Los beneficios de creer y aceptar el don de profecía.
Nuestra creencia número 18 dice: “Las Escrituras dan testimonio de que uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una señal identificadora de la iglesia remanente y creemos que se manifestó en el ministerio de Elena de White. Sus escritos hablan con autoridad profética y proporcionan consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia. También establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual debe ser probada toda enseñanza y toda experiencia”.
Aunque el pecado interrumpió la comunicación cara a cara del Creador con la criatura, Dios desarrolló nuevas formas de comunicación, “porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). El profeta es un portavoz de Dios, ya que “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21).
El don de profecía tiene un lugar destacado, pues contribuye a la fundación, la edificación y el crecimiento de la iglesia (Efe. 2:20, 21). Satanás atacará a la iglesia remanente, “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”, es decir, el don profético (Apoc. 12:17; 19:10; 22:9).
El don de profecía se manifestó en el ministerio inspirado de Elena de White, que abarcó 70 años (1844-1915). Recibió más de 2.000 visiones, escribió más de 80 libros, 200 tratados, 4.600 artículos y otras 60.000 páginas. Sus escritos no sustituyen a la Biblia. Ella misma recomendó la Palabra de Dios como la regla de su fe y práctica.
Por eso, escribió:
“En su Palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como una revelación autorizada e infalible de su voluntad. Son la norma del carácter, las reveladoras de doctrinas y las examinadoras de la experiencia” (El conflicto de los siglos, p. 7).
Y también: “Poco caso se hace de la Biblia”, por lo que “el Señor dio una luz menor para guiar a hombres y a mujeres a la luz mayor” (El colportor evangelista, p. 144).
“Los testimonios escritos no se dan para proporcionar nueva luz, sino para grabar vívidamente en el corazón las verdades de la inspiración ya reveladas” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 663).
Así, en 1909 –durante su último discurso antes de una sesión de la Asociación General– abrió su Biblia, la sostuvo ante la congregación y dijo: “Hermanos y hermanas, les recomiendo este Libro”.
Luiz Cláudio da Silva nació en Salvador (Estado de Bahía, Brasil). Fue abandonado por su madre a los nueve meses. En 2015 encontró TV Nuevo Tiempo, hizo sus estudios bíblicos y buscó una iglesia. “Fui recibido de manera muy cordial en la Iglesia Adventista de Cabula, en Salvador. Allí, el Pr. Vitelmo me propuso tres desafíos: bautizarme, testificar y permanecer firme en la fe”. El 11 de febrero de 2017, Luiz entregó su vida a Dios por medio del bautismo. Ahora vive dando testimonio de las verdades. Semanas atrás, se inscribió y participó del Simposio del Espíritu de Profecía. “Estoy agradecido por las enseñanzas. Con mi familia, surgieron nuevos hábitos, como leer la Biblia y los libros de Elena de White en las primeras horas del día. Empecé a alimentarme de cosas que no sabía. Tuve la oportunidad de leer El camino a Cristo, Patriarcas y profetas, y Vida de Jesús. Estos libros han fortalecido mi fe”.
El telescopio no agrega estrellas al cielo, pero nos permite verlas mejor. Elena de White no agrega verdades a la Biblia, pero nos permite verlas más claras y más cercanas. Aprovechemos esta bendición, que edifica a la iglesia, para completar la misión. La promesa es segura: “Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Crón. 20:20). ¡Yo lo acepto! ¿Y tú?
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