Ante los desafíos misioneros, ¿podemos adoptar un sistema congregacionalista?
Como adventistas, estamos llamados a cumplir la misión de llevar los tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14 a toda nación, lengua y pueblo. Sin embargo, algunos creen que tener una organización no es bueno y quieren seguir el sistema congregacional como una mejor opción.
Al respecto, el Pr. Alberto Timm explica que “el congregacionalismo es la forma de organización eclesiástica en la que la iglesia local es independiente de cualquier estructura organizativa. Las congregaciones locales pueden tener una buena estructura administrativa interna, pero son en gran medida independientes unas de otras”.
Antes de la organización de la Iglesia Adventista, muchos de nuestros hermanos en la fe formaban parte de iglesias congregacionalistas y, como desconocían la visión bíblica de la organización eclesiástica, pensaron que este sistema sería una solución viable a las necesidades y los desafíos de la iglesia.
Así, James White y Joseph Bates pertenecieron anteriormente a la iglesia Conexión Cristiana. Este movimiento se mantenía unido mediante una asociación informal de iglesias que compartían revistas y reuniones periódicas. Llevaron esta forma de organización a la iglesia hasta principios de la década de 1850.
Sin embargo, James White se dio cuenta de que el congregacionalismo no era capaz de reunir a un pueblo con una visión mundial, en cumplimiento de la gran comisión de Jesús. Así, empezó a planificar la organización formal de la iglesia a fin de poder avanzar con dirección y vigor.
Durante este período, se formó un comité de cinco pastores para estudiar la cuestión. Como conclusión de los estudios, surgió un libro sobre la benevolencia sistemática, que recomendaba una organización opuesta al congregacionalismo.
De este modo, la Iglesia Adventista se organizó y adoptó el sistema representativo, en el que las congregaciones locales están vinculadas entre sí a través de asociaciones, uniones y divisiones. Y todo está coordinado por una Asociación General. Esto genera unidad doctrinal, administrativa y misionera.
Sin embargo, es visible un declive de la confianza en las organizaciones. La llamada “lealtad a la marca” está desapareciendo. Las nuevas generaciones no quieren apoyar a una organización solo porque alguien diga que es lo correcto. Para ellos, los aspectos morales son más importantes que los argumentos de autoridad y doctrina.
Entonces, surge una forma de congregacionalismo más sutil y difícil de detectar, a la que podríamos denominar “mentalidad congregacional”. Aquí, los individuos actúan y gestionan los recursos pensando solo en la iglesia local, olvidando el mandato divino de predicar a todo el mundo.
Al respecto, Elena de White dice: “Algunos han sostenido que, a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de cualquier organización religiosa. Pero el Señor me ha indicado que en esta obra no hay tal cosa como que cada hombre sea independiente. Las estrellas del cielo están todas bajo el imperio de la ley. Cada una influye sobre la otra para que haga la voluntad de Dios y el conjunto presta su obediencia común a la ley que controla su acción. Así también, para que la obra del Señor progrese en forma segura, sus hijos deben trabajar unidos” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 406).
En otro de sus escritos, agrega: “Nadie albergue el pensamiento de que podemos prescindir de la organización. La erección de esta estructura nos ha costado mucho estudio y muchas oraciones en demanda de sabiduría, que sabemos que Dios ha contestado. Se la ha edificado bajo su dirección, sobre la base de mucho sacrificio y conflicto. Ninguno de nuestros hermanos esté tan engañado como para intentar derribarla, porque se produciría una situación que ni siquiera soñamos. En el nombre del Señor, declaro que la organización debe permanecer, fortalecida, establecida y asentada” (La iglesia remanente, p. 33).
Necesitamos conocer los principios bíblicos de la organización eclesiástica y dejar de lado las motivaciones y las acciones congregacionalistas. La primera acción es bíblica y beneficia a todos; la segunda es particular y de intereses personales.
Por eso, en esta situación es esencial seguir el consejo de Pablo: “Nada hagan por rivalidad o vanagloria; antes bien en humildad, considerando a los demás como superiores a ustedes; no mirando cada uno solo a lo suyo propio, sino también a lo de los otros. Haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús” (Fil. 2:3-5).
Dios ha establecido un sistema de liderazgo grupal. Es una cadena con eslabones unidos: Con un manual que da orden eclesiástico.. Una hermandad que dirige a una misma voz, con doctrinas que guían dirigidas con control, y estas tres forman una organización que hace que se cumpla la gran comisión, de la predicación a “toda tribu, nación pueblo y lengua.” (Apocalipsis 14:6-7)
Hola pastor Stanley Arco feliz sábado yo creo firmemente en la organización de la iglesia y que nuestra iglesia adventista es la que el mismo Señor levanto para dar el mensaje de salvación al mundo. Pero como anciano a veces busco los fundamentos bíblicos para todo esto que estamos hablando y me gustaría que me ayude porque cada vez es más seguido ver a hermanos que, llevados por falsas doctrinas y vaya a saber que vídeo o falso maestro escuchan, pero lo cierto es que a la hora de decir escrito está mis conocimientos quedan un poco insuficientes. Se que hay mucho en el espíritu de profecía pero si la otra persona no reconoce el llamado de la hermana Elena de White se me complica un poco. Espero ayuda de cualquiera que esté leyendo y el Señor lo guíe a este comentario. Desde ya gracias. Que Dios lo bendiga