SIETE PAÍSES, SIETE HISTORIAS

31 julio, 2020

Entrevistamos a hermanos adventistas que, de una manera o de otra, hicieron frente a la COVID-19. Así, un empresario, una psicopedagoga, un pastor de distrito, un periodista, una pareja de turistas, un director de colportaje y el capellán de una clínica nos cuentan sus luchas y sus desafíos.


Argentina: “Dios abrió una puerta tras otra”

Angie Weiss, médica.

Después de diez días de cuarentena, que para mí fueron diez días de oración, Dios abrió una puerta tras otra y se encargó de que podamos llegar sanos y salvos a Buenos Aires.

El panorama parecía bastante negro: todos los vuelos estaban cancelados y no cumplíamos ninguna condición de prioridad para volver desde Perú, donde me encontraba con mi esposo de vacaciones. De repente, el miércoles 25 de marzo nos enteramos de la posibilidad de un vuelo en un avión Hércules desde Arequipa hasta la Argentina. 

Viajamos hasta ese lugar por fe, dado que no había certeza alguna. Nos enteramos de que quedamos en la lista en medio del camino. Llegar hasta donde salía el avión fue una auténtica odisea, por el toque de queda en el país. Pasamos cinco controles, y en dos oportunidades estuvieron a punto de retenernos. Todo fue una aventura. Finalmente llegamos, nos tomaron la temperatura y, con barbijos puestos, entramos en el avión Hércules, una aeronave militar que no tiene las mayores comodidades. Los motores hacen ruido y los asientos son plegables, de tela. Pero, no nos importaba. ¡Estábamos regresando a casa, y gratis!

Al surcar los cielos, nos enteramos de que había muchas personas en la lista antes que nosotros, pero que a último momento habían decidido no viajar.

Entonces, nos quedamos pensando en que así también hay muchos que no aceptan a Jesús en su vida y se pierden el viaje a cielo, que él nos ofrece, en su amor, de manera gratuita. Falta poquito para que Jesús vuelva y nos lleve a casa. Solo hay que confiar en él y avanzar por fe. Tú puedes estar en la lista. ¿Estás listo? RA


Paraguay: “Hay que servir con acciones concretas, reales”

Melissa Rojas Romero, psicopedagoga.

Soy Licenciada en Psicopedagogía Clínica y trabajo en un consultorio privado en Asunción. En este 2020 cumplo diez años en el ejercicio de esta profesión tan noble y apasionante. Sin embargo, jamás imaginé que atravesaríamos algo tan complejo como lo es esta pandemia en el ámbito mundial, que llegó sin avisar y puso en peligro nuestros trabajos. 

No fue fácil la situación, pero opté por no quedarme de brazos cruzados. Así, tuve la iniciativa de usar mis redes sociales para sumar un granito de arena y ayudar a los padres a tener herramientas que les permitan una convivencia sana, al brindar un apoyo real y significativo a sus hijos durante el aislamiento y desde el seno de sus hogares. 

Estos talleres virtuales y gratuitos me permitieron ayudar a muchas familias y sentirme útil. Pero hay algo más: además de brindar un asesoramiento profesional, pude compartir esperanza al hablar de Jesús y de mi fe en él. 

Desde pequeña, mi mamá me enseñó que hay que servir con acciones concretas, reales. “El que no vive para servir no sirve para vivir” es una frase que llevo muy presente todos los días de mi vida. Que podamos hacer del servicio un estilo de vida y ayudar a otros con nuestros talentos, más allá del coronavirus.RA


Uruguay: “No teníamos nada, y Dios obró milagros”

Martín Corena, periodista.

Cuando aparecieron los primeros casos aquí, el Gobierno tomó medidas. No decretó una cuarentena obligatoria, pero instó a un aislamiento social.

En armonía con esto, la iglesia tomó medidas. El personal de las oficinas de la Unión Uruguaya empezó a trabajar desde sus casas. La Radio Nuevo Tiempo, donde yo sirvo, no pudo emitir por unas semanas programas en vivo. Pero sabíamos que los oyentes necesitaban escucharnos. Así que, con los permisos correspondientes, trasladamos varios equipos a mi casa y continuamos la programación local cada mañana. 

Luego de varios días de ausencia, al regresar al aire, ¡la audiencia subió! Las personas agradecían la programación, sabiendo el esfuerzo que se hacía. Hubo muchos testimonios preciosos de cómo Dios obró por medio de la radio durante este aislamiento social. ¡Incluso los pedidos de estudios bíblicos se cuadruplicaron!

