VIVIR AGRADECIDOS

21 diciembre, 2016

En su libro A Second Helping of Chicken Soup for the Soul, John Ramsey cuenta la historia de cierta dama que cada semana, a la salida de la iglesia, le regalaba una rosa de papel para el ojal de su traje. Al comienzo, realmente apreciaba este regalo, pero luego llegó a ser rutinario. Un domingo, ese regalo cobró un significado totalmente diferente. Cuando estaba saliendo de la iglesia, se le acercó un niño y le dijo:

–Pastor, ¿qué va a hacer con esa flor?

Al comienzo, el predicador no sabía de qué estaba hablando el niño. Cuando cayó en la cuenta, le dijo, señalando la flor de papel:

–¿Te refieres a esto?

–Sí. Si después la va a tirar, me gustaría quedármela –respondió el niño.

El predicador sonrió y le entregó la flor. Como al pasar, le preguntó qué haría  con ella. El niño, quien no tenía más de diez años, lo miró y le dijo:

–Se la voy a regalar a mi abuela. Mi mamá y mi papá se divorciaron hace un año. Estaba viviendo con mi mamá, pero ella se volvió a casar y quiso que viviera con papá. Viví con él por un tiempo, pero me dijo que no podía quedarme, así que me envió a vivir con mi abuela. Ella es tan buena conmigo. Me cocina y se ocupa de mí. Ha sido tan buena conmigo que quiero regalarle esta hermosa flor, por amarme tanto.

Cuando el niño terminó, el predicador casi no podía hablar. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y sabía que había sido tocado por Dios. Mirando al niño, le dijo:

–Hijo, lo que estás por hacer es lo más hermoso que he oído, pero no puedo darte esta flor porque no es suficiente. Si miras frente al púlpito, verás un gran ramo de flores. Diferentes familias las compran para la iglesia cada semana. Por favor, toma estas flores para tu abuela, pues ella se merece lo mejor.

Entonces, el niño expresó una última sentencia, que Ramsey afirma jamás olvidará. El niño dijo:

–¡Qué día maravilloso! Pedí una flor, y me regalaron un hermoso ramo de flores.

AGRADECIMIENTO Y SALVACIÓN ESTÁN ÍNTIMAMENTE RELACIONADOS EN LAS PARÁBOLAS DE JESÚS. AL RECIBIR LA SALVACIÓN GRATUITAMENTE, LA REACCIÓN ESPONTÁNEA ES AGRADECER”.

Ese es un espíritu agradecido. Esa es una actitud de agradecimiento. Esa es la actitud que debería motivarnos cada día. De hecho, la actitud de agradecimiento es tan importante que Jesús la relacionó con la salvación misma.

En la parábola del fariseo y el cobrador de impuestos (Luc. 18:9-14), el primero fue al Templo a orar, pero estaba tan lleno de su orgullo religioso que, en lugar de que sus oraciones se elevaran al Cielo, él “oraba consigo mismo” (Luc. 18:11). Ayunaba todas las semanas y, según él, cumplía con todas las estipulaciones religiosas. Llegó a compararse con un cobrador de impuestos que había ido también a orar, afirmando: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros. ¡Ni siquiera soy como este cobrador de impuestos!” (vers. 11). Por otro lado, “el cobrador de impuestos, desde lejos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un pecador’ ” (vers. 13).

El fariseo expresó agradecimiento, pero no por lo que Dios había hecho en su vida, sino por la santidad que él mismo se había forjado. Era un agradecimiento de los labios hacia fuera, mientras que su corazón estaba lleno de orgullo. Aunque el cobrador de impuestos no expresó la palabra “agradecimiento”, su actitud denotaba que aceptaba con gratitud la salvación que él no merecía. Jesús afirma que, ese día, la salvación fue para el menos pensado, el cobrador de impuestos: “Yo les digo que éste volvió a su casa justificado, y no el otro. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (vers. 14). La salvación es un don que se recibe con gratitud cuando se reconoce que no somos capaces de ganarla por nosotros mismos.

Al finalizar este año, agradezcamos no solo esa salvación tan grande que Dios ha provisto para nosotros, sino también todas las demás bendiciones que nos ha otorgado. RA

  • Marcos Blanco

    Pastor y doctor en Teología. Desempeña su ministerio en la ACES desde 2001. Autor de "Versiones de la Biblia", es Jefe de Redacción y director de la Revista Adventista desde 2010. Está casado con Claudia y tiene dos hijos: Gabriel y Julieta.

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