UN TRADUCTOR METÓDICO E INTRÉPIDO

17 febrero, 2017

[toggler title=»JUAN WICLEF» ]Juan Wiclef Nació en Hipswell (Inglaterra) en 1324 y murió en Lutterworth (Inglaterra), en 1384. Fue teólogo, profesor y traductor. Es considerado uno de los mayores reformadores.

Legado

Traducir la Biblia del latín al inglés, en 1382. Influir con sus escritos sobre Juan Hus (de Bohemia), quien también se convertiría en un reformador. Martín Lutero también reconoció la influencia que Wiclef ejerció en sus ideas.

Características

Era un trabajador muy diligente y metódico. Era incansable en el estudio de la Biblia. Vivía animado por las promesas de Dios. Tenía amplia inteligencia, claridad de pensamiento, firmeza para sostener la verdad e intrepidez para defenderla. Su integridad era intachable. Enseñó las doctrinas distintivas del protestantismo: la salvación solo por la fe por medio de Cristo y la infalibilidad única de las Sagradas Escrituras.[/toggler]


 

La Reforma Protestante no se hubiera llevado a cabo sin que las personas accedieran al Texto Sagrado. Lo sabían los valdenses y también Juan Wiclef, de cuya vida y obra trataremos en este mes. Poseer la Biblia en el idioma del pueblo sería el trampolín para realizar cambios en todo sentido.

Los párrafos que siguen fueron extraídos del capítulo 5 (“El lucero de la Reforma”) del libro El conflicto de los siglos, de Elena de White.

“Antes de la Reforma hubo tiempos en que no existieron sino muy pocos ejemplares de la Biblia; pero Dios no había permitido que su Palabra fuese destruida completamente. Sus verdades no habían de quedar ocultas para siempre […].

“Salvo entre los valdenses, la Palabra de Dios había quedado encerrada dentro de los límites de idiomas conocidos tan solo por la gente instruida; pero llegó el tiempo en que las Sagradas Escrituras iban a ser traducidas y entregadas a gentes de diversas tierras en su propio idioma. Había ya pasado la oscura medianoche para el mundo; fenecían las horas de tinieblas, y en muchas partes aparecían señales del alba que estaba para rayar.

“En el siglo XIV salió en Inglaterra el lucero de la Reforma, Juan Wiclef, que fue el heraldo de la Reforma no solo para Inglaterra sino para toda la cristiandad. La gran protesta que contra Roma le fue dado lanzar, no iba a ser nunca acallada, porque inició la lucha que iba a dar por resultado la emancipación de los individuos, las iglesias y las naciones […].

“Como los reformadores que se levantaron tras él, Wiclef en el comienzo de su obra no pudo prever hasta dónde lo conduciría. No se levantó deliberadamente en oposición contra Roma, pero su devoción a la verdad no podía menos que ponerlo en conflicto con la mentira. Conforme iba discerniendo con mayor claridad los errores del papado, presentaba con creciente ardor las enseñanzas de la Biblia. Veía que Roma había abandonado la Palabra de Dios, cambiándola por las tradiciones humanas; acusaba desem­bozadamente al clero de haber desterrado las Santas Escrituras, y exigía que la Biblia fuese restituida al pueblo y que se estableciera de nuevo su autoridad dentro de la iglesia. Era maestro entendido y abnegado, y predicador elocuente, cuya vida cotidiana era una demostración de las verdades que predicaba. Su conocimiento de las Sagradas Escrituras, la fuerza de sus argumentos, la pureza de su vida y su integridad y valor inquebrantables, le atrajeron la estimación y la confianza de todos […].

“Siendo profesor de Teología en Oxford, predicaba Wiclef la Palabra de Dios en las aulas de la universidad. Presentó la verdad a los estudiantes con tanta fidelidad, que mereció el título de ‘doctor evangélico’. Pero la obra más grande de su vida había de ser la traducción de la Biblia en el idioma inglés […].

“Vivió lo bastante para poder dejar en manos de sus connacionales el arma más poderosa contra Roma: la Biblia, el agente enviado del Cielo para libertar, alumbrar y evangelizar al pueblo […]. El Libro de Dios quedaba abierto para Inglaterra. El reformador ya no temía la prisión ni la hoguera. Había puesto en manos del pueblo inglés una luz que jamás se extinguiría. Al darles la Biblia a sus compatriotas, había hecho más para romper las cadenas de la ignorancia y del vicio, y para libertar y engrandecer a su nación, que todo lo que jamás se consiguiera con las victorias más brillantes en los campos de batalla”. RA

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