Pero, faltaba otro milagro. Como las reuniones en los templos dejaron de hacerse, se vio la necesidad de organizar un culto on line. Pero la iglesia aquí no contaba con ningún tipo de equipos para lograr algo así. Por lo tanto, se empezó a crear y agilizar un canal de comunicación no existente: la transmisión web cada sábado. Muchas veces nos quejábamos por la falta de recursos. Pese a las negativas, colocamos todo en manos de Dios. No teníamos nada, y él obró milagros. Tuve la alegría de conducir esas transmisiones. Si bien varios éramos “la cara visible”, por detrás había un gran equipo unido. Los niveles de audiencia de las transmisiones subieron más y más. Fue algo hermoso.RA


Perú: “Tuvimos que cerrar la clínica”

Jack Giraldo, capellán.

El 16 de marzo, el Gobierno de Perú decretó el aislamiento social, debido al coronavirus. Entonces, la Clínica Adventista Ana Stahl (ubicada en Iquitos, Perú), donde sirvo como capellán, dejó de brindar atención ambulatoria para dar espacio a las atenciones de emergencia. En poco tiempo, se multiplicaron las personas afectadas. 

Una de las cosas que marcó nuestro corazón fue el hecho de que no pudiéramos atender a todas las personas que llegaban buscando ayuda. La cantidad de pacientes era inmensa. Modificamos nuestros horarios con la finalidad de ayudar a la población. Nuestras labores tenían un horario de inicio, pero no de término. Amamos y valoramos a cada compañero por todo el esfuerzo, el compromiso y la vocación. Aprendimos a estar más unidos que nunca.

Sin embargo, afrontaríamos una situación complicadísima: el contagio del personal. Empezamos con un caso, luego tres, después once… al final, fueron casi doscientos. Con tristeza, tuvimos que cerrar la clínica. 

Dos de nuestros médicos, el Dr. Elard Calli y el Dr. Jhonny Flores, se contagiaron trabajando y fallecieron. Dejaron su vida en el frente de batalla tratando de salvar a los demás. Rogamos en nuestras oraciones por sus familias. Como verán, fuimos golpeados por la pandemia. Sentimos el dolor desde muy cerca. 

No obstante, mirando hacia atrás, notamos que Dios nos dio fuerzas para continuar. La esperanza de la cual predicamos fue real en nuestra vida. Dios nos sostuvo y mostró su amor en diferentes formas.

Además, aprendimos a depender de él mucho más. Nos dimos cuenta de que todo está en sus manos y que él dirige su obra. Hubo días en los cuales no sabíamos por dónde empezar ni teníamos repuestas para todo. Planificar se convirtió en un desafío porque teníamos que realizar constantes modificaciones sobre la marcha. Pero, ante cada dificultad, Dios nos mostraba salidas. Uno de esos días difíciles, por ejemplo, apareció alguien en la fila para atenderse, que nos dijo: “Soy médico y quiero ayudar”. Efectivamente era médico, y vino en el momento más crítico. Se llama Jesús, y hoy trabaja con nosotros. No es adventista, pero aceptó estudiar la Biblia.

Hoy estamos de pie nuevamente; con las puertas de nuestra clínica abiertas y atendiendo a nuestros pacientes para restaurar su salud y para mostrarles a Jesús como único gran Salvador.RA


Chile: “En medio de la pandemia, Dios proveyó un nuevo cliente”

Javier Luengo, empresario.

Como director de Inmaluxe (una pequeña empresa donde fabricamos líneas transportadoras, equipos de agroindustria y señaléticas), ubicada en Tomé (Concepción, Chile), decidí cerrar provisoriamente la empresa a mediados de marzo por causa del virus.

Así, los quince empleados y yo nos fuimos a casa. La sensación que reinaba en nuestra comunidad era parecida a la vivida luego del terremoto de 2010, que afectó a esta zona notablemente. Había incertidumbre, crisis y poca esperanza. 

Luego de dos semanas, algunos clientes empezaban a requerir nuestros servicios. De este modo, comenzamos a planificar cómo volver a trabajar. Hoy ya estamos funcionando. 

Desde luego, todo cambió. Nadie ingresa a la empresa sin antes pasar por una serie de controles: toma de temperatura, sanitización de zapatos, colocación de alcohol en gel para las manos y paño de papel con desinfectante para limpiar los teléfonos celulares. Dentro de la empresa respetamos el distanciamiento social y es obligatorio el uso de la mascarilla.

Además, no dejamos que ningún empleado se movilice en transporte público. Nos distribuimos entre tres o cuatro vehículos, y trazamos un recorrido para buscarlos y llevarlos a todos. 

Gracias a Dios, nunca faltó el trabajo. Es más, en medio de la pandemia, Dios proveyó un nuevo cliente que nos permitió desarrollar nuevos proyectos de trabajo y otra línea de procesos. Así como antes envió el maná para alimentar a su pueblo, él nos envió nuevos trabajos.

