CUIDAR, INTEGRAR Y DESAFIAR

2 agosto, 2021

Nuestro compromiso con las nuevas generaciones.

El niño (y luego el joven) Timoteo aprendió de una fe sincera y verdadera de su madre, Eunice; su abuela, Loida; y del apóstol Pablo, los caminos del evangelio y la misión (2 Tim. 1:5). Ellos sabían que la familia y “los padres deben ceñirse la armadura y, mediante su propio ejemplo, enseñar a sus hijos a ser misioneros. Deben trabajar mientras dure el día, porque ‘la noche viene, cuando nadie puede trabajar’ (Juan 9:4). Si quieren hacer esfuerzos abnegados, enseñando con perseverancia a sus hijos a llevar responsabilidades, el Señor obrará con ellos” (Elena de White, La educación cristiana, pp. 210, 211).

Luene (30) y Pedro Ladeira (34) viven en Nazaré (Estado de Tocantins, Brasil). Desde su bautismo (en 2018) educan a Pedro (7), su único hijo, en los caminos del Señor. En 2019, surgió “Juntos”, un plan de discipulado realizado por padres en favor de sus hijos.

En primera instancia, los padres estudiaron la Biblia con su hijo y lo alentaron a orar por un amigo que no era adventista. En la segunda parte, los padres ayudaron al niño a estudiar la Biblia con el amigo por el que oró. Durante nueve meses, Pedro oró por Gustavo (7), su amigo de la escuela. Los padres de Gustavo y los de Pedro no se conocían, ya que Gustavo era hijo de un ingeniero civil recién llegado a la región.

Cuando Luene invitó a Gustavo a estudiar la Biblia con Pedro, Amanda (la madre de Gustavo) aceptó la invitación y se sorprendió al saber que Pedro estaba orando por su hijo. Cuando se iniciaron los estudios, la amistad entre las familias se hizo más estrecha.

En poco tiempo, Amanda y su esposo, Yuri, también querían estudiar la Biblia. Pedro y Luene nunca habían dado un estudio bíblico y no se sentían muy preparados. Así y todo, y aun con un poco de nervios, empezaron a estudiar junto con este matrimonio de nuevos amigos.

Gracias a Dios, niños y adultos pudieron comprender más sobre la Palabra de Dios y la misión. Incluso antes del bautismo, Yuri y Amanda ya estaban sirviendo, participando del Impacto esperanza y de los 10 días de oración.

Hoy, las dos familias fueron transformadas por el poder del Espíritu Santo. Luene y Pedro perdieron el temor a compartir el amor de Dios y continúan dando estudios bíblicos. Amanda y Yuri decidieron bautizarse, y hoy ella es maestra de Escuela Sabática de niños y él lo es en Adultos. 

Pedro, además de seguir estudiando la Biblia con otros amigos, también comenzó a predicar en la iglesia y, junto con Gustavo, tomó la decisión más importante de su vida: ser bautizados, y tener la Biblia como guía y a Jesús como su mejor amigo.

“Jesús ama a los niños; los considera como los miembros más jóvenes de la familia del Señor. Él siempre los trató con bondad y respeto, y los maestros han de seguir su ejemplo. Deberían poseer el verdadero espíritu misionero; pues los niños deben prepararse para ser misioneros. Los maestros deben sentir que el Señor les ha confiado, en solemne custodia, el alma de niños y jóvenes” (Elena de White, ibíd., pp. 213, 214).

En la División Sudamericana, 1.047.284 miembros son menores de 30 años (41 % del total). A esto, hay que sumarle miles de niños que asisten a la Escuela Sabática, al Club de Aventureros y el de Conquistadores, y estudiantes de los colegios que aún no están bautizados. En la última década analizada, bautizamos 1.443.151 personas menores de 30 años. Lamentablemente, perdimos al 42 %, lo que debería multiplicar nuestro compromiso y esfuerzos para salvarlos.

Los padres, la iglesia y la educación adventista, con la palabra y el ejemplo, deben motivar a las nuevas generaciones a tener una relación viva con Dios y a un compromiso fiel con la misión. ¡Por la gracia de Dios, podremos hacerlo! ¡Cuento contigo! Di hoy: “Yo voy a cuidar, integrar y desafiar a las nuevas generaciones”.

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