vida. Paraliza, aísla y lastima y en su estadio más grave puede llevar al ápice de la desesperación: el suicidio.
Nadie está bien todo el tiempo, por más optimista que sea la persona. Incluso el individuo más animado, sonriente y esperanzado tiene momentos en los cuales necesita llorar y lidiar con esa dicotomía (alegría y tristeza) que forma parte de la vida. Entonces, para cada situación que se presenta delante de nosotros, con sus detalles y consecuencias, tenemos una respuesta emocional proporcional, con sentimientos positivos o negativos.
Sin embargo, la depresión se instala cuando el tejido emocional se rompe y se desarrolla una disfunción en los mecanismos de control, caracterizada por la incapacidad de lidiar con la tristeza. Es una tristeza diferente, más profunda, más invasiva, más interna y con una característica que la diferencia de las otras tristezas de la vida: es incapacitante.
Ansiedad
La ansiedad es una disfunción del miedo que, en lugar de ponernos en alerta para una amenaza, se vuelve limitante y paralizante, anticipando el sufrimiento de posibles problemas futuros.
Estamos hablando de uno de los trastornos mentales más comunes en todo el mundo, afectando a personas de diferentes edades, culturas y estratos sociales.
Es una presencia constante en la vida actual. Difícilmente no se conoce a alguien que sufre con este problema. Niños, adolescentes, jóvenes, adultos y viejos, todos tienen su porción: el mundo está ansioso. De cierta forma, se puso de moda decir que se sufre con esto. Comentamos este asunto con tanta naturalidad que causa la impresión de que la ansiedad es parte normal de la vida.
El problema comienza cuando hay una disfunción en los mecanismos de miedo. La emoción que debería ser fundamental para nuestra supervivencia pasa a ser un problema cuando se vuelve limitante y paralizante. Esto puede suceder por dos vías distintas:
1-Cuando perdemos la capacidad de evaluar correctamente la proporción entre la amenaza y nuestras capacidades.
2-Cuando perdemos la capacidad de identificar con corrección las amenazas como realmente son.
El miedo a las consecuencias de un posible problema pasa a ser un problema real en sí, que nos afecta, alterando el comportamiento y trae perjuicios evidentes en las funciones cognitivas, en las relaciones interpersonales y en las actividades del cotidiano. De cierta forma, funciona como si la posibilidad de algo malo en el futuro invadiera el momento presente, haciéndonos mal, y es por eso por lo que la ansiedad es una anticipación nociva del futuro. La creencia en la existencia o en la posibilidad de la llegada de un problema que no existe de hecho es tan real y verdadera que pasa a integrar la realidad objetiva del individuo.
Superando barreras emocionales
Vencer los obstáculos emocionales requiere un conjunto de actitudes que promuevan el crecimiento personal y la resiliencia. Así, iniciativas que diseminen conocimiento y herramientas prácticas son fundamentales. En este contexto, nació el proyecto del libro misionero 2025: La clave del cambio. Este libro tratará específicamente sobre el tema salud emocional. La clave del cambio ofrece soluciones prácticas para lidiar con desafíos emocionales, democratizando el acceso a informaciones sobre salud emocional. La propuesta es reducir el estigma y promover una cultura de autocuidado. El libro será una herramienta personal para que cada individuo dé los pasos necesarios para el cambio a su propio ritmo.
Cabe recordar que el proyecto “Impacto esperanza” es una iniciativa brillante de la Iglesia Adventista que incentiva la lectura y la distribución de libros en masa en América del Sur; y tiene como objetivo evangelizar y resaltar la esperanza de que Cristo volverá pronto.
Comenzó en 2006 y consiste en diversas acciones que implican salir a las calles para distribuir gratuitamente libros y revistas con mensajes de esperanza, llevando un mensaje de transformación a millones de personas.
Marcello Niek, Médico especializado en Medicina Preventiva, tiene un posgrado en Psiquiatría y un doctorado en Ciencias Biomédicas. Además, es coautor del libro La clave del cambio.
Un cristiano deprimido y ansioso
Por Bruno Raso (pastor y coautor del libro La clave del cambio)
La historia del profeta Elías emerge en los relatos bíblicos (1 Reyes 17-19) como una figura de relieve. Él fue uno de los grandes reformadores religiosos de todos los tiempos con la misión de hacer volver las personas a Dios. Su nombre significa “El Señor es mi Dios”. Vivió honrando su significado y cumpliendo su misión. Sin embargo, no estuvo exento a la ansiedad de enfrentar enemigos e imponderables.
El monte Carmelo fue escenario del valor y coraje de Elías, solitario representante de Dios quien se enfrentó a Acab, Baal y sus profetas. Tal manifestación milagrosa de amor y poder deberían haber acompañado a Elías el resto de su vida. No obstante, pocos días después a través de la historia, somos testigos del momento más duro de su ministerio, cuando huye al desierto, desanimado y abatido, desea la muerte. Pero en estas circunstancias tan difíciles para él, Dios no lo abandona y lo sustenta por muchos recursos fortalecedores de la salud emocional.
Un ángel del Señor viene a él, lo despierta y le da de comer. Nuestro Señor siempre se preocupa por las necesidades de sus hijos. Con la comida que el ángel le dio, logra recuperarse y seguir su caminata hasta que llegó al monte Horeb o Sinaí, donde logró descansar.
En su estresante caminata encontró refugio en una cueva, donde hace terapia dialogando con el Señor. El gran Terapeuta divino le prescribe salir de la cueva. Afuera puede ver, escuchar y experimentar cómo Dios se manifiesta en la naturaleza mediante un fuerte viento, un gran terremoto y después fuego. En aquel momento Dios instruye a Elías para que vaya al desierto de Damasco. Este desierto quedaba fuera de los alcances de los que procuraban su mal, Acab y Jezabel, por lo que estaría completamente alejado del peligro. Dios le encomienda una misión a cumplir en favor de los futuros reyes de Siria e Israel. También se encontrará con Eliseo, a quien debía preparar, formar y acompañar como su discípulo y sucesor.
Dios como Terapeuta supremo le concedió fe a Elías, le ayudó a desarrollarla y lo sostuvo con su ángel y a través del agua, la comida, el dialogo y el acompañamiento. Es interesante notar que por medio de elementos naturales como agua, alimento, descanso, ejercicio físico; o sobrenaturales como de los milagros, de usar cuervos para llevarle el alimento (los cuervos siempre buscan su comida, pero en esta oportunidad -por orden divina- llevan alimento para el siervo de Dios).
Recibimos de esta historia un claro mensaje: No importa cuales sean nuestras circunstancias, en el desierto más caliente, en la cueva más oscura, en la tormenta más intensa, en la soledad más profunda, en la fragilidad más vulnerable, en la impotencia más absoluta, en la ansiedad más expuesta o en la menos visible, en los momentos más bajos o en lo más altos de nuestra vida, en los montes o en los valles; Dios siempre nos acompaña. El apoyo natural y sobrenatural concedido a Elías también nos es ofrecido a nosotros. Puedes hacer todo lo que esté a tu alcance como que todo depende de ti y al mismo tiempo confiar como que todo depende de Dios.
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