Siempre afirmo que yo no soy el dueño de nada. Simplemente, administro los bienes que Dios me ha dado. Más allá de esta crisis, debemos continuar siendo fieles en nuestros diezmos y ofrendas. Si hoy tenemos trabajo, hagámoslo bien y agradezcamos a Dios por tenerlo. El futuro se lo dejamos a él”. RA


Bolivia: “Aún lucho contra el coronavirus”

Roger Cuellar, pastor de distrito.

Lloro. He llorado mucho. Tuve el virus en mi cuerpo, y en mi último análisis de control también he dado positivo. Aún lucho contra él. Es duro vivir enfermo, aislado de mi familia y de mi iglesia, pero Dios me está dando fuerzas para seguir. 

Extraño mi trabajo de visitar a los hermanos y compartir y trabajar con ellos en la predicación del mensaje, ya que sirvo como pastor en el distrito de Trinidad Suroeste, de la Misión de Oriente Boliviano.

Sé bien que ningún cristiano está libre de atravesar una situación difícil. Sé que cuando Dios permite esto es porque tiene un plan maravilloso para nuestra vida, y sé que todas las cosas nos ayudan a bien. Todo forma parte de un aprendizaje. Y yo he aprendido. Sí, he aprendido más sobre la importancia de la oración personal. He aprendido más sobre la importancia de la oración intercesora. Caen mis lágrimas al saber que toda mi familia y todos mis colegas de la Unión Boliviana y miles de hermanos han orado por mí. He aprendido a valorar más a mi familia. He aprendido cuán frágiles somos. He aprendido a hacer un análisis de mi vida; a valorar la vida, la salud, el tiempo y mi servicio como ministro.

Ahora no tengo ninguna duda: cuando pase todo esto seré un mejor esposo, un mejor padre, un mejor pastor y un mejor cristiano. Por eso, hoy me pregunto por qué debemos enfrentar situaciones críticas para cambiar. Aunque falta un tiempo para mi total restablecimiento, y sé que aún debo ser paciente, puedo resumir esta experiencia en una palabra: Gratitud. Sí, gratitud a Dios, a mi familia, a mis hermanos, a mis colegas…

El mismo Dios que no abandonó a Jesús en la Cruz es el que está hoy con nosotros peleando nuestras batallas. No lo dudes: él nunca te abandona.RA


Ecuador: “La misión no está en cuarentena”

Adrián Seguí, director de Publicaciones.

La cuarentena en Ecuador comenzó el 12 de marzo con toque de queda y la suspensión de clases y eventos masivos. El país quedo paralizado totalmente. Como director de Publicaciones de la Unión Ecuatoriana (UE), mi primera preocupación fue asistir a nuestros queridos colportores: 215 estudiantes y 62 permanentes en esa fecha.

Ellos quedaron aislados y encerrados en sus casas. Sentí la necesidad de visitarlos; no solo para que se vean acompañados, sino también para llevarles provisiones. Oramos, y junto con Angie (mi esposa) y Caleb y Abigaille (mis hijos de 7 y 4 años), decidimos que yo saldría a visitar a estos ministros de la palabra impresa. Mediante ADRA, pude conseguir los correspondientes permisos y comencé el viaje. Fue una odisea. Los controles eran estrictos y estaban cada cien kilómetros. Como los lugares de hospedaje y comida que encontraba en el camino estaban cerrados, tuve que dormir en mi vehículo y a veces pasaba tres o cuatro días sin comer. Debido a las múltiples fumigaciones en cada puesto de control a mi vehículo y a mí mismo, tuve una reacción alérgica por la exposición a los químicos. Mi cuerpo se llenó de ronchas. 

El Pr. Giovanny Izquierdo (presidente de la UE) salió a visitar colportores también. Pudimos recorrer más de diez mil kilómetros, desde la frontera con Colombia hasta la frontera con Perú, desde el Amazonas hasta la costa del Pacífico. Al llegar a las viviendas de cada grupo de colportores, estos se sorprendían. “¿Cómo llegaron hasta aquí?”, preguntaban con una mezcla de alegría y de asombro.

Más allá de esta travesía por todo el país, no fui alcanzado por el virus; tampoco ningún colportor ni asistente enfermó. El miedo no nos derrotó. Somos una gran familia, y en los momentos de crisis debemos estar más unidos que nunca.

 Hoy damos gracias a Dios por tantos cuidados. Hoy seguimos más firmes que nunca cumpliendo nuestro ministerio. La misión no está en cuarentena.RA

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1 Comentario

  1. José Corrales H.

    Las promesas del Salvador está con su pueblo (manada pequeña) su fortaleza y amor CRISTO harán grandes.milagros

    Responder

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