TÚ VALES, A PESAR DE LOS DEMÁS

2 febrero, 2020

Claves para lidiar con el fracaso y la derrota.

Por Rodolfo Vásquez. Es oriundo de Chile, Lic. en Psicologia y Sociologia, Magister en Educación y cantante. Además, es autor del libro Tú vales.


Resiliencia es la capacidad que tiene una persona, o un grupo de personas, de recuperarse frente a la adversidad y así proyectarse al futuro. Te digo algo seguro, aunque sea difícil de aceptar: vas a fracasar en algún momento de tu vida. Las derrotas son parte del camino. La clave está en cómo afrontamos esas derrotas, y eso es lo que nos hace personas con éxito. Las derrotas deben ser parte de un aprendizaje para tu carácter; únicamente si experimentamos la derrota contaremos con herramientas que nos servirán para enfrentarnos nuevamente a cualquier desafío.

Como seres humanos, aprendemos por experiencia. ¿Cuántas veces tus padres te dijeron: “No metas los dedos en el enchufe”? Hasta pudiste ver a tu hermano a punto de electrocutarse y no aprendiste… ¡hasta que te pasó a ti!

La buena memoria

Hay una diferencia entre la derrota y el derrotismo. Una persona derrotista es aquella que no aprende, que no tiene memoria, que no se arriesga y es cobarde. Es alguien que cree en las profecías autocumplidas: “Si ya me pasó, me pasará de nuevo”. Considero, más bien, que tu actitud debe ser positiva. Cree que todo lo que te sucederá, será para bien y te dejará alguna enseñanza. Además, siempre viene bien tener un “Plan B”.

Bien podríamos decir que estas son las características de la derrota:

  • Es una experiencia circunstancial de aprendizaje.
  • Es meramente parte de un proceso para alcanzar un objetivo.

Y esto podríamos decir de una persona derrotista:

  • Vive en la derrota.
  • Se conforma con la mediocridad.
  • Tiene miedo a enfrentar nuevas experiencias.
  • Tiene la autoestima baja.
  • Posee poca confianza en su potencial.

Preparados para fracasar

Seguramente, cuando emprende algún proyecto nadie piensa que fracasará. Siempre pensamos en el ideal; y está bien, porque nuestro cerebro funciona así. Sin embargo, cuando fracasamos, ¿cómo lo afrontamos es revés? ¿Estamos preparados para fracasar? ¿Alguien nos enseñó a enfrentarlo? Conozco personas que no saben manejar sus derrotas o fracasos, se desmoronan y se llenan de miedos.

Cuando los padres erróneamente cumplen todos los gustos a sus hijos, quizá porque se sienten culpables o no quieren verlos sufrir, forman seres humanos débiles de carácter, intolerantes, egoístas e incapaces de superar la frustración. Debemos prepararnos para fracasar y saber que no es el fin del mundo, solamente un pasó mal dado o una puerta que no se abrió. Debemos cambiar de actitud y ser perseverantes, o cambiar de estrategia frente al problema.

Soy desafinado

Cuando tenía 18 años, me emocioné muchísimo al recibir una llamada telefónica de un famoso productor en Chile, para que grabara coros en una producción musical. Después de que me fui del estudio, supe que nada de lo que había grabado había servido, y el productor había afirmado que tenía afinación relativa y que yo no servía para grabar. Cuando escuché aquello me deprimí muchísimo, ya que mi sueño era ser cantante, grabar discos y viajar por toda América.

Después de algunos días de reposar en las sábanas del fracaso, decidí no dejar que esa derrota dirigiera mi futuro. Así que, me encerré en mi cuarto y oré: “Señor, si quieres que solo cante en mi pequeña iglesia de Linares, lo haré”. Luego añadí: ”Señor, sabes que me gustaría viajar por América y utilizar mi pequeño talento para ti. Si es así, muéstrame lo que debo hacer, pon las personas correctas y las oportunidades”.

Luego de este pacto con el Señor amplié mis opciones: estudié canto, practiqué, investigué, y volví a cantar donde me invitaran. Un día, me atreví a inscribirme en una audición para el grupo profesional de música internacional cristiana Heritage Singers, y me aceptaron.

Lo demás es historia… Grabé ocho discos, recorrí todo Estados Unidos en gira, me invitaron a cantar en un concierto de Bill Gaither, y en una de mis giras por Argentina, más precisamente en la Iglesia Adventista de Florida (Buenos Aires), conocí a mi esposa. Ahora, como solista, he viajado por toda América. Con todo, en ocasiones, aún desafino… de vez en cuando.

Me gusta mucho cómo presenta John Maxwell, en su libro El lado positivo del fracaso, la actitud que deberíamos tener cuando nos enfrentamos a nuestras derrotas. Hay dos opciones:

  • Culpar a los demás o asumir la responsabilidad.
  • Repetir los mismos errores o aprender de cada uno.
  • Esperar que nunca más se va a fracasar o reconocer que el fracaso es parte del progreso.
  • Esperar que habrá más fracasos o mantener una actitud positiva.
  • Sentir que nos limitan los errores pasados o volver a arriesgarnos.
  • Pensar que somos unos fracasados o creer que algo no salió bien (por el momento).
  • Ceder o perseverar.

Espero que tengamos derrotas en el camino de nuestra vida, ya que levantarnos de cada derrota nos define como seres victoriosos, como hijos del Rey que a pesar de todo siguen de pie y con la frente en alto. Siguen pese a todo, esperando ese futuro glorioso que nos está preparado para cada uno.

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